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Vitamina D y cáncer: ¿y si el calcifediol pudiera ayudar a los enfermos oncológicos?

Además de valorar la suplementación para alcanzar niveles en sangre óptimos de vitamina D, los expertos nos dan algunas claves que contribuyen a fortalecer el sistema inmunológico.


Actualizado 19 de mayo de 2021 - 20:49 CEST

La vitamina D, conocida médicamente como hormona D, juega un papel clave en la enfermedad de cáncer. De hecho, se está viendo que podría ayudar en la prevención y el tratamiento de las enfermedades oncológicas. Esta fue, de hecho, la principal conclusión a la que llegaron los expertos reunidos en la 4ª Jornada en Atención Multidisciplinar del Paciente Oncológico, organizada por el Centro Médico Teknon, encuentro que contó con varias colaboraciones, entre ellas, la de Faes Farma.

Esta vita-hormona es una vitamina liposoluble que, al ser sintetizada en las células de la piel, es considerada una hormona. Además de sus funciones clásicas en el metabolismo óseo, es decir, para ayudar a fijar el calcio en los huesos, las investigaciones de las últimas décadas han visto que esta hormona podría influir en la regulación de la expresión de diversos genes.

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¿Podría reducir la vitamina D el riesgo de cáncer?

Distintos estudios clínicos han determinado propiedades anticancerígenas de la vitamina D, con diversos efectos sobre el desarrollo y la progresión del cáncer. Debido a la importancia de esta vitamina y su implicación en numerosas funciones en el organismo y en los diferentes sistemas, como por ejemplo, el inmunológico, unos niveles bajos puede hacer que se alteren los mecanismos de protección frente a la formación de tumores. Esto propiciaría el desarrollo de la enfermedad y su progresión. Por ello, comprender el metabolismo desregulado de la vitamina D y su función en el cáncer es fundamental para el desarrollo de nuevas estrategias prometedoras para el éxito de la terapia contra el cáncer basadas en esta vitamina. Además, se ha observado que el uso de suplementación con vitamina D podría reducir la mortalidad en pacientes oncológicos en un 15%.

“Encontramos receptores de vitamina D en distintas células del sistema inmune, concretamente, en los linfocitos T, los linfocitos B, macrófagos y monocitos. En la evidencia científica más reciente observamos cómo valores altos de vita-hormona D (>30ng/mL) reducen de forma significativa el riesgo de cáncer de mama, colon, vejiga, vías urinarias y próstata”, explica María Real Capell, farmacéutica, nutricionista y psiconeuroinmunoendocrina. La especialista en farmacia señala que se ha visto cómo a nivel celular los niveles altos de vitamina D ayudan a:

  • Reducir la adhesión e invasión de tejidos
  • Inhibir la proliferación de células tumorales
  • Inhibir la metástasis y la inducción de apoptosis (es el mecansmo por el cual las células se 'suicidan' y se evita la formación de tumores)
  • Proteger el ADN del daño oxidativo que se produce por un desequilibrio entre los radicales libres y los antioxidantes.

"Si los pacientes oncológicos no cuentan con valores en sangre de calcifediol >30ng/mL (de vitamina D) hay que suplementar a menos que se presente una insuficiencia renal. Es algo que siempre tiene que estar bajo la supervisión del profesional médico que trate al paciente”, añade.

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Cambios en nuestro estilo de vida para reforzar nuestro sistema inmune

Además de valorar la necesidad de recurrir a los suplementos de vitamina D, María Real Capell comparte, además, las claves para poner en marcha cambios en nuestro estilo de vida que refuercen nuestro sistema inmune. Para la especialista, es básico seguir una alimentación rica en micronutrientes, destacando aspectos importantes como:

  1. Aportar suficiente cantidad de zinc, magnesio, selenio, cobre, vitamina D, vitamina C, vitamina A y vitaminas del grupo B.
  2. En cuanto a macronutrientes: consumir proteínas en todas las ingestas y tener un buen aporte de grasas poliinsaturadas.
  3. Mantener un equilibrio correcto entre omega 3 y omega 6.
  4. Consumir fibra soluble e insoluble para tener una buena microbiota, ya que en el intestino se encuentra entre el 70 y el 80% del sistema inmune.
  5. Consumir 2-3 veces por semana alimentos probióticos.
  6. Tener un buen aporte de hierro para tener unos niveles adecuados de ferritina y hierro.
  7. Desplazar de la dieta este tipo de alimentos: azúcar, bebidas energéticas, edulcorantes, harinas refinadas o aceites hidrogenados.
  8. Practicar ejercicio de forma regular, 3-4 veces por semana y moverse cada día. Para la experta, el deporte es voluntario, pero el movimiento es innegociable. Moverse implicaría un mínimo de 10.000 pasos diarios.
  9. Respetar los biorritmos del cuerpo y descansar lo suficiente. Para un buen funcionamiento del sistema inmune la especialista recomienda dormir alrededor de 8 horas y, a poder ser, no irse a dormir más tarde de las 23.00 para tener un sueño más reparador.
  10. Gestionar el estrés, dado que este afecta negativamente al sistema inmune y promueve la aparición de patologías crónicas como las enfermedades autoinmunes.

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