Los alimentos que comes influyen, y mucho, en la salud de tu piel. Por eso, hay que partir de la base de que cualquier persona propensa a impurezas cutáneas o a dermatitis atópica debería prestar atención a los billones de bacterias de su flora intestinal. ¿La razón? Varios estudios científicos demuestran que las imperfecciones y las enfermedades de la piel pueden estar relacionadas con un desequilibrio del microbioma intestinal. Y es que los científicos sospechan que la flora intestinal, el sistema inmunitario y la piel, además de comunicarse entre sí a través del llamado eje intestino-piel, se afectan mutuamente. Así lo apuntan desde la empresa de biotecnología BIOMES, desde nos resumen los hallazgos más importantes de los estudios y dan consejos sobre cómo reforzar el microbioma para mejorar rápidamente el estado de la piel.
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El vínculo de nuestra piel y nuestra salud digestiva
Le preguntamos a Plamena Dikarlo, farmacéutica y directora de I+D de BIOMES, hasta qué punto está relacionada nuestra piel con nuestra salud digestiva. “Las bacterias están presentes en cada milímetro de nuestra piel. Su tarea consiste en formar una capa protectora para mantener la barrera cutánea contra agentes patógenos y otros cuerpos extraños. Nuevos estudios sugieren que estas bacterias están estrechamente relacionadas con el conjunto de los microorganismos (principalmente bacterias, hongos y virus) de nuestro intestino y los investigadores entienden que las bacterias intestinales producen sustancias importantes que afectan a todo el organismo, la piel incluida”, explica.
Y añade que entre otras cosas, las bacterias intestinales se encargan de la producción del butirato, un ácido graso con efectos positivos para la piel. A su vez, la vitamina D se forma en la piel cuando está expuesta al sol y afecta al estado del microbioma intestinal; una carencia podría causar problemas digestivos. “Un nivel saludable de vitamina D favorece la diversidad del microbioma, que a su vez influye en la salud de la piel. Es un buen ejemplo de la interacción entre el intestino y la piel”, nos cuenta. Lo cierto es que los dos órganos están conectados a través del eje intestino-piel. Quizá el ejemplo más conocido para demostrar esta relación es una propensión mayor a que aparezcan impurezas tras la ingesta de alimentos azucarados o grasos.
El eje intestino-piel
Tanto es así, que se llega a hablar del eje intestino-piel, ¿es tan determinante entonces cuidar nuestra salud digestiva para prevenir posibles problemas cutáneos? “Entre otras cosas, el microbioma intestinal también influye en el grosor de la piel. Los estudios demuestran que el grosor de la piel mejora sensiblemente con el suministro de lactobacterias; estas pertenecen al grupo de bacterias intestinales beneficiosas”, cuenta la farmacéutica, que añade que añade que la cantidad de bacterias protectoras que habitan en nuestro intestino depende de nuestra dieta y de la ingesta de sustancias nocivas. Así, fumar, o un consumo excesivo de azúcar o de alcohol son decisivos. Por otro, la cantidad de sueño, el ejercicio, el estrés, las enfermedades y los medicamentos también tienen importancia. “Carencias o excesos en estas áreas pueden abrir la vía a sustancias no deseadas en el flujo sanguíneo y de ahí pasar a la piel”, nos cuenta.
Por ejemplo, la importancia de las vitaminas (por ejemplo, la vitamina C, las vitaminas del grupo B), así como de los minerales como el zinc, el hierro, el selenio, etc. para el mantenimiento de una piel sana, está bien documentada. “Las bacterias intestinales no sólo nos ayudan con la absorción de ciertos micronutrientes. Muchas bacterias intestinales producen valiosas vitaminas, entre ellas algunas del grupo B. En este sentido, la composición de nuestro microbioma intestinal tiene un impacto directo en la salud de nuestra piel”, añade.
La influencia de nuestros hábitos
Como decía la experta, nuestros hábitos de vida también tienen un peso importante tanto en la salud digestiva como de nuestra piel. “Lo cierto es que las bacterias intestinales no se limitan sólo a regular la digestión. A lo largo de millones de años de evolución, se han desarrollado adaptaciones beneficiosas duraderas que, además de la digestión, ayudan con la defensa contra los agentes patógenos y con el fortalecimiento del sistema inmunitario. Nuestra salud intestinal depende en gran medida de nuestro estilo de vida. Todos los alimentos y medicamentos que tomamos pasan por nuestro intestino. Nuestras trabajadoras bacterias intestinales, cuya importancia se ha subestimado durante mucho tiempo, tienen una gran influencia en nuestra salud”, explica la farmacéutica. Y detalla que el sistema inmunitario es una red muy compleja: además de la barrera intestinal y su interacción con las células intestinales y la flora intestinal, también intervienen en el sistema hormonal, la médula ósea, el sistema nervioso, los ganglios linfáticos, muchos otros órganos inmunitarios y diferentes tipos de células y moléculas.
“Por lo tanto, es un sistema altamente sensible que puede reaccionar al estrés, a una dieta desequilibrada o a las fluctuaciones hormonales; son datos que ponen de relieve la importancia de llevar un estilo de vida equilibrado, de asegurar la aportación de suficientes sustancias nutritivas, dormir lo suficiente y hacer ejercicio regularmente. Una flora intestinal equilibrada y saludable está formada predominantemente por bacterias beneficiosas que tienen un efecto positivo en el organismo, pero también por una cantidad menor de bacterias indeseables con efectos negativos; estos últimos pueden causar problemas intestinales, incluido el síndrome del intestino irritable”, nos cuenta.
Un desequilibrio de la flora intestinal
La experta añade que un desequilibrio de la flora intestinal puede ocurrir por situaciones persistentes de estrés físico y mental, ejercicio insuficiente o por determinados medicamentos como los antibióticos. Además, la disbiosis (un desequilibrio de las cepas bacterianas presentes en el intestino) puede provocar reacciones autoinmunes, un debilitamiento del sistema inmunitario, intolerancias alimentarias, sobrepeso, obesidad e incluso trastornos psicológicos.
“Por todo ello, es importante mantener el equilibrio de la flora intestinal y esto comienza por una dieta suficientemente sana y equilibrada. Hay que tomarse el tiempo suficiente para comer y disfrutar de una dieta lo más variada posible. Por supuesto, el ejercicio físico también tiene un efecto positivo en la piel; aparte de favorecer un microbioma intestinal sano, el ejercicio anima el flujo sanguíneo, ayudando a que los nutrientes importantes lleguen a la piel. Además, las personas que desarrollan tejido muscular tensan la superficie de la piel”, nos explica.
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Alimentos aliados de nuestra salud digestiva y de nuestra piel
Le planteamos a la experta si podríamos decir que hay alimentos aliados de nuestra salud digestiva, y por extensión, de nuestra piel. “Una dieta equilibrada y rica en fibra ayuda al organismo a mantener las funciones vitales. La fibra dietética no se absorbe en el intestino delgado, sino que se transporta hasta el intestino grueso, donde sirve como fuente de energía para las bacterias intestinales beneficiosas. Cuanto más diversa sea la colonización bacteriana en el intestino, más eficazmente podrá la flora intestinal cumplir sus funciones para la salud. Una dieta variada y rica en sustancias vitales con productos integrales, frutas y verduras, frutos secos y legumbres favorece la diversidad de especies en el intestino”, nos explica.
Y nos cuenta, además, que está científicamente comprobado que la dieta mediterránea ayuda a mantenerse sano. La dieta se basa en una abundancia de frutas y verduras, hierbas frescas, aceites de alta calidad y un consumo frecuente de pescado y moderado de carne. Además, la investigación de BIOMES ha demostrado que las personas mayores de 50 años que siguen una dieta basada en vegetales tienen una diversidad de bacterias intestinales significativamente mayor que las personas que suelen consumir alimentos procesados, como batidos de proteínas o productos de harina blanca. Por lo tanto, se deben consumir al menos cinco raciones de frutas y verduras al día. Los frutos secos y los alimentos fermentados, como el chucrut o el kéfir, también son buenos para el intestino y la salud.
Las verduras rojas y verdes (como los tomates, las zanahorias o las espinacas, ricas en betacaroteno y que el cuerpo convierte en vitamina A), los limones, el aceite de oliva, las nueces y las legumbres son fuentes naturales de estas vitaminas, por lo que deben incluirse regularmente en la dieta. Además, alimentos más exóticos como el miso, el tempeh o el tofu pueden aportar variedad.
Alimentos que debemos descartar
En el otro extremo se encuentran aquellos alimentos que, por el contrario, deberíamos descartar de nuestra dieta. “La regla para la sal en el contexto de una dieta favorable al intestino es simple: menos es más. Moderar el consumo de azúcar y de potenciadores del sabor es aconsejable. Además, un exceso de alimentos grasos, comida rápida y productos de conveniencia con muchos aditivos reduce la diversidad de bacterias intestinales: por tanto, no son beneficiosos para el microbioma (y por ende, tampoco para la piel). Además, es aconsejable mantener a raya el consumo de carne: cantidades excesivas pueden provocar la formación de la sustancia proinflamatoria TMAO por el microbioma.
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Prevenir problemas de la piel
¿Se podría, entonces, evitar la aparición de determinados problemas cutáneos cuidando nuestra salud digestiva? “Con una superficie de algo menos de dos metros cuadrados, la piel es nuestro mayor órgano. Entre otras cosas, protege contra las influencias externas, ayuda a regular el equilibrio térmico, excreta productos metabólicos y ayuda a sintetizar la vitamina D. Al igual que el estado de nuestro microbioma intestinal, el aspecto de nuestra piel depende e varios factores: nuestra genética, nuestro estilo de vida y nuestro entorno. Como tal, está directamente relacionada con nuestra dieta y es también un reflejo de nuestra digestión. Por ello, mantener un estilo de vida saludable es crucial para el buen aspecto de nuestra piel. Incluso con la presencia de ciertos patrones de enfermedad (neurodermatitis, acné, psoriasis, rosácea) el aspecto de la piel puede mejorar considerablemente si se tiene en cuenta la salud intestinal -y, por tanto, el microbioma intestinal- como parte del tratamiento de la enfermedad”, concluye la experta.
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