Es, no hay duda, uno de los dolores más molestos, motivo de muchas consultas en el médico. Y es que no hay duda de que cuando nos molesta la espalda, nuestra calidad de vida se resiente. No solo afecta a nivel físico y sensorial, sino que el dolor de espalda también influye negativamente en las emociones e invalida en muchas actividades del día a día. Así, pues, ante una contractura o lesión muscular, se presentan múltiples opciones de tratamiento, que pueden combinarse, además, para mejorar el resultado. “Los tratamientos orales, tópicos, los parches de calor y la fisioterapia pueden ser complementarios y aumentar así sus propiedades terapéuticas”, nos cuenta el fisioterapeuta Pablo de la Serna.
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Analgésicos orales
Una de las primeras reacciones es recurrir a los medicamentos para tratar de mitigar el dolor. Y es que los analgésicos orales nos ayudan a conseguirlo. Estamos, eso sí, ante medicamentos que siempre deben ser recetados por el médico de cabecera, el traumatólogo o recomendados por el farmacéutico (evitando la automedicación). ¿Cómo nos ayudan? Por una parte, son eficientes ante un dolor específico, a la vez que pueden tratar más de una zona de dolor a la vez. Pero es que, además, sus efectos “suelen ser rápidos y se pueden tomar en cualquier lugar, siempre siguiendo las dosis establecidas por el profesional sanitario”, afirma Pablo de la Serna, quien añade que, eso sí, “debemos tener en cuenta que la duración de sus efectos se limita a unas horas, en ocasiones actúan más sobre los síntomas que sobre la causa y, a largo plazo, pueden ser invasivos, aunque no abusemos de ellos”.
Las cremas o geles
También son muy habituales en nuestro botiquín, y se trata mayoritariamente de medicamentos de uso externo que se aplican en la zona afectada por el dolor. “Son predecibles en su funcionamiento y también en el grado en el que van a paliar las molestias que tenga el paciente, aunque los efectos pueden tardar un tiempo en notarse y necesitan dedicar un rato para aplicarlos”, explica de la Serna. Eso sí, ten en cuenta que los medicamentos tópicos pueden manchar la ropa y suelen desprender olores intensos.
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¿Y los parches de calor?
Son otra buena alternativa a nuestro alcance. “Son eficaces y a la vez una solución natural, ya que no contienen medicamentos”, afirma el fisioterapeuta. Contienen una combinación de minerales –hierro, carbón, sal- y agua, que al entrar en contacto con el aire, liberan calor durante varias horas. Según detalla el fisioterapeuta, “su acción es muy localizada y, además de generar una agradable sensación de calor y adaptarse a diferentes áreas del cuerpo, se pueden usar hasta ocho horas y tienen un efecto duradero”, de hasta 16 horas. Eso sí, ten en cuenta que tratan solo una zona del cuerpo concreta
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¿Cuál elegir?
“Todas las opciones son válidas, tienen sus particulares beneficios y, lo más importante, pueden combinarse entre sí para multiplicar los efectos positivos y calmantes”, apunta el especialista. Y es que, de esta forma, se pueden tomar “los analgésicos orales para el dolor más severo y combinarlos con el uso parches de calor para obtener un efecto menos invasivo y a la vez relajar los músculos”. Y de la misma forma, “se pueden utilizar geles o cremas en casa y aplicar un parche de calor para un efecto más duradero fuera del domicilio, optando así por una combinación poco invasiva y bastante natural”, concluye. Si el dolor no remite, por supuesto se puede sumar “la ayuda de la fisioterapia como tratamiento de base y de mantenimiento en aquellas personas más proclives a sufrir dolores de espalda por su edad, estilo de vida o condición física”.