Si eres o fuiste 'fan' de Peter Pan, seguro que te acordarás de Wendy, aquella chica que se convirtió en la mamá de todos los niños cuando llegó al 'El país de nunca jamás'. La dulce Wendy, que tuvo un sutil romance con el niño que no quería crecer, se hizo cargo de los niños perdidos, de la gestión de la casa del árbol, de hacerle ver al chico que no quería crecer cuándo no tenía razón, etc. ¿Era una niña con un papel de adulta? No. La razón está en la psicología. Y los expertos te lo van a explicar. Se trata del Síndrome de Wendy, que no es lo mismo que el de Peter Pan: el que aparece en aquellas personas que asumen las responsabilidades de otros con una actitud maternal, normalmente, con la pareja o con la familia nuclear. No se trata, sin embargo, de ser controladora, sino de querer cuidar a los demás Lo analizamos con la Dra. Regina Insa Martínez, Psicóloga, Psicoterapeuta y Coach de Mundopsicologos.com. Pero antes, realiza este test de personalidad para saber si sufres este síndrome, también llamado 'complejo de Wendy'.
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Síntomas del síndrome de Wendy
Si has realizado este test, es probable que ya intuyas si lo sufres o no. Pero lo mejor es que los psicólogos te expliquen cuáles son las señales de alerta. "El primer paso es estudiar las síntomas", indica la doctora. Por ello, nos ayuda a detectar las características principales de las personas que sufren del 'dichoso' síndrome de Wendy' ya que, como veremos después, puede convertir nuestra vida en una especie de 'exclavitud' constante. Estos son los síntomas:
- Si tienes una excesiva preocupación y dedicación por que las cosas de los demás salgan bien, estén bien, porque no les falte de nada.
- Si en ese interés te olvidas de ti, de tus necesidades, de tus deseos y si sientes que, si no estás tú, todo saldrá mal (llegarán tarde, fracasarán, no sabrán, etc.).
- Si sientes agotamiento por estar pendiente de todo, de todos, por ser imprescindible, porque no hace falta que nadie pida nada, ni nadie te da las gracias por nada. Siempre estás tú, pendiente para que todo salga bien. Y si no haces todas esas cosas, te dejarán de querer.
Si estas frases te identifican y sientes que tienes las manos atadas y no sabes qué dirección tomar, probablemente, estés padeciendo el Síndrome de Wendy.
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Más en mujeres, aunque también en hombres
Culturalmente, es un síndrome más presente en la mujer y con el avance de la educación igualitaria, puede surgir en cualquier persona. Por ejemplo, "un padre puede sufrirlo con sus hijos: sería el padre que hace los deberes de sus hijos por miedo a que suspendan y su futuro se comprometa", afirma Insa Martínez.
Es más a menudo una mujer quien se sacrifica, incluso hasta la abnegación, por otra persona, ya sea su pareja, su hijo o sus padres; en todo un espectro que va desde el sacrificio “normal” hasta formas patológicas y devastadoras.
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Síndrome de Wendy y de Peter Pan, a veces de la mano
"El síndrome de Wendy necesariamente no está vinculado con una persona con el complejo de Peter Pan", explica la Doctora. No han de ir juntas, aunque sí coexisten determinados rasgos de carácter: poca actividad, proactividad, se dejan hacer, poco exigentes, poco ordenados y sin hábitos marcados, flexibles, despistados, etc.
De hecho, es habitual que una Wendy busque a un Peter Pan y viceversa ya que ambos caracteres se complementan. La relación puede funcionar mientras ninguno de los dos crezca en madurez. Cuando uno de los dos asume sus propias responsabilidades, la relación se complica. "Si Wendy aprende a quererse y a priorizarse, acepta que la otra persona puede asumir su responsabilidad, entonces le pesará tener cerca un Peter Pan. O si Peter Pan asume la dirección de su vida como un adulto, ya no necesita que Wendy esté velando por sus cosas".
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Cuáles son las causas del síndrome de Wendy
Encontramos las causas en la infancia, entre los 0 y 7 años, edad en la que se forma el carácter. El origen es multifactorial: cultural, educacional, tipo de crianza, número de hermanos y diferencia de edad entre ellos, etc. Por lo general, la persona que lo padece ha tenido una carencia de figuras adultas de referencia (por ejemplo, padres ausentes, padres enfermos, padres con adicciones, etc.).
Esta circunstancia que le condujo a asumir responsabilidades de adulto. O bien, por haber padecido una situación de sobreprotección, donde la autonomía y la independencia de la persona se vieron bloqueadas. Estas situaciones hacen que Wendy sienta que existe y vale como ser humano en tanto que haga cosas por el otro. La mirada del otro es la que le valida como ser. Por debajo hay una falta de autoestima, un autoconcepto desvirtuado de la propia valía, cierta dependencia emocional y miedo al abandono. "Se añade dificultad para expresar las propias necesidades y para poner límites claros en la relación", dice la Dra. Regina Insa.
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Claves para dejar de lado estas actitudes tóxicas
Es posible trabajar y alejar estas actitudes poco beneficiosas. El camino más sencillo y más orientado al éxito es hacerlo con un profesional de psicología en los siguientes puntos, concluye la Dra. Insa Martínez.
- Mejora tu autoestima y tu autoconcepto: para trabajar las creencias y valores a través de diferentes técnicas para que sientas tu propia valía, creer que ser tú es suficiente, que no hace falta hacer nada para que te quieran, dejando de lado la falsa idea de que te quieren por lo que haces por ellos.
- Mejora tu asertividad para establecer límites claros, para aprender a comunicar tus necesidades y deseos, para decir NO.
- Mejora la relación contigo: para aprender a autocuidarte, a quererte aceptándote tal cual eres, a que priorizarte no es ser egoísta, etc. En este punto, es muy recomendable, junto con terapia individual o de grupo, la meditación, yoga, o actividades similares.
- Aprende a delegar, a sentir que dividir tareas en pareja o en familia es algo bueno para todos y que asumir la responsabilidad de todo, no lleva a nada más que a una sobrecarga.
- Recurre a un profesional experto en personas y el proceso será mucho más efectivo, rápido y te permitirá crear hábitos y cambios estables que te harán sentir una persona plena por ti misma y que tener una pareja y una familia es una oportunidad de crecimiento conjunto y común en la que todos aportan, todos reciben y todos se desarrollan.
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