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Ejercicio físico

¿Puede la actividad física ayudarnos a prevenir una trombosis?

Hay relación entre el ejercicio y la salud cardiovascular


6 de mayo de 2021 - 12:23 CEST
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La relación entre la trombosis y las vacunas contra la Covid-19 está en el centro de todas las dianas. Mucho se ha hablado en las últimas semanas sobre las consecuencias que algunas vacunas podrían tener en el riesgo de sufrir trombos -coágulos que se forman en torrente circulatorio-. Pero, además, los estudios que se están llevando a cabo debido a esta situación, no han hecho sino volver a poner de manifiesto la asociación directa entre la actividad física y una buena salud cardiovascular. Y es que esta reduciría considerablemente el riesgo de sufrir trombos o embolias. Según un estudio publicado por la NIH (National Library of Mecine) estadounidense, existe una asociación entre el tiempo que una persona permanece sentada y el riesgo de embolia pulmonar idiopática. La muestra del estudio estuvo formada por 70.000 mujeres y el período de estudio fue de 18 años, y se llegó a la conclusión de que el riesgo de embolia pulmonar era más del doble en las mujeres que pasaban la mayor parte del tiempo sentadas en comparación con las que pasaban menos tiempo en esta posición.

 

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¿Qué es un trombo?

Lo primero es partir de conocer qué es exactamente un trombo. Se trata de un coágulo en el torrente circulatorio que produce una obstrucción al flujo en esa zona. Cuando se desprenden pequeñas porciones y viajan por el torrente sanguíneo hasta un órgano diana, como pueden ser los pulmones o el cerebro se produce un embolismo, pulmonar en el caso de los pulmones o ictus -o accidente cerebro vascular- en el caso del cerebro. Es ahí donde entra en juego la actividad física, pues según el Dr. Pedro Castells, médico rehabilitador del Hospital IMSKE, “el movimiento favorece la circulación de la sangre por los vasos evitando que quede estancada o circule más lenta, por lo que reduce el riesgo de desarrollar trombos”.

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¿Cómo se manifiesta la embolia pulmonar?

Tal y como nos explica el doctor, la embolia pulmonar es una obstrucción en una de las arterias de los pulmones. En la mayoría de los casos, la embolia pulmonar es causada por coágulos sanguíneos que viajan a los pulmones desde las venas profundas de las piernas o, raramente, desde las venas de otras partes del cuerpo (trombosis venosa profunda).

Debido a que los coágulos bloquean el flujo sanguíneo a los pulmones, la embolia pulmonar puede ser mortal. Sin embargo, el tratamiento rápido reduce en gran medida el riesgo de muerte. Tomar medidas para prevenir los coágulos sanguíneos en las piernas ayudará a protegerte contra la embolia pulmonar.

 

¿Cuáles son los síntomas de una embolia pulmonar?

-Falta de aliento (disnea).

-Respiración rápida (taquipnea).

-Dolor o malestar de pecho que en general empeora al toser o respirar profundamente.

-Aumento de la frecuencia cardíaca (taquicardia).

-Toser sangre (hemoptisis).

-Presión arterial muy baja, mareos o desmayo.

 

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¿Qué beneficios tiene el deporte?

El doctor nos explica que una correcta circulación de la sangre, sin duda, evita que esta quede estancada o circule más lenta, por lo que reduce el riesgo de desarrollar trombos. En este sentido, es muy importante destacar que el ejercicio favorece notablemente la circulación de la sangre. El doctor Castells enumera una serie de beneficios para la salud de nuestro sistema cardiovascular que se derivan de la actividad física:

1. Produce dilatación de los grandes vasos (aorta, subclavia, carótida), junto a un grosor de pared arterial disminuido. Este escenario favorece un mayor volumen de luz arterial, lo cual daría mayor margen a la sangre para fluir sin problemas.

2. El tamaño y las paredes del corazón aumentan ligeramente, mejorando su capacidad de llenado y vaciamiento, por tanto, es más eficaz, capaz de expulsar más sangre en cada latido.

3. Mejora el retorno venoso (de la sangre por las venas hacia el corazón) desde los miembros inferiores gracias a un mayor tono muscular. Una buena masa muscular protege contra eventos cardiovasculares en ancianos.

4. Hace más flexible la placa de ateroma (que bloquea el paso de sangre y provoca la enfermedad coronaria, es decir, que puedas tener una angina de pecho o un infarto), que tiene una composición más favorable en atletas entrenados, incrementándose el contenido en colágeno y elastina.

5. El ejercicio físico también genera la formación de vasos colaterales, es decir, pequeños vasos sanguíneos que forman un entramado complejo y que, en el caso de bloquearse una arteria principal, aportan cierta cantidad de sangre al tejido en peligro, minimizando el daño causado.

“Todos estos efectos beneficiosos, que reducen notablemente el riesgo de sufrir trombos, se pierden en personas sedentarias”, nos explica el especialista.

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El ejercicio, pilar de tu salud

La conclusión, por lo tanto, es que es fundamental hacer deporte, mantenerse activo. Incluso si hace tiempo que no realizas actividad física. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sedentarismo es infinitamente más peligroso que salir de la inactividad. Con todo, es cierto que hay que seguir unas pautas médicas para optimizar los beneficios indudables del ejercicio como motor de salud. “Se recomienda realizar ejercicio al menos 4-5 veces a la semana y de una duración 30-45 minutos, alcanzando 60-75 % de la frecuencia cardíaca máxima (ésta se calcula con la resta: 220-edad). Es importante también iniciarse lenta y progresivamente: los 5- 10 minutos iniciales realizar estiramientos, y ejercicios suaves y lentos (calentamiento)”, explica el Dr. Castells.

 

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Moverse después de la pandemia

Esto es muy importante sobre todo si tenemos en cuenta que la pandemia ha supuesto un parón en nuestras vidas. De una u otra manera, ha cambiado nuestras rutinas y muchas personas han visto frenada su actividad. “Cualquier periodo de inactividad alargado en el tiempo va a tener consecuencias negativas tanto a nivel cardiovascular como locomotor. En este sentido, sobre todo en personas mayores, la inactividad obligada por la pandemia ha tenido también consecuencias negativas como la pérdida de hábitos posturales sanos, como los que trabajamos al caminar y, en general, al estar activos, que han sido reemplazados por horas de permanecer sentados o tumbados. Así que a problemas cardiovasculares hemos sumado procesos dolorosos en músculos y articulaciones”, nos cuenta el doctor.

Y qué decir de las personas que han tenido que estar ingresadas, en cuyo caso los efectos negativos que pueden suponer los parones prolongados de actividad cobran hoy más importancia que nunca por los efectos de la pandemia. En este sentido, “el Dallas Bedrest and Training Study encontró, durante 30 años de seguimiento, que el reposo en cama durante 3 semanas en personas de 20 años disminuye la capacidad aeróbica (estado físico cardiorrespiratorio) en mayor medida que tres décadas de envejecimiento. Para recuperar esta pérdida de capacidad aeróbica se requirieron seis meses de entrenamiento cuando tenían 50 años”, apunta el Dr. Castells. “También se han encontrado pérdidas de densidad mineral ósea y capacidad aeróbica (pérdida de 1% diario en consumo máximo de oxígeno) durante las primeras 2 semanas de reposo en cama, que son superiores en mayores de 60 años”.

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Levantarse de la silla con frecuencia

Teniendo en cuenta los resultados del estudio que han llevado a cabo, ¿deberíamos intentar evitar estar sentados por largos periodos de tiempo sin levantarnos? “Por supuesto. El movimiento es importantísimo, no ya para conservar una buena salud cardiovascular que reduzca el riesgo de trombos. También para evitar procesos dolorosos como el de espalda. En la medida en la que nuestros tejidos, músculos y articulaciones reciban una buena oxigenación y una correcta circulación sanguínea estaremos trabajando la prevención de todo ello. Es cierto que es complicado afrontar el reto del movimiento cuando estamos atados a un ordenador 8 horas al día, pero debemos intentar al menos levantarnos, andar un poco, cambiar de posición cada 2hs”, recomienda el doctor Castells.

 

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