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chica llorando© Adobe Stock

Psicología

Esta terapia te ayuda a curar las heridas emocionales para que no duelan más

Se llama EMDR y no trata de escarbar en el pasado, sino de conocer el trauma para desligarlo de los pensamientos negativos y permitirte vivir con mayor plenitud


Actualizado 29 de abril de 2021 - 18:48 CEST

Cuando nos hacemos una herida, lo mejor es limpiarla bien y dejarla secar al aire. Así se irá cerrando, se convertirá en una cicatriz y dejará de doler. Al mirarla recordaremos lo que pasó, pero ya no sentiremos dolor. Si por el contrario tapamos la herida y nos decimos que no está, es posible que acabe infectándose y generando un problema más grave. Con las heridas emocionales pasa lo mismo. Cuando algo nos ha causado daño, debemos entender cómo nos afecta y descubrir si hay bloqueos que nos siguen limitando. Hay terapias que nos ayudan. Se trata de un camino que hay que recorrer con delicadeza, paciencia y confianza en nosotros mismos porque estos problemas tienen solución. Así de segura se muestra la psiquiatra Anabel González, autora de 'Las cicatrices no duelen' (ed. Planeta).

Anabel Gonzalez es especialista en trauma y regulación de las emociones. En su libro nos muestra una reveladora ruta hacia la curación emocional. Para ella, soltar el lastre del pasado cambia radicalmente nuestras vivencias presentes y nos permite realmente estar. Lo hace a través de una terapia que ha demostrado ser muy útil para el estrés postraumático. De hecho, cogió fuerza tras los atentados de las Torres Gemelas, en EE.UU, y hoy se utiliza para la superación de los traumas que nos obsesionan y nos impiden vivir plenamente. Se trata del EMDR (Eye Movement Desensibilization and Reprocessing), un modo de trabajar basado en el uso de los movimientos circulares y el reprocesamiento de los recuerdos con el que aprenderemos a sanar traumas y deshacer los nudos mentales que nos impiden evolucionar.

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Cómo transcurre una sesión de EMDR

Se trabaja con cada recuerdo buscando una imagen representativa de lo peor de esa experiencia, de los sentimientos negativos hacia uno mismo que esa situación provoca en la persona y del cambio de perspectiva que quiere que se produzca a este nivel, así como de las emociones y sensaciones corporales que todavía están activas respecto a esas memorias. Una sesión de EMDR puede transcurrir del siguiente modo.

  • Mediante una estructura de preguntas se accede a la red de memoria traumática (recuerdo).
  • Mediante Movimientos oculares biliateralizados y alternativos, tapping (toques alternativos y bilateralizados en las rodillas sobre los anversos de las manos del paciente), se estimula la red de memoria.
  • En esta fase se liberan de la red de memoria traumática las emociones perturbadoras almacenadas.
  • Reprocesar: Es un “volver a experimentar” la experiencia “hibernada” con nuevas asociaciones. De este modo, se realiza una nueva información en el cerebro. Entonces se podrá evocar el recuerdo sin perturbación y con ausencia de sensaciones físicas corporales desagradables (dolor de estómago, tensión en los hombros, opresión en el pecho, dolor de cabeza, etc.) que si experimentó durante el reprocesamiento y que son parte de la memoria corpórea del recuerdo procesado.

Como señala Anabel González, el trabajo con EMDR no va de “escarbar en el pasado”, sino de desmontar la influencia negativa de ese pasado. Su objetivo real es poder vivir el presente de otro modo, más satisfactorio, sintiéndonos más conectados con nosotros mismos y con los demás.

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¿Podré curar mi herida emocional?

La respuesta es sí. Con tiempo y con ayuda. La psiquiatra recuerda que "los procesos de curación emocional tienen, por tanto, un curso natural que hemos de respetar. La tristeza, por ejemplo, ha de derramarse en lágrimas, dejando así salir la presión. Como la tristeza se genera habitualmente por una pérdida, lo que produce aún más alivio es la conexión con otro ser humano que resuene con nosotros, el abrazo de alguien que nos comprende. Si hacemos esto, la tristeza durará un tiempo y, poco a poco, se irá. Quedará una cicatriz emocional que nos dirá: “Aquello fue importante para mí, me dolió perderlo”, pero ya no nos detendrá. Entonces será cuando realmente podremos seguir adelante", asegura.

La experta también nos recuerda que para que una herida cure y sane hay que intentar dejar de 'culparse' y cuidarse. "Si intentamos desbloquear una experiencia difícil y dolorosa mientras nos estamos machacando internamente por haber dejado que pasase, nos dolerá aún más. Es como intentar limpiar una herida a la que le estamos echando sal a puñados. Por eso, si la persona ha aprendido antes a tratarse mejor, a entenderse y a cuidarse, y a hacerlo aún más cuando se siente mal, el trabajo con recuerdos se hace más fluido y eficaz", subraya.

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