Hay personas que son flexibles, que escuchan las opiniones de los demás, intentan tener en cuenta los consejos y los valoran para tomar sus propias decisiones. Hay otras, sin embargo, que están convencidas de tener la verdad absoluta. Diseñan su vida y su mundo y establecen relaciones en función de sus creencias sin considerar que pueden estar equivocados. Les cuesta admitir distintos puntos de vista y lucha por imponer su razonamiento al resto. ¿Te pasa a ti? La psicóloga Regina Insa de Mundopsicologos.com nos ayuda a descubrirlo con este test de personalidad y nos da las claves para comprender por qué nos ocurre y cómo podemos modificar este rasgo, puesto que también puede acarrear mucho sufrimiento.
Test de personalidad testaruda
¿A qué se debe el carácter testarudo?
La formación del carácter, lo que llamamos personalidad, se produce entre los 0 a los 7 años. En el caso de la persona testaruda, su personalidad se desarrolla entre los 3-7 años: el niño siente que su entorno es inseguro lo que le produce miedo a ser abandonado. Esto puedo deberse a diversas situaciones (por ejemplo, la separación de sus padres, padres ausentes, carencia de referentes sólidos, etc.). Así, crea su propia visión del mundo y llega a confundirla con su identidad. La idea de ser consistente consigo mismo es el motor de su personalidad. Importa menos lo que diga, haga, piense, si no la coherencia que muestra.
El niño testarudo recibe atención cuando se impone no cediendo a su entorno, con lo que empieza entender que así recibirá atención y amor, reduciéndose así su miedo al abandono. Por lo que siempre que siente que se cuestione su forma de ver el mundo, siente que su ser esencial se pone en riesgo.
La persona testaruda puede parecer amable y tranquila y sólo actúa para defenderse cuando se siente cuestionado. Otro tipo de testarudez es la aquella persona que ataca antes de ser atacado: el miedo le lleva a atacar continuamente, levantando un muro entre sí y la realidad, y utilizando la discusión y el empecinamiento como punto de partida en su vida.
Tengamos presente, cuando estemos frente a una persona testaruda, que en su día a día, padece cierto sufrimiento ya que vive en constante lucha por defender su paradigma del mundo, rodeado de un temor insconsciente e ilógico a ese abandono que forjó esta forma de ser.
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¿Es algo que se aprende o que se lleva en los genes?
Como en todo lo relacionado con el carácter, hay una mezcla de componentes hereditarios y de aprendizajes. La persona testaruda bien puede tener un patrón de referencia de una persona rígida, normativa, inflexible, de quien aprende qué, etc. modelo de ver la vida es válido. O bien todo lo contrario: progenitores inseguros y variables que no le ofrecen seguridad y coherencia en su modelo de educación y atención.
¿Cuáles son los síntomas o señales?
Casi todos podemos identificar a una persona testaruda. Pero no siempre somos capaces de identificarnos. Estas son las señales:
- La persona testaruda quiere tener siempre la razón, cree que tiene la razón y aunque no la tenga, se empeña por hacer ver que la tiene.
- Es de razonamiento fijo e invariable.
- Suele ser de visión dicotómica: yo y mi opuesto. Al otro lo percibe como contrincante y como un cuestionamiento a su ser, a su identidad como persona.
- Pensar de una manera diferente supone cuestionarle como persona, por lo que es capaz de atacar en lo personal cuando su argumento no es suficientemente sólido. Se defiende antes de sentir una posible agresión.
- Le cuesta escuchar al otro: no conversa, discute.
- Carece de empatía, es egocéntrico.
- Es inflexible y rígido en sus pensamientos y comportamientos. Suele tener rutinas fijas y hábitos estables.
- Repite patrones, tiene dificultad para aprender nuevos paradigmas.
- Tiene dificultad para adaptarse al cambio, por lo que tiene una vida muy estable.
- Suele sentir rabia que le lleva a aislarse o a atacar.
- Es perseverante, Incansable, obcecado, de voluntad firme.
- Lo que se propone, lo consigue y sólo desiste por agotamiento.
- Vive cerrado al mundo, se adapta lento y mal a las exigencias del entorno.
¿Qué puede incentivarlo?
Un entorno flexible y permisivo, que refuerce su carácter, puede hacer que este vea fortalecido. Por ejemplo, una pareja dependiente emocional que acepte su visión del mundo y no le cuestione.
El aislamiento social y físico de la persona testaruda, ya que la relación con otros le permitirá observar argumentos y visiones diferentes más amplias.
¿Qué consecuencias puede tener un carácter testarudo?
Podemos pensar que una persona testaruda va a conseguir siempre lo que quiere. Sin embargo, este rasgo del carácter puede hacer sufrir mucho. Por ejemplo, las personas muy cabezonas pueden experimentar:
- Aislamiento social: relaciones sociales/familiares reducidas o en proceso de deterioro.
- Dificultad para comunicarse lo que produce constantes conflictos en las relaciones de cualquier tipo.
- Dificultad para aprender y adaptarse a un mundo cambiante y en continua evolución. Poca adaptación al cambio.
- Malestar emocional y sufrimiento. Está en estado de máxima alerta, a la defensiva.
- Puede sufrir de ansiedad
- Le cuesta mucho entender al otro y a lo diferente a sí.
La testadurez bien gestionada en cambio:
Es la aliada perfecta para conseguir objetivos: está presente en la determinación clara de objetivos y es el motor perfecto para no cesar hasta conseguir aquello que se quiere.
Es de gran ayuda en negociaciones duras donde se ha de ser fiel a un argumentario. También, en el área de la investigación para llevar a cabo estudios que corroboren hipótesis.
Es fundamental para preservar normas, tradiciones y patrones estables.
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¿Se puede cambiar?
Al ser un rasgo de personalidad, es más sencillo refinarse y en este caso, es más difícil ya que la voluntad de cambio y adaptación de la persona testaruda es el criterio más significativo, lo más peculiar: el principal obstáculo es ella misma.
Por otro lado, si la persona quiere, del mismo modo, con su férrea voluntad conseguirá aquello que se proponga.
Consejos para moldear este rasgo
- Desarrolla tu empatía, que es la habilidad para ponerse en el lugar del otro sin necesidad de sentir ni pensar lo mismo. Un truco es “trátale como a ti te gustaría.
- Escucha de verdad sin necesidad de empeñarte en que el otro piense como tú.
- Atrévete a innovar, introduce ligeros cambios de hábitos y rutina, haz algo diferente y observa qué pasa.
- Déjate llevar por propuestas de otras personas con mente abierta. Siempre puedes volver a tus planes.
- Antes de responder, respira y déjate sentir qué te está pasando.
- Reflexiona antes de hablar.
- Tomate con calma las relaciones sociales o profesionales.
- Piensa en disfrutar como punto de partida.
- Cuando te encuentres discutiendo, pide disculpas por pensar diferente y haber generado cierto conflicto.
- Utiliza la rabia como motor para tu perseverancia. También en negociaciones.
- Trabaja algunas de tus creencias: transformarlas para te den más apertura y compresión del otro.
También puedes adaptar tus creencias. Por ejemplo:
“Si cambio de opinión, soy débil cambiarlas” por “Soy igualmente válida si cambio de pensar”, “No soy agua de rio y puedo cambiar mi opinión” “tengo el derecho como persona de evolucionar en mis pensamientos”
“Tengo que tener razón a toda costa” cambiarla por “Mis razones son igualmente validas a las de los demás”, “Ellos también pueden tener razón” “La opinión del otro no invalida la mía”
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