La agricultura sigue buscando nuevas alternativas para mejorar la productividad, pero que, además sean sostenibles y respetuosas con el medio ambiente. Y un ejemplo son los invernaderos solares, como muchos de los que encontramos en Almería y Granada, que se han convertido en los grandes proveedores de productos hortícolas para gran parte de Europa. Y, además, destacan por ser un modelo sostenible y productivo capaz de hacer frente a los retos demográficos y medioambientales del futuro, como nos cuentan desde el programa de promoción CuteSolar, donde nos resumen las principales ventajas de esta alternativa de producción agrícola.
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La luz del sol como única fuente de energía. Se produce un aprovechamiento de esta fuente de energía renovable, pues no es necesario el uso de sistemas de calefacción artificial ni tampoco de iluminación adicional. Y es que la mayoría de los invernaderos solares se encuentran en zonas de Europa con muy alta insolación. Un ejemplo: en la costa de Almería-Granada se reciben unas 3.300 horas de sol al año, lo que contrasta, por ejemplo, con las 2.280 horas de Bruselas o las 2.500 de Berlín. Con estos datos es posible que el 96% de la energía utilizada en los invernaderos solares de Almería y Granada proceda únicamente del sol, sin necesidad de usar ni otras fuentes de energía ni combustibles fósiles.
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Calidad de los productos. A lo largo de los siglos, se ha ido produciendo una mejora de las variedades vegetales, un proceso natural que nuestros antepasados han realizado durante miles de años guardando las semillas de las mejores plantas y cosechándolas al año siguiente. Históricamente, el objetivo de esta mejora era aumentar la productividad, obtener resistencias a plagas y enfermedades o mejorar características agronómicas, como el tamaño de la planta o los frutos. Hoy por hoy, las mejoras se enfocan también a potenciar sus propiedades organolépticas, nutricionales y saludables y de facilidad de consumo que acrecientan su valor. Además, todos los cultivos procedentes de los invernaderos solares cumplen con los más exigentes sistemas de certificación y normas de buenas prácticas, lo que garantiza la trazabilidad y calidad de los alimentos en todas las etapas de la producción, la sostenibilidad de la actividad y el cumplimento de buenas prácticas laborales en toda la cadena de valor. El objetivo es garantizar que los productos lleguen al consumidor en óptimas condiciones y con la mejor calidad.
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Una alternativa para alimentar al planeta. El reto sigue siendo inmenso, pues una parte del planeta vive periodos de escasez de alimentos, y hay incluso hambrunas. La población, además, va en aumento, por lo que hay que asegurar su alimento mientras disminuyen los recursos para producir el alimento (la tierra y el agua). Solo hay que leer los datos: se estima que para el 2050 la población mundial supere los 9 mil millones de personas por lo que la producción agrícola deberá aumentar un 70% para satisfacer esta demanda. Como la mayoría de las tierras adaptadas para la agricultura ya se cultivan, el crecimiento pasa por obtener mayores rendimientos en los cultivos, algo que ocurre en los invernaderos.
Menor uso de plaguicidas químicos. Tal y como explican sus responsables, los invernaderos solares del sur de Europa son líderes en el mundo en el uso del control biológico para mantener en niveles inocuos las plagas que amenazan a los cultivos. Hay que destacar que este proceso es mucho más respetuoso con el medio ambiente, ya que se minimiza el uso de plaguicidas químicos y en su lugar se fomenta la biodiversidad utilizando plantas “barrera” y huéspedes e insectos beneficiosos que actúan eficazmente en el control de las plagas.
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Uso racional del agua. Un hecho innegable es que el agua es un bien escaso, una situación que va además a empeorar, debido a las consecuencias del cambio climático, que trae consigo periodos más prolongados de sequía o de lluvia torrenciales. Los cultivos de invernadero hacen un uso sostenible de los recursos hídricos mediante una agricultura de precisión gracias a diferentes técnicas, como son el enarenado, el riego por goteo, la fertirrigación, o la recolección del agua de lluvia. Todas estas técnicas permiten la optimización de los recursos hídricos y el aprovechamiento de cada gota de agua.
Reducción del calentamiento global. Un dato que tal vez no conocías es que, tal y como explican, la concentración de invernaderos solares en el sur de España dedicados al cultivo de productos hortofrutícolas ha hecho que se produzca un efecto de enfriamiento en el clima de su entorno de casi un grado durante las tres últimas décadas debido a la reflexión de parte de la radiación solar en las cubiertas de plástico blanqueadas, lo que se conoce como efecto albedo.
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Desperdicio cero. Es cierto que la agricultura de invernadero precisa las cubiertas de plástico no solo para proteger a las plantas de las inclemencias meteorológicas o de las plagas, sino también, para aprovechar los recursos de la luz, la temperatura y la humedad. El empleo de estos plásticos resulta esencial para esta actividad agraria, y su uso puede generar controversias, es un hecho. Pero nos detallan que el 95% de los plásticos son retirados y el 80% son reciclados o reutilizados con otro fin. Por ejemplo, se utilizan en la fabricación de elementos del mobiliario urbano, como pueden ser contenedores de basura, bancos, papeleras o columpios, así como objetos útiles para la labor agrícola, como pueden ser capazos para la recolección hortofrutícola o maceteros, entre otros. Y en el caso de los plásticos de difíci reciclado se están utilizando para la generación de combustible líquido. Además, otra de las apuestas del sector por la economía circular es la utilización de los restos vegetales para el desarrollo de nuevos alimentos o complementos alimenticios, cosméticos...
Motor de empleo. Sin duda, la economía de la zona también nota los efectos de esta apuesta por la agricultura en invernaderos solares.