Si te pedimos que hagas una lista de alimentos saludables, seguro que hay muchos que citarías de inmediato, pues hay alimentos que seguro que asocias con una dieta saludable. Pero también nos encontramos con aquellos que, sin embargo, no lo son tanto. A priori, cuentan con propiedades beneficiosas y se convierten en buenos aliados de nuestra figura. Pero no siempre es oro todo lo que reluce y, realmente, no son tan adecuados para una alimentación completa y sana, tal y como explican desde la startup de Smart Food Satislent.
Coincide el Dr. Ángel Soriano, nutricionista y miembro de Doctoralia, que hace referencia, por ejemplo a "los productos ligth, como por ejemplo los yogures 0% o las gelatinas, que no son más que alimentos artificiales con muchos aditivos y poco o ningún nutriente. Los derivados lácteos en general gozan de mucha fama, pero debemos recordar que un lácteo saludable debe contener solo 2 ingredientes: leche y fermentos lácticos, y deben ser blancos, por lo que los lácteos que son de colores y que normalmente llevan 15 g de azúcar por cada 100 g o edulcorantes artificiales no son buenos lácteos”, nos cuenta el experto que añade otro ejemplo, las galletas, recomendadas incluso por algunos pediatras, pero que en su opinión no son interesantes desde el punto de vista nutricional.
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Sirope de agave
Los golosos saben bien lo complicado que resulta, en ocasiones, hacer una dieta, pues los alimentos más dulces suelen ser los primeros en caerse de la lista de alimentos permitidos. Es más, con el fin de ofrecer una alternativa, se han puesto de moda en el mercado una serie de sustitutivos que “prometen” endulzar los platos pero sin causar un perjuicio a la salud y a la dieta. Entre estos sustitutivos se encuentra el sirope de agave, que ha cobrado popularidad por su origen natural y vegano. Tal y como advierten desde Satislent, hay que fijarse bien en la calidad del sirope y cómo ha sido su proceso de elaboración, porque eso va a determinar su composición final. Y es que en función de su proceso de obtención, puede convertise en un producto altamente refinado, desprovisto prácticamente de todos los nutrientes que encontramos en la planta del agave. “En ocasiones, el jarabe de agave se adultera con jarabe de maíz alto en fructosa. Además, el sirope de agave puede llegar a contener hasta un 90% de fructosa, más que casi cualquier otro endulzante, lo que no es nada adecuado para una dieta de adelgazamiento y alimentación saludable”, apuntan. Ángel Soriano incide precisamente en el alto contenido en fructosa, que es un azúcar con bajo índice glucémico, lo cual significa que no eleva los niveles de glucosa en sangre de manera rápida como lo haría la glucosa o el azúcar, pero el exceso de fructosa puede resultar perjudicial porque se procesa en el hígado y normalmente ser transforma en grasa, pudiendo elevar los niveles de triglicéridos o de colesterol.
Aceite de coco
En este caso, el especialista nos cuenta que contiene triglicéridos de cadena media, un tipo de grasa que a pesar de ser saturada no se acumula y pasa a ser empleada como fuente de energía. Es una interesante fuente de energía para deportistas, ya que es soluble en agua y entra fácilmente en el músculo, aportando un extra de energía. Además tiene efectos bactericidas y antifúngícos, lo que ayuda a combatir ciertos parásitos intestinales. "Aunque algunos lo han descrito como la panacea, lo cierto es que es interesante añadirlo a la dieta pero como grasa que es, tomarlo con moderación”, cuenta Ángel Soriano. Lo que sí es cierto es que el aceite de coco siempre se ha presentado como una alternativa más baja en calorías que el aceite de oliva virgen extra. Pero hay que tener en cuenta que el consumo de aceite de oliva es más cardiosaludable que el de coco, como confirma un estudio realizado por Karin Michels, profesora de la Harvard TH Chan School of Public Health y directora del Instituto para la Prevención y Epidemiología de Tumores de la Universidad de Friburgo, que concluye que el aceite de coco contiene más de un 90% de grasas saturadas.
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Leche desnatada
Es uno de los alimentos que suele recomendarse en las dietas para perder peso. “Sin embargo, la leche desnatada en el proceso para liberarla de la grasa naturalmente presente en la leche, se incorporan otros productos, entre ellos espesantes que dan cuerpo a la leche para evitar que dé la sensación de estar bebiendo agua. Además, hay que tener en cuenta que la leche con poco o casi nada de grasa contiene una mayor proporción de azúcar, lo que no es nada aconsejable”, explican desde Satislent. “Tomar leche entera, semi o desnatada yo creo que es más una cuestión de gustos que otra cosa. Por un lado, la desnatada carece de vitaminas liposolubles como la A y la D, pero la entera puede ser más pesada a la hora de digerir por el contenido graso, que además son grasas saturadas no muy interesantes. En este aspecto yo creo que el término medio seria la opción semi, pero como decía, es más una cuestión de gustos”, cuenta por su parte el nutricionista de Doctoralia.
Proteína de soja
“Es una fuente de proteína muy completa, ya que contiene todos los aminoácidos esenciales que el organismo necesita (al igual que las de origen animal) aunque, según en qué formato, puede resultar muy difícil de asimilar, como ocurre con la soja texturizada. Si te preocupan los transgénicos hay que vigilar su procedencia ya que la mayoría suele serlo. A tener en cuenta también que el abuso de la soja puede producir alteraciones de estrógenos”, cuenta el nutricionista Angel Soriano. Tal y como se advierte desde Satislent es siempre mejor consumirla al natural. Hay que tener especial cuidado con los alimentos elaborados a partir de ella, como barritas, polvos de proteínas o yogures ya que sólo contienen proteínas aisladas de soja y no nutrientes del haba de la soja entera. Como ocurre con otros alimentos procesados tienen poca densidad nutricional. Además, algunos alimentos de este tipo que contienen proteína de soja aislada están procesados con hexano, lo que no es recomendable para la salud.
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Las gelatinas
En opinión del nutricionista Ángel Soriano, en esta lista podrían entrar también las gelatinas por ejemplo, en concreto las que se comercializan ya hechas, y que mucha gente las consume buscando un aporte de proteínas o de colágeno. "Si miras los ingredientes, verás que no es más que una mezcla de agua con azúcar y colorante, con un aporte de 0 g de proteínas", nos detalla.