Cuando pensamos en la enfermedad de Parkinson, casi de inmediato, la relacionamos con una palabra: temblores. Un síntoma motor que es, no hay duda, el más reconocible. Pero no el único. Y es que esta enfermedad neurológica se manifiesta con otras señales ante las que también hay que estar alerta. Algo que tenemos que tener muy presente. “La enfermedad de Parkinson (EP) afecta al 1% de las personas mayores de 65 años, y su frecuencia va en aumento con la edad; por tanto, el envejecimiento es el principal factor de riesgo. En segundo lugar, en alrededor de un 10% de los casos la enfermedad puede tener un carácter hereditario”, nos comenta el doctor Juan Carlos Martínez Castrillo, Jefe de Sección de Enfermedades Neurodegenerativas del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Le planteamos a quién afecta más y nos comenta que es un poco más frecuente en los varones que en las mujeres (55% vs 45%). “Puede aparecer a cualquier edad, aunque es rara por debajo de los 30 años y luego la frecuencia va en aumento. Es más frecuente en entorno rural que urbano y es menos frecuente en personas fumadoras”, añade.
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Otros síntomas motores
Una vez visto el perfil más común de los enfermos, nos centramos en el aspecto de los síntomas. Como decíamos, siempre solemos relacionar el Parkinson con los temblores, pero no son el único síntoma de la enfermedad. “Así es. Para el diagnóstico de una enfermedad de Parkinson es necesario que haya bradicinesia y además temblor o rigidez. Bradicinesia significa que puede haber torpeza para realizar tareas habituales: la marcha es a pasos pequeños, se bracea menos al caminar, se pierde expresión facial y la voz pierde su tono habitual y es más monótona, puede haber dificultad para manipular objetos y en la escritura la letra es más pequeña. El temblor es el síntoma más fácil de observar y el que permite un diagnóstico más rápido. El 60% de los pacientes debutan con temblor. Es un temblor que aparece en reposo, no cuando se hacen cosas como comer, beber, etc. Este temblor al hacer cosas es mucho más frecuente que el del párkinson y se llama temblor esencial. Cuando no hay temblor el diagnóstico suele retrasarse”, nos detalla el doctor Martínez Castrillo.
Alerta frente a otros síntomas
Lo que parece evidente es que existen síntomas no motores importantes que pueden aparecer en la EP. “Son depresión, apatía, deterioro cognitivo, cansancio, problemas urinarios, estreñimiento y dolor. Los síntomas motores y no motores varían enormemente de unos pacientes a otros”, nos comenta el doctor del Hospital Ramón y Cajal.
¿Por qué los síntomas no motores suelen pasar más desapercibidos, cuando son también importantes? “Los síntomas no motores de la Enfermedad de Parkinson son frecuentes e invalidantes, por lo que condicionan en gran medida la calidad de vida del paciente. Pero, es verdad que, hasta hace relativamente poco tiempo eran grandes desconocidos como síntomas de la enfermedad frente a los síntomas motores como el temblor, la rigidez o la lentitud para los movimientos”, nos comenta por su parte la doctora Begoña Ares Pensado. Neuróloga de la Unidad de Trastornos del Movimiento del Servicio de Neurología del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela.
Y hay que tenerlos muy en cuenta pues, tal y como cuenta la doctora, todos los pacientes tienen o tendrán algún síntoma no motor a lo largo de la evolución de la enfermedad. “Algunos de ellos incluso preceden en años a los síntomas motores y por lo tanto al diagnóstico. Entre los más frecuentes destacan el estreñimiento, los trastornos de sueño REM, la fatiga, la ansiedad, la apatía, las alteraciones urinarias, la hiposmia, las alteraciones cognitivas, la hipersialorrea -salivación excesiva- y el dolor”, coincide.
¿Cuáles aparecen primero, los síntomas motores o los no motores?
La doctora nos explica que algunos síntomas no motores como el estreñimiento, los trastornos de conducta de sueño REM y la hiposmia pueden preceder en muchos años a los síntomas motores de la enfermedad, que son los que hoy en día nos permiten hacer el diagnóstico clínico. “Sabemos que cuando aparecen los síntomas motores y hacemos el diagnóstico, una gran parte del proceso degenerativo de la enfermedad ya está recorrido, por lo que, si en un futuro disponemos de tratamientos que puedan frenar el proceso degenerativo de la enfermedad, los síntomas no motores tempranos serán claves para que estos tratamientos sean más efectivos”, explica.
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¿Condicionan la calidad de vida del paciente?
Estos síntomas no motores pueden afectar, y mucho, a la calidad de vida del paciente. “Muchas veces son más incapacitantes que los síntomas motores. Los trastornos psiquiátricos, los trastornos del control de impulsos y la demencia, no solo merman la calidad de vida del paciente sino también la de sus familiares y cuidadores”, cuenta la doctora, que añade que a su diagnóstico se llega con una buena anamnesis, es decir, con una buena historia clínica, realizada al paciente y a sus cuidadores. Muchas veces la entrevista hay que dirigirla y además nos ayudamos de algunas escalas clínicas de las que disponemos.
“Creo que los síntomas no motores están infradiagnosticados. Muchos pacientes y cuidadores desconocen que las cosas que le están pasando forman parte de la clínica de la enfermedad y a veces, incluso por vergüenza, no nos lo cuentan en la consulta. También son síntomas desconocidos para muchos médicos que no están habituados a tratar pacientes con Parkinson”, nos explica la doctora Ares Pensado.
¿Cómo se debería abordar el tratamiento de estos otros síntomas?
Ante esta pregunta, la doctora explica que lo primero que se debe hacer es ajustar y optimizar correctamente el tratamiento antiparkinsoniano, ya que, podría estar influyendo en algunos de estos síntomas, bien como desencadenante, bien como agravante. “Una vez ajustado el tratamiento, el manejo es específico para cada tipo de síntomas y no suele diferir del que se utiliza para los mismos en la población general. Hoy en día podemos manejar y controlar casi todos los síntomas no motores, mejorando en gran medida la calidad de vida de nuestros pacientes. Además hay muchos estudios y ensayos en marcha que nos permitirán conocer mejor la clínica no motora de la Enfermedad de Parkinson y poder abordarla de una manera más eficaz en el futuro”, explica la especialista.
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El día a día de un paciente
¿Cómo se puede lograr mejorar el día a día de un enfermo de Parkinson? Es la pregunta que se hacen quienes conviven con un paciente diagnosticado o incluso los propios afectados. “La EP tiene un tratamiento satisfactorio en la mayoría de los pacientes. Es importante que el diagnóstico y seguimiento lo haga un neurólogo con experiencia en esta enfermedad”, nos cuenta el doctor Martínez Castrillo, que nos detalla algunos consejos prácticos.
Así, incide en que es esencial para mejorar la calidad de vida hacer una vida saludable: dieta mediterránea, ejercicio físico y abandonar el alcohol y el tabaco. “El ejercicio físico es fundamental, y esta pandemia nos lo ha demostrado al haber un empeoramiento notable al no poder hacerlo. Recomendamos caminar al menos una hora al día, y si es posible hacer baile y tai-chi. Finalmente, mantener unas relaciones sociales y realizar actividades culturales enriquecedoras son también muy importantes, otro pilar que la pandemia ha impedido. El sofá y la televisión son enemigos de la salud. Un consejo adicional, las asociaciones de pacientes de Parkinson pueden brindarles una ayuda inestimable, tanto a los pacientes como a sus cuidadores”, recomienda.