Las personas nos enfrentamos, en no pocas ocasiones, a nuestros miedos, que a veces, cuando se convierten en irracionales hacia un objeto o una situación en particular, pueden llegar a convertirse en fobias. Y una de ellas es la denominada acrofobia, que no es sino el miedo a las alturas. "La palabra griega phobia significa miedo, así veremos que toda fobia lleva está palabra en su terminación, así la agorafobia será miedo a los espacios abiertos, la claustrofobia a los espacios cerrados, en este caso la acrofobia es el miedo irracional a las alturas, a las ventanas, rascacielos, ascensores, en definitiva, todo aquello que implica altura, lo que no esté a nivel del suelo, o sea que incluso también puede ser a las escaleras mecánicas. Es decir, toda situación que amenaza la estabilidad a nivel plano”, nos cuenta la psicóloga Adriana Caldo, de Mundopsicologos.com.
“El sujeto aquejado de una fobia suele hacer rituales de evitación, por ejemplo: si es a un objeto, puede ser un animal, como un perro, la persona puede dar una vuelta a toda la manzana para evitar pasar delante de una casa donde sabe que hay un perro", apunta. En el caso de la acrofobia, todos podemos evitar acercarnos al borde de un acantilado o mirar desde un elevado mirador en el caso de que el miedo nos lo impida, pero hay momentos en los que es difícil evitar estas situaciones. Por ejemplo, en el caso de quien la sufre tenga que trabajar en un piso alto, la persona puede pedir ir acompañado, dando explicaciones que no evidencian la fobia, otras veces llevan un objeto como amuleto, puede ser cualquier objeto que represente una seguridad, puede ser una cruz, una medalla, o cualquier otro. “Es un miedo irracional, no el temor normal a una situación desconocida", matiza.
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¿Cómo se manifiesta?
En el caso de la acrofobia pueden aparecer manifestaciones somáticas, es decir a nivel del cuerpo, entre las que destacan:
- Sudoración excesiva.
- Taquicardia o aceleración de las palpitaciones del corazón.
- Mareos.
Estos signos suelen ser los que acompañan a la persona cuando se ve expuesta a situaciones que no puede evitar. “Por lo general, las personas afectadas no suelen contar qué les sucede, pues les resulta vergonzoso exponer estos temores irracionales. El miedo excesivo, en general, paraliza. Cómo toda fobia, puede desplazarse hacia otras situaciones, por ejemplo a volar o a subir en ascensores. Las fobias suelen traer inhibición que causa ansiedad y angustia y muchas veces acompañan al sujeto por muchos años, hasta que un factor desencadena una reacción manifiesta e imposible de ocultar”, nos detalla la experta.
¿Es normal tener cierto miedo a las alturas?
El ser humano está acostumbrado a tener los pies sobre el suelo, por eso, no es extraño que, en general, las personas sientan respeto y temor por las alturas, algo que puede suceder, por ejemplo, en caminos de montaña, acantilados o en precipicios. “También sucede cuando se hace una visita turística a un rascacielos. Visitar el Empire State se realiza con todas las medidas de seguridad posibles, desde la construcción de enrejados que impiden el acceso al precipicio. Todo esto, de alguna forma, evita el natural temor o respeto. Lo mismo cuando se visitan sitios como el Corcovado en Río de Janeiro, Brasil. Las personas llevan toda la seguridad posible. Pero en ambas situaciones nuestro sujeto afectado de acrofobia no podrá realizar dichos paseos. Cómo señalamos antes, aparecerán las inhibiciones antes mencionadas acompañadas de crisis de ansiedad”, nos cuenta la psicóloga.
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¿Cuáles pueden ser las causas de este miedo?
Le preguntamos a la especialista cuáles pueden ser los motivos que están detrás de esta fobia. Y nos cuenta que puede haber momentos en la vida de la persona en los que se haya visto obligada a enfrentarse a situaciones que no pudo resolver de manera saludable. "Pueden o no ser situaciones específicas frente a las alturas. Las fobias se caracterizan por su capacidad de desplazamiento, es decir el montante de ansiedad de una situación vivida cómo traumática, puede desplazarse a un objeto próximo o la situación próxima", nos cuenta. "Depende de cada caso, la disciplina de la psicología clínica es la del caso por caso. Es muy difícil hacer generalización”, nos detalla.
¿Cómo saber que podemos padecer este problema?
Es importante darse cuenta de cuándo llegamos a un momento concreto: cuando la persona no es capaz de realizar tareas cotidianas. Ya sea subir un ascensor, abrir una ventana o participar en una reunión social en una terraza en un piso alto. Y la psicóloga nos cuenta un caso concreto basado en su experiencia personal: “Recuerdo un paseo con mi familia a una montaña en la ciudad de Bariloche con un amigo de nuestro hijo. Mi esposo y mi hijo subieron haciendo ellos mismos una picada. Yo en cambio decidí ir por la que estaba marcada por los senderistas del parque, este chico se quedó conmigo. A una media hora de caminar por el sendero estábamos acercándonos a la zona del precipicio, y noté que se quedaba atrasado, giré la cabeza ¡y lo vi subir arrodillado! Es decir nunca nos habla dicho que tenía acrofobia, pero evidentemente tenía este problema. Mi esposo bajó y lo acompañamos los dos en el ascenso al refugio en la cumbre”.
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Consejos para superarlo
La psicóloga nos cuenta que es útil recurrir a estrategias como pueden ser técnicas de relajación, como la meditación o mindfulness, o respiración diafragmática. “Estas técnicas usadas en crisis de ansiedad suelen ser positivas”, nos detalla. Y reconoce que es buena idea también hacer pequeños intentos de enfrentar situaciones de exposición a las alturas, poso a poco, marcando nosotros el ritmo, como se hace frente a toda situación que inspire temor. “Antes de conducir un coche en una gran ciudad, solemos hacerlo en lugares de menor circulación, así vamos ganando confianza para después poder conducir en una gran ciudad, del mismo modo se puede ir enfrentando este miedo irracional a las alturas. Como dije antes este chico amigo de la familia consiguió perder totalmente el miedo a las alturas”, nos explica.
Y es que ante la pregunta de si se puede superar este miedo, nos responde de forma afirmativa. “Todos tenemos herramientas y si las desconocemos y el miedo nos inhibe, se puede recurrir a un profesional de la salud mental, quien considerará si es menester hacer una terapia o si simplemente con unas intervenciones o directivas personalizada”, concluye.