A la mayoría de la población le importa su peso, ya que un exceso está relacionado con problemas de salud. Sin embargo, hay personas que viven obsesionadas. Su preocupación es tan grande que comen contando calorías, se machacan en el gimnasio y la ganancia de peso puede convertirse en un gran disgusto. ¿Qué pasa en su mente? ¿Cómo distinguimo la preocupación de la obsesión?
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Cómo nos explica Rafael San Roman, psicólogo de iFeel, "la obsesión es un pensamiento recurrente, más bien invasivo, que se instala en nuestra mente como un medio para encontrar la solución a un problema, la respuesta a una duda, anticiparnos a dificultades, entender algo que nos ocurre o encontrarle significado… En este sentido, la obsesión por el peso reflejaría una gran preocupación (miedo) a no tener un peso adecuado o a no ser capaz de mantenerlo, y resulta útil a la persona para lograr su objetivo o, al menos, intentar lograrlo: bajar/aumentar de peso, mantenerse en un peso determinado…". El experto añade, no obstante, que el problema es que una cosa es tener cierta preocupación y otra cosa es obsesionarse. "En este caso el medio que empleamos para afrontar nuestro “problema” se extrema hasta volverse disfuncional: acaba teniendo más desventajas que ventajas".
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¿Qué personas pueden sufrirlo?
"Aunque quien más quien menos todos tenemos nuestras manías o pequeñas obsesiones, a un nivel muy técnico, las obsesiones o pensamientos rumiativos (que al final acaban siendo improductivos) son propios de personas muy neuróticas", señala San Román. Este tipo de personas toleran mal la incertidumbre, tienden a preocuparse mucho en lugar de “solo ocuparse”, dándole a cualquier asunto un montón de vueltas, son miedosas o muy controladoras…
Pero la obesión por el peso no se da solo en personas con estos rasgos de personalidad. Puede aparecer en perfiles muy distintos. "Nos podemos llegar a obsesionar con el peso, por ejemplo, como fruto de un trauma (una experiencia muy aversiva sobre la que no se pudo influir o tener el control), es decir, haber tenido alguna (o varias) experiencias concretas muy desagradables en relación con su peso u otro aspecto de su físico, y que acaba transformado en una obsesión".
También puede ocurrir en sujetos que han sido educados en el hábito de intensificar la ocupación, preocupación y obsesión con el peso: familias en las que se habla mucho de ello, se valora muy negativamente un presunto exceso/defecto de peso (“la eterna gordita”, “el eterno escuchimizado/enclenque”), se hacen dietas constantemente, o se describe a la persona constantemente como alguien con un volumen o envergadura inadecuados o poco atractivos. Esto, acumulado en el tiempo, puede contribuir a que una persona se obsesione mucho con su volumen corporal, su peso, su alimentación...
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¿Cómo diferenciar la obsesión por bajar de peso de la necesidad?
Observando con un análisis crítico (no hipercrítico, ni cruel, sino crítico a secas) las consecuencias reales que tiene mi peso, en qué estoy basando que mi peso es inadecuado o me genera problemas reales por ser inadecuado. "Ojo, los problemas pueden ser verdaderos: para moverme, vestirme, realizar las actividades de la vida diaria (sobre todo cuando hay sobrepeso)… y hay que admitirlo, pero a veces están solo en nuestra obsesión", recuerda Rafael San Román.
Por otro lado, continúa el psicólogo, debemos observar los criterios médicos o nutricionales: está perfectamente estudiado cuándo una persona tiene un peso inadecuadamente alto o bajo, y hay estrategias para corregir eso de una manera controlada y saludable. Es decir, al margen de la capacidad autocrítica que podamos tener cada uno, ante la duda siempre podemos acudir a un profesional que entienda del tema para que nos explique si realmente necesitamos engordar o adelgazar.
Por último, si se trata de una obesesión, sería necesario abordarlo con un psicólogo, si es que genera verdaderos problemas en el bienestar de la persona.
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¿La obsesión por el peso es lo mismo que anorexia o bulimia?
Como nos advierte el especialista en psicología, la anorexia y la bulimia no son solo obsesiones con el peso, sino trastornos de salud mental graves y muy peligrosos para la salud general de la persona. Tienen sus criterios diagnósticos perfectamente establecidos (qué síntomas debe presentar la persona, durante cuánto tiempo, etc.). Normalmente en el caso de la anorexia los síntomas están relacionados con una restricción significativa de la ingesta y en la bulimia, con atracones combinados con vómitos, pero cuidado, ambos son trastornos mucho más complejos, no se deben reducir a esos dos síntomas que son los que fácilmente vienen a la cabeza).
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¿Cuándo debemos consultar con un especialista en psicología?
Como en cualquier otra situación, cuando la obsesión con el peso se hace tan intensa que interfiere claramente en nuestro bienestar, nuestro funcionamiento general, nuestra autoestima, nuestra capacidad para disfrutar de la vida y adaptarnos y desenvolvernos en nuestras diversas actividades y relaciones sociales.
Debemos darnos cuenta de cuándo la ocupación se convierte en preocupación, cuándo esta pasa a tener un carácter obsesivo (recurrente, invasivo, improductivo, que genera mucho malestar) y cuándo la obsesión se traduce en conductas que no son adecuadas ni saludables.
¿Qué terapia suele utilizarse para tratar la obsesión por el peso?
"No hay un único enfoque que sea adecuado, sino que puede abordarse desde diferentes puntos de vista, en función sobre todo del tipo de paciente que tengamos delante, ya que cada persona tiene unas necesidades, unos objetivos, unos ritmos, etc", Lo habitual sería probar con un enfoque más bien cognitivo-conductual, mediante el cual recogemos cómo describe la persona su problema y qué objetivos se plantea, describimos la obsesión (en qué consiste), analizamos qué factores la despiertan y qué factores la mantienen, para después intentar modificar tanto ese componente cognitivo (mental) como las conductas que van asociadas.
Con muchos pacientes, la intervención va a ser básicamente esto, sobre todo si no quieren o no pueden profundizar mucho. En cambio, con otros, aun siguiendo esa estructura, la intervención se puede sofisticar mucho más. "Por ejemplo, a la hora de explorar los antecedentes de esta obsesión, las consecuencias que tiene en su vida actual o que tuvo en el pasado, otras creencias y conductas que estén asociadas y de las que la persona no sea consciente y, por supuesto otros temas colaterales que vayan surgiendo sobre la marcha", concluye Rafael San Román de iFeel.