Han pasado ya semanas desde que todos, aficionados y compañeros del jugador de futbol danés Christian Eriksen, vivieron con angustia el momento en el que el futbolista de 29 años se desplomaba sobre el estadio de fútbol mientras se disputaba el encuentro entre su selección y la de Finlandia. Afortunadamente, la rápida actuación de los servicios médicos consiguió salvar al deportista, que se encuentra en proceso de recuperación y cuyos médicos han llegado a la conclusión de que la mejor solución es implantarle un desfibrilador automático implantable (DAI) para mejorar su calidad de vida y evitar que se repita una situación como la que ha vivido el jugador. La pregunta, claro está, es si podrá seguir jugando al fútbol. La Sociedad Española de Cardiología (SEC), a través de su Grupo de Trabajo de Cardiología del Deporte, aclara que tener este dispositivo implantado no prohíbe ni faculta para hacer actividad física. “Se sabe que ha sido sometido a una intervención para implante de DAI, pero no conocemos la enfermedad de base que ha motivado su indicación; por tanto, debemos ser muy prudentes a la hora de hablar sobre si el jugador podrá seguir o no jugando al fútbol”, explica la Dra. Amelia Carro, coordinadora del Grupo de Trabajo de Cardiología del Deporte de la SEC.
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La importancia de la enfermedad de base
Es fundamental, por lo tanto, tener muy claro qué ha sido lo que ha motivado ese paro cardiaco, para valorar si el jugador podrá o no seguir en la elite deportiva. Y es que detallan que en las nuevas Guías de Cardiología del Deporte, “lo que condiciona la aptitud para la realización de deporte recreacional/competitivo en portadores de dispositivos (DAI y marcapasos) es el tipo de enfermedad de base, su gradación de riesgo en cuanto a desarrollo de arritmias/muerte súbita, y no la presencia del dispositivo en sí”. La especialista en cardiología explica que también hay que tener en cuenta si dicha enfermedad cumple criterios de estabilidad y/o está bajo un tratamiento adecuado. “En enfermedades en las que la actividad de alta intensidad/competitiva contribuye a una progresión clínica, está desaconsejada la continuación, incluso con un DAI; este sería el caso de la miocardiopatía arritmogénica”, matiza.
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Riesgo de descargas
Hay otra cuestión que hay que tener en cuenta, tal y como explica la especialista, y es que los deportistas que continúan con deporte de alta intensidad/competitivo, tienen riesgo de descargas. El 30-40% de los que sufren descargas en ejercicio abandonan, al menos de forma temporal, su actividad, por el miedo e impacto psicológico que conlleva. “Las descargas pueden ser apropiadas (cuando acontecen ante una arritmia maligna) o inapropiadas (cuando el ritmo que las desencadena no es una arritmia maligna)”, explica la Dra. Carro. A veces, la propia taquicardia sinusal relacionada con el ejercicio es la que desencadena una descarga del DAI: “Las descargas inapropiadas pueden precisar reprogramación de los parámetros del dispositivo”, asegura la cardióloga.
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Posibles golpes en el dispositivo
A todo esto hay que sumar un factor más: en muchas disciplinas deportivas suele haber contactos, y un golpe sobre la zona del implante puede dañar el dispositivo, por lo que hay que tener precaución en deportes con riesgo de impacto. Por otro lado, no se puede despreciar el riesgo de pérdida de conocimiento en el momento de aparición de la arritmia, hasta que el DAI la detecta y la trata. Por eso, hay algunos deportes considerados de riesgo pra el deportista con DAI, como pueden ser aquellos deportes de motor, relacionados con inmersión, escalada o incluso ciclismo en carretera. Hay que tener en cuenta todos estos factores a la hora de tomar la decisión se implantar este dispositivo que, por supuesto, puede ser de gran utilidad. “La decisión de que una persona con un DAI pueda continuar o no en el deporte de alta competición debe ser siempre consensuada entre el equipo médico y el deportista”, recuerda la Dra. Carro, quien matiza, eso sí, un aspecto importante: “El hecho de no poder competir no equivale a inactividad física”. Y es que hay que tener muy presente que la actividad física es buena para la salud. La especialista en cardiología remarca que "lo que tenemos que hacer es buscar el tipo de actividad que sea buena para cada persona. No es el deporte el que mata, es la enfermedad”.
¿Cuándo está indicado el implante de un DAI?
Desde la Sociedad Española de Cardiología apuntan dos situaciones:
- Prevención primaria: no ha habido arritmia maligna, pero la persona presenta una enfermedad o criterios de riesgo para su desarrollo (antecedentes familiares de miocardiopatía/canalopatía de riesgo y/o muerte súbita, marcadores electrocardiográficos, variantes genéticas, disfunción ventricular, etc.)
- Prevención secundaria: en este caso, la persona sí que ha sufrido una arritmia maligna (taquicardia ventricular, fibrilación ventricular), síncope inexplicado o muerte súbita. En estos individuos, el riesgo de recurrencia es tan alto que se considera necesario que lleven implantado un desfibrilador.
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Enfermedades que pueden requerir su implantación
Dentro de las enfermedades que llevan al implante de un DAI destacan:
- Miocardiopatías primarias (suelen tener una base genética): miocardiopatía hipertrófica, dilatada, arritmogénica, no compactada, etc.
- Miocardiopatías secundarias (precedidas de una enfermedad que deja una secuela o cicatriz): tras infarto de miocardio, miocarditis, sarcoidosis, etc.
- Canalopatías (enfermedades que desencadenan arritmias en ausencia de alteración estructural): síndrome de Brugada, síndrome de QT largo/QT corto, taquicardia ventricular catecolaminérgica, etc.
“El riesgo de muerte súbita puede acontecer en cualquier individuo con o sin enfermedad de base, durante la actividad física o el reposo. Por ello, sigue siendo prioritario el reconocimiento de una parada cardiorrespiratoria (persona inconsciente que no respira), que debe seguirse de forma inmediata de solicitud de ayuda y de la iniciación de las maniobras de RCP, además de la búsqueda de un desfibrilador", comenta la especialista, que hace mención a una útil ayuda, la de la aplicación Ariadna, desarrollada por la Fundación Española del Corazón (FEC), la SEC y Cruz Roja, que permite conocer la geolocalización del desfibrilador más cercano.