Agotados. Es la sensación que muchas personas tienen este año antes de llegar a sus vacaciones. Es normal llegar casi sin batería, usando este símil con las nuevas tecnologías, cuando muchos ya tocan las vacaciones con la punta de los dedos. “Es normal llegar cansados de la pandemia a las puertas de las vacaciones. La pandemia está siendo un acontecimiento crítico masivo y global, con múltiples afectados, esto es: un hecho extraordinario, que genera miedo y sensación de vulnerabilidad, rompe la sensación de seguridad y de control que acostumbramos a tener, genera daño y pérdidas (individuales, familiares, colectivas), afecta a toda la comunidad generando un alto estrés colectivo, desborda los recursos vigentes, y cuestiona nuestros valores básicos. Las respuestas iniciales transitorias fueron las normales ante una situación excepcional, ya sean físicas, emocionales, cognitivas o conductuales”, comenta Eva Serrats, Psicóloga del Centre Psicoteràpia Barcelona Serveis Salut Mental, especializada en clínica.
Y la experta añade que toda pandemia deja huella en la salud global. Pero a diferencia de otros acontecimientos críticos, esta pandemia aún no ha llegado a su fin, y conforme va pasando el tiempo nos encontramos con otras reacciones emocionales como estrés sostenido, fatiga mental o miedo a recuperar la rutina anterior. “La OMS empezó a hablar a principios de año de 'fatiga pandémica', que define como la reacción natural esperada ante una sostenida e irresuelta adversidad, que puede presentarse en forma de desmotivación de la población para cumplir con los comportamientos protectores y medidas de seguridad recomendadas, apatía, habituación -con lo cual bajamos la guardia y la percepción de riesgo-, desesperanza, frustración, agotamiento, rebeldía, etc. También se ha hablado del “síndrome de la cabaña” como la dificultad de retomar progresivamente la vida activa social, fuera de nuestra zona de confort y seguridad”, añade la psicóloga, que cuenta que todos estos factores dificultan la recuperación.
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Las vacaciones como una liberación
Después de un año muy complicado, no son pocas las personas que pueden ver estas vacaciones de 2021 como una auténtica liberación. “Globalmente las vacaciones representan un periodo de desconexión y de descanso. Si esperamos tener unas vacaciones estivales como las pre pandémicas pueden ser frustrantes, pero si contemplamos y aceptamos las circunstancias y recomendaciones del momento, podemos organizar y gozar de unas buenas vacaciones”, comenta la psicóloga. Eso sí, matiza que puede costar más lograr el descanso si nos hemos visto afectados directa o indirectamente por la COVID (si hemos perdido un familiar, si somos sanitarios de primera línea, si hemos perdido el trabajo o se nos han complicado las condiciones de éste, etc.). “Como llevamos haciendo hasta ahora, nos vemos obligados a reinventarnos en nuestro día a día, sea en nuestro trabajo, nuestro ocio, o nuestra socialización. Conviene tomarnos con flexibilidad y creatividad la preparación y disfrute de nuestro tiempo libre”, cuenta Eva Serrats.
Estrés en estas vacaciones de la COVID
Sin embargo, hay personas que pueden llegar a estresarse al afrontar, después de tanto tiempo con limitaciones, una etapa de descanso y de vacaciones. “Ciertamente a algunas personas les va a costar afrontar esta etapa, por miedo al contagio ante aglomeraciones de personas, por el miedo o dificultad a retomar la actividad lúdico social tras venir de un largo periodo de limitaciones y contención, o por la dificultad de poder parar si se viene con el aceleramiento propio de un frenético ritmo de trabajo”, explica la especialista, que añade que también nos encontramos con un colectivo muy receloso que, por afectación muy directa por la COVID, por antecedentes personales en salud mental o por haber estado largo tiempo aislados, les cuesta retomar progresivamente tanto las actividades lúdico sociales como la movilidad previa a la pandemia. Tienen dificultades para adaptarse a la nueva realidad y salir de la zona de confort o seguridad. “También en personalidades más rígidas puede costar adaptarse a los cambios de restricciones, a las incertidumbres vigentes, y al hecho de no poder hacer las vacaciones habituales o ideales”, matiza.
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Huella psicológica
¿Cómo se puede manifestar la huella psicológica, o la fatiga emocional a causa de la pandemia, a lo largo de nuestras vacaciones? ¿Podemos hablar incluso de estrés postraumático? “No podemos nombrar estrés postraumático propiamente dicho a los efectos de la pandemia, principalmente porque persiste el riesgo de contagio, si bien el impacto en salud y en vidas es mucho mejor con la vacunación. Estrés postraumático hace referencia a la persistencia de los síntomas de estrés agudo aun cuando ya ha desaparecido el peligro, causando un deterioro significativo en las áreas importantes de funcionamiento (personal, familiar, social, académica, laboral)”, matiza la psicóloga. Así, en un primer momento de la pandemia dominó la perplejidad, el miedo, el sentimiento de vulnerabilidad, hiperalerta, estrés, confusión, etc., pero también la contención y el buen cumplimiento. Pero sostener en el tiempo todo este estrés para adaptarse a los cambios, la sobrecarga laboral de ciertos colectivos, al mismo tiempo que encajar múltiples pérdidas (personales, afectivas, laborales, de libertad de movimiento, de interacción…) puede generar fatiga física y mental, estrés, y malestar emocional, que puede manifestarse de la siguiente forma:
-Con cambios de humor.
-Desesperanza, desmotivación y rabia.
-Menor rendimiento cognitivo (atención, memoria, concentración).
-Desorganización de hábitos, sensación de menor rendimiento global.
-Sensación física de ansiedad (presión en el pecho, falta aire, cefaleas, molestias intestinales).
-Alteración del sueño o del apetito.
-Disminución de la eficiencia, conflictividad relacional, inquietud, ansiedad anticipatoria, irritabilidad, etc.
“Este sufrimiento no indica patología, para la mayoría será transitorio y tenderá a la recuperación. Solo una parte de la población ha desarrollado o desarrollará un problema de salud mental susceptible de necesitar tratamiento”, añade.
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Consejos para controlar el estrés
Le pedimos a la psicóloga que nos resuma los consejos para manejarlo de forma eficaz para conseguir que no afecte a nuestros necesarios días de descanso.
-Intentar hacer planes a corto plazo, que nos permitan adaptarnos a las circunstancias cambiantes.
-Potenciar y mantener la red de apoyo, propiciar encuentros gratificantes con nuestros vínculos más queridos, en las condiciones que más tranquilidad nos den, encontrando el término medio entre hacer lo de antes (pre pandemia) y no hacer nada.
-Estructurar nuestro tiempo libre, con momentos para nuestras necesidades, para nuestras familias/amigos, para descansar, para hacer aquello que nos gusta, aprovechar el contacto con la naturaleza, el mar, las actividades al aire libre, estar en movimiento, etc. Nos conviene más que nunca regalarnos actividades placenteras.
-No olvidar descansar y comer adecuadamente, y atención con el abuso de alcohol, drogas o excitantes.
-Tener aficiones y buenos hábitos saludables siempre son de ayuda.
-Aprender a vivir con la incertidumbre, no enfadarnos por no poder tener el control de la situación. Centrarnos en lo que depende de nosotros, en lo que está en nuestras manos. No nos queda otra que practicar la improvisación y la flexibilidad.
-Vigilar la hiperinformación, dosificar la exposición a los medios y a las noticias relacionadas con la COVID, y evitar hablar todo el día de la pandemia y sus consecuencias, que nos llevarían a mantener esta hiperalerta o frustración que queremos evitar. Mirar solo fuentes fiables y vigilar con los bulos.
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Estrategias útiles a nuestro alcance
No hay que perder de vista que tenemos estrategias a nuestro alcance para conseguir vencer esta situación de estrés. “La validación y el reconocimiento social del impacto emocional de la pandemia está siendo clave para la resiliencia y para evitar el trauma colectivo. En algún grado todo el mundo se ha visto expuesto a este impacto y ha predominado la comprensión y el apoyo mutuo, se han generado nuevas solidaridades y conexiones. Si algo complica la elaboración de una experiencia potencialmente traumática es la negación del entorno del daño sufrido”, apunta la experta.
“La recuperación de nuestras rutinas progresivamente y en la medida posible nos da tranquilidad y compensa la percepción de riesgo. Dar sentido a la experiencia también ayuda a vencer la adversidad, quizás hemos modificado nuestras prioridades o valores, nos hemos dado cuenta de quienes son nuestros verdaderos amigos o de la importancia de los vínculos familiares, hemos aprendido a vivir con menos y a consumir lo justo y necesario, hemos pasado más tiempo con los nuestros, hemos aprendido a dar más valor a pequeñas experiencias, hemos detectado lo que realmente es importante para nosotros, hemos sido valientes de emprender cambios en nuestra vida, hemos ejercido nuestro potencial creativo, etc”, añade.
Y puntualiza que es importante vigilar con la auto exigencia, ante un esfuerzo continuado de adaptación nos conviene ser también autocompasivos, amables con nosotros mismos, y no castigarnos por la gestión de las circunstancias sobrevenidas, seguro que hacemos lo que podemos y lo mejor que sabemos. Conviene poner el foco en lo que estamos logrando y no en la situación ideal que desearíamos. Valorar si podemos ajustar nuestras cargas, esto va a durar un tiempo mas.
“Poco a poco vamos a ir integrando en nuestra rutina esta nueva realidad”, concluye.