En las últimas semanas, habrás escuchado hablar de la trombosis, una dolencia que puede aparecer tras haber contraido la COVID-19. Asimismo, se ha vinculado el riesgo de trombosis con la vacuna de AstraZeneca. Sin embargo, la Agencia Europea de Medicamento ha verificado que es segura y ha recomendado que se continue la vacunación.
La Sociedad Española de Neurología nos explica que se llama trombosis a cualquier situación en la que el paciente presenta un trombo o un coagulo sanguíneo que impide o dificulta la circulación sanguínea. En el caso de la trombosis de senos venosos cerebrales, se denomina así porque este trombo se localiza en el sistema venoso del cerebro.
Para conocer más detalles sobre este tipo de trombosis, cuál es el riesgo de sufrirla, los síntomas y el tratamiento hablamos con el doctor José Antonio Sánchez García, responsable de la Unidad de Enfermedades Cerebrovasculares. Servicio de Neurología del Hospital Quirónsalud Málaga.
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¿Qué es la trombosis venosa?
La trombosis venosa cerebral (TVC) es un subtipo de ictus infrecuente (apenas un 0’5% de todos los casos de ictus) en el que se ve comprometida la circulación en el sistema venoso, profundo o superficial, de nuestro cerebro.
La TVC dificulta el flujo de la sangre desde nuestro cerebro hasta el corazón para oxigenarla llevando consigo la elevación de la presión intracraneal. Al igual que ocurre en los ictus ‘arteriales’, se pueden producir hemorragias e infartos, con afectación del tejido cerebral correspondiente a la vena trombosada. Sin embargo, en muchos casos no llega a este extremo, principalmente si la atención es precoz.
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¿Cuáles son los factores de riesgo?
Es más frecuente en mujeres que en hombres y la edad media es inferior que en ictus arteriales (20-40 años), pudiendo ocurrir en niños.
En el caso de la mujer, el riesgo es mayor en caso de toma de anticonceptivos orales (con altos niveles de estrógenos -fundamentalmente si la mujer es fumadora-), embarazo y puerperio, aunque existen otros factores de riesgo asociados en los que se favorecen cambios inflamatorios sistémicos, como pueden ser tumores o procesos infecciosos, enfermedades autoinmunes, así como otros factores protrombóticos hematológicos que favorecen la formación de trombos.
¿Qué relación existe con la COVID-19?
En la enfermedad por COVID-19 hemos podido observar diversas las complicaciones trombóticas o de circulación que pueden aparecer, tanto en el sistema arterial como en el sistema venoso, sobre todo en los enfermos graves. Se cree que este efecto se asocia a una hiperrespuesta del sistema inmunitario en la lucha contra el virus, que genera sustancias coagulantes como, por ejemplo, el fibrinógeno. Otro de los mecanismos que intervienen es la inflamación de los propios vasos, lo que se denomina ‘vasculitis’. Por último y no por ello menos importante, problemas cerebrovasculares secundarios a patología cardiaca asociada a COVID-19.
¿Es la misma causa que por la vacuna?
En el caso de la vacuna, son casos de trombosis de senos venosos cerebrales, con la particularidad de ir asociadas a una disminución del número de plaquetas en sangre, lo que sugeriría una activación anormal del sistema de la coagulación. En cualquier caso, son casos aislados, por lo que el beneficio supera ampliamente los posibles riesgos.
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¿Por qué no se habla de este efecto secundario en otras vacunas, solo en AstraZeneca?
Probablemente, esté relacionado con el hecho de la hipervigilancia en el proceso de vacunación y la atención mediática que estamos viviendo.
Por ejemplo, en el caso de la vacuna de la gripe, se aprecia un riesgo incrementado de TVC en fumadores.
Si leemos la ficha técnica de los anticonceptivos orales que incluyen estrógenos, aparece reflejado el aumento de riesgo de trombosis venosa. Sin embargo, los continuamos usando.
¿Cuáles son los síntomas de una trombosis?
El inicio de los síntomas de forma aguda-subaguda ocurre en un 80% de los pacientes. A diferencia del ictus, el dolor de cabeza de inicio agudo y persistente es el síntoma fundamental en el 90% de los casos, ya sea unilateral, localizado o en toda la cabeza. Puede ser el único síntoma o el síntoma inicial (hasta un 20% de los casos la exploración neurológica es normal). El dolor empeora con esfuerzos o al tumbarse, sin responder de forma satisfactoria a analgésicos.
Náuseas, vómitos, alteración visual en forma de visión borrosa o doble sin síntomas frecuentes que nos tienen que poner en alerta.
Con menos frecuencia aparecen debilidad de un brazo o una pierna, crisis epilépticas o encefalopatía (alteración del estado mental, trastornos cognitivos).
Ante algunos de los síntomas previos, incluido un dolor de cabeza inhabitual (especialmente si nunca se ha padecido dolor de cabeza con anterioridad), de inicio brusco, persistente, rebelde a tratamiento, con náuseas o vómitos, con trastornos visuales, es preciso consultar de forma urgente.
¿Cuál es el tratamiento?
El tratamiento se basa en cuatro premisas: tratar la causa si esta es conocida, controlar complicaciones como las crisis comiciales (crisis epilépticas), tratar la hipertensión intracraneal si la hay y dar fármacos anticoagulantes que permitan la disolución del trombo y recanalizar, evitar la propagación de la trombosis, así como evitar trombosis en otras partes del cuerpo.
En casos especiales, puede ser necesario el uso de técnicas invasivas endovasculares para su disolución y/o extracción.
¿El pronóstico?
La TVC es una enfermedad potencialmente grave, aunque su pronóstico es mejor que en el caso de los ictus ‘arteriales’. Hasta un 80% de los pacientes tienen una buena recuperación. La mortalidad es baja (<5% en la fase aguda) y depende fundamentalmente de la elevación de la presión intracraneal y está directamente relacionada con el retraso diagnóstico.
La media del tiempo desde el inicio de los síntomas hasta un correcto diagnóstico es de unos 7 días. Sin embargo, la mejora en la atención al ictus agudo, hace que gran parte de los pacientes que consultan con síntomas de TVC sean atendidos como ‘código ictus’, permitiendo realizar un diagnóstico precoz, fundamental para obtener un pronóstico favorable.
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¿Se puede prevenir?
El riesgo de que un paciente que ha padecido una TVC pueda presentar un nuevo episodio, aunque existe, es bajo (inferior al 5%), dependiendo fundamentalmente de la causa que ha provocado el primer episodio. Evitar el tabaco, así como el tratamiento de enfermedades que potencialmente pueden producir la enfermedad (alteraciones hematológicas, enfermedades autoinmunes…) evitando combinaciones con anticonceptivos en el caso de la mujer, puede ayudar a prevenir esta enfermedad.