Hay situaciones o comportamientos de nuestros perros o gatos a los que quizá no les damos importancia y que pueden ser el síntoma de alguna enfermedad que puede llegar a ser grave. Por ejemplo, que a nuestra mascota le cueste hacer pis. Es más fácil detectarlo si se trata de un perro, puesto que en el paseo observaremos que levanta la pata o se agacha si es hembra y no logra miccionar. Pero si se trata de un gato, este problema nos puede pasar desapercibido. Sobre todo, si puede salir al jardín. Primero, veamos cuántas veces suele orinar un perro o un gato, ya que este dato puede ser importante para determinar si estamos ante un problema de salud o no.
"Partiendo de la base de que no exista ningún problema urinario, la media del número de veces en la que orina un perro y un gato es muy distinta entre ambas especies. Los gatos presentan una media estandarizada de 2-4 veces al día. En el caso del perro, existen variables que pueden alterar esta medida, como los hábitos de dominancia o marcaje, rutinas al salir fuera de casa, la duración de paseos, etc. Estos factores condicionan en gran medida poder determinar cuantas veces orinan, siendo la visión del propietario clave para estimarlo", señala el veterinario Renato Aste de la clínica veterinaria Kivet Aribau.
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Si un gato se estresa, puede dejar de hacer pis
Los gatos son animales muy susceptibles a los cambios, y padecen de estrés con mucha facilidad. "Cuando llega un gato a consulta por problemas renales o urinarios siempre hacemos especial incapie en posibles alteraciones de su entorno, ya que muchas veces estos cambios guardan especial relación con cuadros de estrés. Introducir nuevos miembros a la familia, los cambios de colocación del arenero o sustituir una arena por otra genera en ellos problemas a la hora de ir al arenero Una vez descartados alteraciones etológicas o conductuales, existen ciertas patologías que pueden cursar con anuria, no micción, o la oliguria, disminución de la micción", indica el especialista en veterinaria.
Sin embargo, es conveniente descartar patologías "Las cistitis idiopáticas, los cálculos renales, sedimento en la vejiga e infecciones bacterianas suelen ser motivos de consulta comunes en las clínicas veterinarias", advierte. Se trata de problemas que pueden llegar a ser muy graves si no se detecta y no se establece un tratamiento y un control correcto. Por ello, es muy importante que acudamos al veterinario si vemos que nuestro animal tiene problemas para miccionar y no ha habido cambios que puedan haberlo estresado y propiciado.
"Como hemos mencionado anteriormente, en el caso de los gatos, la aparición de enfermedades desencadenadas por un cuadro de estrés provocaría patologías que generen dificultad para orinar; y al ocultarlo o presentar síntomas menos perceptibles por el propietario, hace que nos topemos con una enfermedad más avanzada y difícil de controlar. Por lo que es clave diagnosticarlas antes posible mediante analíticas de control y visitas rutinarias", afirma Renato Aste.
En cuanto a los perros, la manifestación, como decíamos al principio, suele ser más clara, así como los síntomas. Por eso es más fácil que los propietarios se den cuenta y pidan consejo veterinario. Asimismo, los tratamientos que se administran según el cuadro clínico suelen ser mejor tolerados.
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Necesitan siempre agua fresca y limpia
La cantidad de orina que expulse nuestra mascota depende de sus necesidades hídricas. "La falta de agua supone que el organismo retenga más cantidad de esta, por lo que un déficit de líquidos retendrá agua, generará menos orina y reducirá la micción". Es importante administrar agua fresca y limpia en todo momento. De cara a que nuestra mascota tenga o no una enfermedad, siempre es importante dejarles buenas cantidades de agua para asegurarnos que están hidratados. Al fin y al cabo, el agua es fundamental para el correcto funcionamiento homeostático del cuerpo; y por lo tanto, un déficit de esta hace que miccione menos.
Una vez más, tenemos que tener en cuenta, como nos explica el experto, que hay ciertos problemas comportamentales, sobre todo en los gatos, que generan un rechazo hacia el agua de bebida. La cercanía del cuenco al arenero y el estancamiento del agua genera repulsión. Por lo que es recomendable el uso de fuentes, ya que mantiene recirculando el agua, lo cual es síntoma de pureza y provocando su atracción.
Si observamos que nuestro perro o gato no bebe suficiente agua, podemos optar por ofrecerle comida húmeda, que tiene un alto nivel de humedad y suplirá parte de sus necesidades. Mezclar el pienso con agua ayuda a que este sea más palatable y aumentará en medida la cantidad de agua ingerida. Sin embargo, es mejor utilizar los alimentos húmedos ya preparados para estos casos, concluye el veterinario de Kivet Aribau.