'Sonríe', 'sé feliz', 'al mal tiempo buena cara', 'todo depende de cómo lo mires'... Vale, bien. Son mensajes muy positivos, muy optimistas, no está mal intentar ver siempre el lado bueno de las cosas. Pero tú sientes que tu malestar va en aumento. Aplicas el pensamiento positivo, te anotas todas esas frases que aparecen enmarcadas en imágenes idílicas y continúas sin remontar. Y, encima, culpable, por no reírte más. ¿Qué te está pasando? Vivimos en el mundo de la imagen y la apariencia donde los sentimientos más humanos han pasado a un segundo plano ahogados por la hipocresía que esconden los mensajes felices. Desde hace varios años se está intentando trasmitir la idea de que la receta mágica para ser feliz consiste en ver el lado bueno de las cosas, pero ¿de verdad centrarse en lo agradable hace que los problemas desaparezcan?
En un mundo repleto de problemas y momentos complicados como el que nos ha tocado vivir con la pandemia, donde más de 300 millones de personas conviven con depresión y 260 millones con ansiedad, según datos de la OMS, hombres, mujeres, ancianos, adultos, adolescentes y niños sienten la presión de sonreír y aparentar que todo está bien, aunque no sean capaces de gestionar realmente sus emociones.
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Un psicólogo harto de los mensajes vacíos
Este es el punto de partida que ha animado al psicólogo y profesor universitario Buenaventura del Charco, a escribir su primer libro: Hasta los cojones del pensamiento positivo (Ed. Samarcanda), una crítica inteligente, mordaz y revolucionaria contra los mensajes bonitos, pero inservibles y vacíos de contenido, que esconden las páginas de la mayor parte de los libros de autoayuda centrados en el llamado pensamiento positivo, que, lejos de alejar los sentimientos negativos, obligan a reprimir las emociones reales.
En esta obra sincera, honesta, emotiva y directa, este joven psicólogo de origen marbellí enseña a ser feliz desde el verdadero cambio y la lealtad a uno mismo. Un viaje emocional hacia lo que significa ser realmente feliz, aceptando y superando el dolor, al ofrecer una filosofía de vida que realmente ayuda a encontrar el camino para una vida profunda y plena. Con él hemos hablado para ahondar en qué es realmente la felicidad y cómo podemos sentirnos mejor, aceptando el dolor y superándolo.
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¿Crees que el pensamiento positivo puede hacernos más mal que bien?
El pensamiento positivo puede ser muy dañino. Por un lado, culpabiliza a la gente por estar mal, ya que según esta perspectiva errónea, para sentirnos bien y ser felices sólo tenemos que ver las cosas buenas, de lo contrario, es que estas siendo tóxico o estas "pensando mal", me preocupa enormemente que en vez de ser empáticos y compasivos con quien sufre, le exijamos tener una falsa sonrisa en la cara en aras del pensamiento positivo.
Por el otro, creo que genera frustraciones continuamente, ya que lo que proponen, es contrario a cómo está diseñada la mente humana. Cuando la vida nos golpea nuestra atención se focaliza en el dolor emocional automáticamente para entender qué nos pasa y qué necesitamos, para movernos a la acción (de pelea para protegernos, aceptación de la pérdida o pedir ayuda a través del llanto, escapar del peligro con el miedo...) que es útil en esa situación. Es nuestro diseño biológico y no podemos ir contra el, por lo que es una guerra perdida de antemano. Además, todas las corrientes psicológicas y la investigación científica han demostrado que la evitación emocional (intentar no mirar o no sentir las emociones desagradables) provocan que estas se vuelvan más intensas e incontrolables o se conviertan en ansiedad, obsesiones, consumo impulsivo...
Finalmente, creo que el pensamiento positivo en realidad es estupidez o cobardía: si tenemos un problema debemos centrarnos en el mismo para poder entenderlo y buscar una solución, mirar a otro lado y fingir que no pasa nada sólo hará que este empeore terriblemente.
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¿A qué tipo de pensamiento positivo te refieres?
A todos ellos, no creo que existan diferencias. Todos ellos se basan en lo mismo: no aceptar la realidad de lo que ocurre y no responsabilizarnos de nuestros sentimientos para manipularnos viendo "lo agradable". Creo que es tratarnos como seres inútiles y débiles, incapaces de hacer frente a la realidad de la vida, incapaces de soportar los golpes implícitos al hecho de vivir la vida y que todos abogan por dar la espalda e ignorar nuestro propio dolor. Si un amigo tuviese una desgracia ¿le ignorarías? ¿No le darías un abrazo y le dejarías llorar sobre tu hombro? ¿Le dirías que te hablase de algo más agradable? Porque esta barbaridad es a lo que nos exhorta esta filosofía.
¿Y lo de cambiar los pensamientos negativos por positivos? ¿Puede perjudicarnos?
Si tienes un problema debes enfrentarlo no cambiarlo por una idea agradable. Si por ejemplo el médico te dice que tienes un problema de riñón, ¿de qué sirve centrarnos en que tenemos el corazón bien? Hemos de ver qué pasa con nuestra función renal, mirarla muy concienzudamente para entender qué ocurre y encontrar la solución, no pensar en gilipolleces. Pensar en cómo queremos encarar eso que nos está pasando siendo leales a nosotros mismos y en qué coste por nuestra decisión (todas la tienen) estamos dispuestos a pagar realmente.
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¿Qué es lo que, realmente, nos ayudará a alcanzar un mayor bienestar?
Creo que lo primero es no manipularnos ni sobreprotegernos. Ver el vaso medio lleno o verlo medio vacío es faltar a la realidad del 50% del vaso. Y es difícil tomar decisiones acertadas cuando estamos negando al menos, la mitad de la información. Creo que además nos sobreprotegemos y nos tratamos como seres débiles incapaces de afrontar el dolor. No necesitamos ser optimistas, necesitamos ser realistas con qué nos está pasando y cómo nos estamos sintiendo con ello, para tomar decisiones (que son mejores que cualquier técnica psicológica o pastilla) en base a ser honestos con nosotros mismos y con qué tipo de vida queremos llevar, con qué clase de persona deseamos ser. La congruencia con nosotros mismos, siendo fieles a lo que queremos de corazón, defendiendo nuestro criterio interno a pesar de que esa lealtad con uno mismo a veces implique renuncias, peleas o momentos de estar mal.
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Qué podemos hacer para lograr una mejor gestión emocional?
- Cuando nos ocurra algo malo, tomar conciencia de cómo nos estamos sintiendo. "¿Cómo me siento con esto ocurre y por qué me duele?"
- Entender que el malestar forma parte de la vida y tenemos derecho a ello. No sentirnos culpables o "tóxicos"
- "Escuchar" lo que el dolor emocional nos está diciendo y responsabilizarnos de ello. Llorar, estar rabiosos, desmotivados o asustados son estados normales y sanos ante el dolor, que nos dan información sobre qué necesitamos hacer: recuperarnos de la pérdida, protegernos y poner límites, replantearnos los objetivos, pedir ayuda...
- Asumir que la vida no tiene una "receta de la felicidad" o que no existe técnica psicológica irrefutable que solucionará todos los problemas o harán que no nos afecten. No existe una fórmula igual para todos, cada uno debe encontrar su propio sentido de vida y camino y asumir esa responsabilidad.
- En definitiva: conciencia emocional, aceptación y coraje para ser consecuentes y honestos con nosotros mismos.