‘Doctor, me gustaría parecerme a esta imagen que traigo’. Hasta aquí, nada raro. Siempre que buscamos una mejora estética en algún rasgo de nuestro rostro lo hacemos basándonos en un modelo, que solían ser personajes conocidos en los que nos inspirábamos. Queríamos 'la nariz de' o 'los labios de'. Es ahí donde ha llegado el cambio. Ahora ponemos nuestros ojos en otros modelos: el objetivo ahora de algunas personas es parecerse a su mejor selfie, ese que solo se logra después de varios filtros y que puede distar mucho del aspecto real.
Es lo que los expertos han bautizado como ‘dismorfia del selfie’ o ‘dismorfia de Snapchat’. Y es que los especialistas en estética están comprobando cómo crece el número de personas que no se comparan con modelos o actores como hacían antes, sino con una visión de ellos mismos distorsionada por los filtros faciales.
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¿Son los 'millennials' quienes más lo sufren?
Nos planteamos quiénes son más proclives a sufrir este trastorno de la propia imagen. Los expertos apuntan a los milennials y más en concreto a los usuarios de Instagram como aquellos que pueden llegar a solicitar cirugías radicales para modificar sus rasgos de acuerdo con el resultado que obtienen con esos filtros.
“Afecta sobre todo a millennials. Este grupo generacional pasa muchas horas en Instagram, precisamente una de las redes sociales donde más se abusa de los filtros faciales (los famosos filtros beauty)”, señala el doctor Ángel Juárez, miembro de la SECPRE y cirujano al frente del Departamento de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora del Hospital Universitario La Zarzuela de Madrid.
Cómo nos han influido las redes sociales
Y es que las redes sociales han influido, y mucho, en nuestra percepción de la importancia de nuestra imagen. “Desde el momento que nacieron los selfies y la fotografía digital de calidad desde el móvil, este mundo está en constante evolución. Hoy en día, para la gente joven sobre todo, es muy importante la imagen que se transmite en las redes sociales con este tipo de foto, que era impensable hace 15 años. Nos importa más la percepción que tengan de nosotros mismos en las redes más que en la vida real”, considera el doctor David Vázquez Vecilla, cirujano de Martín del Yerro.
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Cambio del modelo que nos inspira
Centrándonos en el caso concreto de la estética, el doctor Juárez hace referencia a ese cambio de fuente de inspiración que citábamos antes. “Ya no se comparan con modelos, actores o personajes públicos, sino con una visión de ellos mismos distorsionada por los filtros”. Los expertos han detectado este problema, que surge cuando se identifican más con la imagen de sus selfies, rechazan su apariencia real y buscan solucionarlo con la cirugía estética.
Aun así, “sigue habiendo la gente que pide la nariz del famoso que le gusta, aunque sí que es verdad que cada vez más la gente valora el efecto que le genera un filtro de una red social. Tienes que mantener la cautela y mostrar resultados realistas a las pacientes y sobre todo, no perder la naturalidad y proporciones que es donde nos debe llevar nuestra profesión”, nos cuenta el doctor Vázquez Vecilla.
Esto es lo que piden
¿Y qué es lo que buscan quienes acuden con el móvil en mano enseñando estas imágenes retocadas con filtros? ¿Han notado los expertos un cambio en las preferencias estéticas de las mujeres en los últimos tiempos? “Con el auge de la medicina estética, mezclada con la interacción en las redes sociales de las personas, los cánones de belleza han sufrido una evolución mucho más rápida de cómo lo venían haciendo antiguamente. La tendencia a realizar muchos tratamientos de relleno para mantener o restituir volúmenes que se pierden con la edad ha hecho que siempre queramos mantener las estructuras (pómulo, óvalo facial, etc) como la teníamos en la juventud”, nos cuenta el doctor Vázquez Vecilla basándose en su propia experiencia.
“En la mayoría de los filtros que se utilizan en redes se estrechan las narices, se hacen los rostros más afinados, los labios más gruesos y las cejas más elevadas. Esto se traduce en una mayor demanda de rinoplastias, extirpación de bolas de Bichat y aumento de labios”, explica por su parte el doctor Juárez.
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Escuchar siempre la opinión del experto
Es ahí cuando el papel del médico estético o cirujano cobra aún más importancia. “Creo que esto va a ser algo mucho más común en nuestra consulta cada día que pase. He tenido gente en consulta mostrándome los labios que quería y esos eran generados por los filtros... Dada esta situación, hay que saber utilizar estas herramientas porque las pacientes las incorporan a su vida diaria y aprovechar la información que te dan sobre los gustos de la paciente”, cuenta el cirujano de Martín del Yerro. Pero, además, es importante saber detectar este tipo de trastorno que, afortunadamente, tampoco es predominante. “Cada época tiene sus cánones estéticos. Ahora sucede igual, pero hay un mayor acceso a la imagen. Las redes sociales, más que marcar las pautas, aportan muchísima información para entender mejor estos estándares de belleza. Algunas pacientes llegan a la consulta con fotos de influencers. Otras traen su propia simulación de cómo les gustaría el resultado. Esto nos ayuda a los cirujanos a saber si estamos ante una persona con expectativas realistas o no”, declara el doctor Juárez.
Es cuando advierten señales de dismorfofobia cuando deben actuar de forma clara, evitando la realización de cualquier acto quirúrgico y, en su lugar, sugerir apoyo psicológico. El doctor Juárez apunta que hasta hace poco se hablaba del trastorno dismórfico corporal, dismorfofobia o Síndrome del Espejo relacionado con problemas asociados a la talla corporal. La irrupción del rechazo también a los rasgos faciales y la búsqueda de cirugías faciales, en ocasiones, muy radicales abre un peligroso escenario que apela, más que nunca, a la profesionalidad y ética de los profesionales de la salud estética. “No hay que olvidar que lo resultados de una cirugía son permanentes y la no aceptación de la nueva imagen puede causar severos trastornos emocionales”, apunta el doctor Juárez.
¿Qué le sugerirían a una paciente que lo hiciera, que acudiera, móvil en mano, pidiendo la imagen con la que ella se ve filtro mediante? “Lo primero hacerle ver que es un filtro, que no es real. Que lo entienda y nos muestre qué quiere mejorar o en qué se ve mejor con ese filtro. Ver de qué partimos y que información sacamos de lo que nos muestra. De ahí ver lo que le podemos ofrecer de forma realista sin realizar nunca algo que va en contra de tus patrones de correcto uso de la medicina o cirugía estética”, concluye el doctor David Vázquez Vecilla.