Tras más de un año de pandemia, poco a poco se van teniendo más certezas en relación a cómo se desarrolla la infección por coronavirus y cómo es la evolución de la COVID-19 en cada persona. Una enfermedad que puso en jaque a los asmáticos, al dañar especialmente a los pulmones. Pero en relación con el contexto actual de coronavirus y las dudas que existen aún al respecto, los expertos hacen un llamamiento a la tranquilidad y afirman que los pacientes asmáticos no tienen mayor riesgo de contagio que el resto de la población. “Los pacientes asmáticos no presentan mayor riesgo de desarrollar una forma grave de COVID-19. De hecho, un trabajo realizado sobre una cohorte de pacientes hospitalizados por neumonía derivada de este coronavirus y publicada en el European Respiratory Journal refuerza esta afirmación”, cuenta el doctor Javier Domínguez, presidente del Comité de Asma de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), coincidiendo con la celebración del Día Mundial del Asma, que se conmemora con el objetivo de concienciar a la población sobre lo que supone esta enfermedad para las personas que la padecen.
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No bajar la guardia
Lo cual no quiere decir que se deba bajar la guardia o que no puedan existir complicaciones. Y es que no podemos olvidar que estos pacientes, por las características concretas de su patología, tienen unas vías respiratorias mucho más susceptibles a cualquier tipo de infección, especialmente las víricas. “El asma es una enfermedad inflamatoria por lo que, si un paciente tiene una infección vírica y es asmático, va a tener una mayor respuesta que un paciente que no lo es. Esto va a favorecer una hiperreactividad de los bronquios y la posibilidad de que esa infección derive en una crisis de asma”, explica el alergólogo. Así, un paciente con un asma mal controlada de base podría tener más posibilidades de desarrollar una infección respiratoria vírica, entre las que se incluye la causada por el coronavirus, así como una peor evolución de la misma. No hay, ni mucho menos, que bajar la guardia. “Por este motivo es muy importante que los pacientes asmáticos sigan y realicen sus tratamientos de forma adecuada para evitar ser aún más susceptibles a infecciones, y por lo tanto, a tener complicaciones por el COVID-19”, detalla.
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Una enfermedad crónica
Este año, el Día Mudial del Asma se conmemora bajo el lema Descubriendo conceptos erróneos del asma, y los alergólogos abordarán las creencias más comunes que hoy en día se mantienen con respecto a las personas que sufren esta enfermedad, así como su capacidad de desarrollar diferentes actividades, como por ejemplo, hacer deporte. Todo, con el objetivo de intentar facilitar la vida de los pacientes de una enfermedad crónica que ha ido incrementando su incidencia en las últimas décadas. Sus síntomas más conocidos son la aparición de episodios de dificultad respiratoria (crisis o ataques), generalmente asociados a otros síntomas como tos, pitidos al respirar y sensación de ahogo. Y lo cierto es que en la mitad de los casos esta patología aparece como respuesta a determinados estímulos que producen alergia, entre los que se encuentran el polen, los ácaros del polvo, los epitelios de animales, ciertos alimentos, etcétera.
Las mascarillas y el asma
Uno de los mitos que se desmiente es que el uso de mascarillas perjudica a los pacientes con asma. Los expertos de la SEAIC apuntan que las mascarillas no solo no empeoran el asma, sino que se ha demostrado que sirven de barrera para evitar, no solo infecciones víricas (como por ejemplo la COVID-19), sino otro tipo de infecciones. El problema, claro está, lo encontramos en la poca habituación que teníamos, hasta ahora, al uso de mascarilla, que hace que sea normal que los pacientes asmáticos sean más susceptibles a percibir la diferencia de flujo aéreo, cambios en la humedad o temperatura, del aire que inspiramos, cosa que si nos obsesiona puede provocar hiperventilación y sensación de falta de aire. La habituación al uso de mascarillas es una educación psicológica progresiva por la que muchos hemos pasado estos meses, mejora su tolerancia con el uso y lo importante es centrarse en los beneficios que nos está aportando su uso.
El asma puede ser una enfermedad grave
Sin duda, el asma es una enfermedad seria. No podemos negar que se trata de una enfermedad potencialmente mortal y, tanto es así que, anualmente, más de 1.000 personas fallecen en nuestro país debido a esta patología. “Algunos años estas cifras han llegado a superar a las muertes en accidentes de tráfico”, señala el doctor Javier Domínguez, presidente del Comité de Asma de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). Para intentar prevenir los problemas más graves, el control de la enfermedad es uno de los más importantes y determinantes. A este mal control puede llegarse por varias causas, aunque el infratratamiento sigue siendo muy frecuente. Por ese motivo es necesario insistir en su riesgo incluso vital, que además es evitable en la mayoría de los casos con el tratamiento y el seguimiento apropiado.
“Si un paciente no diagnosticado correctamente de asma lleva un tratamiento inadecuado, tiene más posibilidades de sufrir exacerbaciones o crisis”, advierte el alergólogo. En este sentido, ocurre lo mismo con los asmáticos alérgicos que no llevan un seguimiento regular, que por diferentes causas no realizan de forma apropiada la terapia o simplemente no conocen el agente causal de su alergia.
¿Es útil la vacuna para la alergia?
Tal y como explican los expertos, existen herramientas eficaces en el tratamiento de la enfermedad alérgica, como la inmunoterapia, conocida popularmente como “vacunas para la alergia”. Este método solo puede utilizarse en aquellos casos en los que se ha confirmado la relevancia clínica del alérgeno. “Algunos tratamientos de inmunoterapia han demostrado su eficacia disminuyendo el número de exacerbaciones de asma. Sin embargo, esto no implica que todo paciente que sufra de asma alérgica deba ser tratada con inmunoterapia. De hecho, los que padecen asma grave, con disminución severa de su función pulmonar, aunque sea de origen alérgico, no son candidatos a esta opción”, advierte el doctor Ernesto Enrique, presidente del Comité de Inmunoterapia de la SEAIC.
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La vacuna de la COVID-19 y las vacunas para la alergia
Tal vez los pacientes que se vacunan para la alergia tienen dudas en estos momentos en los que tanto se habla de las vacunas para la COVID-19. ¿Se pueden administrar ambas a la vez? “Si el paciente estuviese recibiendo una vacuna para tratar su alergia, en el caso de vacunas inyectadas, se recomienda dejar pasar un intervalo de 7-10 días entre la dosis de vacuna de alergia y la de la vacuna frente a coronavirus. En el caso de las vacunas sublinguales se debe omitir la dosis de la vacuna sublingual de alergia el mismo día de la vacunación frente a coronavirus. En este sentido, si produjesen síntomas, se recomienda posponer la reanudación de la vacuna sublingual hasta la resolución de los efectos secundarios de la vacuna frente al coronavirus (por lo general, de 1 a 3 días)”, recomienda el doctor David Baquero, coordinador de comunicación de la SEAIC.