El embotamiento emocional o afectivo es un síntoma frecuente de la depresión. “Quienes lo sufren experimentan una reactividad emocional reducida, tienen un sentimiento de desapego de la realidad y falta de interés y placer, lo que puede afectar a la toma de decisiones, las relaciones interpersonales y el auto-cuidado, además de estar asociado a la disfunción sexual”, explica el Dr. Guillermo Lahera, Profesor Titular de Psiquiatría en la Universidad de Alcalá, vinculado al Hospital Universitario Príncipe de Asturias. Esta sensación de estar anestesiada emocionalmente puede ser por la propia enfermedad. Según el experto, “la propia depresión cursa con apatía (falta de motivación) y anhedonia (dificultad para experimentar placer), por lo que a veces el aplanamiento afectivo puede ser también parte de una depresión no resuelta, con la persistencia de síntomas residuales”. Asimismo la medicación que toman los pacientes que sufren esta patología mental también puede producir esta dificultad para sentir.
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Esta dificultad o incapacidad para experimentar y expresar sentimientos y emociones, ya sean positivas o negativas, como alegría, tristeza, miedo o ira, puede llevar a declinar responsabilidades, dificultar la toma de decisiones, reducir la capacidad de inspiración o de ser creativo, distanciarse a nivel familiar, ver reducida la capacidad de sociabilidad, etc.
En ese sentido, la Dra. Carmen Jódar, médico de familia en Castilleja de la Cuesta, Sevilla, señala que “los pacientes con embotamiento emocional experimentan la sensación de no tener ilusión por nada, y lo aprecian porque son cosas que antes les hacían disfrutar, pequeños placeres: no disfrutan de estar con amigos, jugar con sus hijos o sus nietos, no les preocupan problemas que antes sí lo hacían, es como si no sintieran emociones en un sentido u otro, como si les diera todo igual”.
Efectos adversos de los antidepresivos
Alrededor de la mitad de los pacientes que reciben tratamiento antidepresivo con ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina) o IRSN (inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina) padecen embotamiento emocional. “Tras la mejoría de los síntomas de la enfermedad, es habitual que comenten que están ‘aplanados’, ‘pasotas’, ‘como en el limbo’, porque nada les afecta”, señala el Dr. Lahera, quien también apunta que de ese 50% que lo sufre, “la mitad lo percibe como algo negativo, al reducir sus emociones positivas, su implicación con los demás y su pasión e inspiración vital”.
Como explica el Dr. Lahera, la relación existente entre el embotamiento emocional y los antidepresivos clásicos se encuentran en el hecho de que “los antidepresivos modifican la forma en la que procesamos las emociones. Cuando una persona está deprimida, sus mecanismos de atención, memoria y procesamiento de la información están sesgados hacia lo negativo: atienden selectivamente estímulos negativos, se acuerdan más de eventos que les evocan tristeza, miedo o enfado, etc. Los antidepresivos revierten estos sesgos, generando una menor identificación de expresiones de enfado y miedo, una menor respuesta de parpadeo ante imágenes negativas y una mayor retención de palabras positivas. Pero pueden conseguir revertirlo a costa de un distanciamiento excesivo de la realidad”.
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Riesgo de abandono del tratamiento
El embotamiento o indiferencia emocional puede conducir al abandono del tratamiento, con tasas que alcanzan hasta el 35% de los casos, y a una recaída. “Por eso es necesario que los médicos y psiquiatras exploren el fenómeno del embotamiento emocional, evalúen cómo es percibido por el paciente y tomen las decisiones adecuadas”, asegura el Dr. Lahera, ya que un mayor embotamiento emocional se asocia con una menor tendencia a la remisión sintomática de la enfermedad.
En palabras de la Dra. Jódar, “lo consultan por igual personas mayores y jóvenes, eso depende de la capacidad individual de autoconocimiento. Es necesario, por esto, que los profesionales conozcamos la existencia de este síntoma, para poder abordarlo y tratarlo pronto. Aunque no es sencillo, es necesario pues el paciente recupera su funcionalidad y por tanto su calidad de vida”.
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Sentirse emocionalmente anestesiado, barrera para la completa recuperación
Esta atenuación o aplanamiento de las emociones hace que los pacientes sientan indiferencia ante muchos aspectos de sus vidas que deberían importarles, como la familia, los amigos o el trabajo. Afirman sentirse insensibles, emocionalmente anestesiados, menos capaces de reír o llorar, incapaces de disfrutar con lo que solían hacerlo y menos empáticos e indiferentes hacia los demás. Pierden la capacidad de reaccionar emocionalmente a lo que sucede a su alrededor. También se quejan de haber perdido la inspiración o la pasión por las actividades creativas y de sentir una menor responsabilidad social o preocupación por otras personas.
Los síntomas son particularmente evidentes cuando alcanzar la remisión de los síntomas nucleares de la depresión y reanudan la actividad cotidiana normal que habían reducido o suspendido durante la fase aguda de la enfermedad.
El embotamiento emocional deteriora la calidad de vida y el funcionamiento social, laboral y familiar y, por tanto, “dificulta o impide la completa recuperación de la depresión, porque afecta a la vida funcional del paciente”, explica la Dra. Jódar, quien recuerda que se trata de “un síntoma difícil de descubrir y tratar porque en ocasiones es un efecto secundario del mismo tratamiento que se ha instaurado previamente y lo que requiere es un cambio de medicación".
De ahí que los expertos recuerden apoyarse en su médico si se percibe que se sufre este tipo de 'efecto secundario' del tratamiento de la depresión o de la propia enfermedad, también conocido como aplanamiento o indiferencia emocional. "Y es que este efecto “embotador” no es igual en todos los antidepresivos, sino que unos lo producen más que otros", recuerda el Dr. Lahera quien concluye señalando que hacen falta más estudios que discriminen estas diferencias de perfil de acción