Los grandes amores casi siempre se recuerdan. La mayoría de las veces con cariño, con una sonrisa indulgente. Otras veces esa persona que ocupó un lugar tan especial sigue siendo nuestra pareja, con la que seguimos caminando por la vida. Pero en algunas ocasiones, ese gran 'o mal' amor se queda anclado en nuestro presente y no nos permite avanzar. Sigue ocupando un espacio demasiado grande hasta tal punto que puede interponererse en nuestra relaciones presentes. ¿Cómo podemos dejar atrás ese recuerdo y seguir adelante? ¿Es necesario borrarlo de nuestra mente? ¿Qué debemos hacer si pensamos que puede estar convirtiéndose en una obsesión?
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¿Tenemos que olvidar un gran amor?
"En el lenguaje coloquial hablamos de “olvidar” este tipo de experiencias vitales y, además, lo hacemos al poco tiempo de que hayan acabado: nos entra la prisa por “olvidar”, es decir, por eliminar el efecto negativo que puedan estar teniendo ahora mismo en nuestras vidas, pasar página y que eso ya no nos afecte", señala el psicólogo Rafael San Román, de iFeel.
Evidentemente, a nadie le gusta que el pasado ocupe todo el espacio vital, no nos deje concentrarnos, nos haga sentirnos mal (ya sea porque hemos sufrido mucho y no queremos seguir haciéndolo, ya sea porque fue algo muy bueno que ya ha acabado y la melancolía nos supera, etc). Sin embargo, no hay que perder de vista que las cosas importantes que suceden en nuestra vida no se olvidan, no se borran. "Su efecto puede ir atenuándose con el tiempo, pero si las olvidáramos nos quedaríamos sin biografía", señala San Román.
Lo que hay que hacer -y lo que, de hecho, hacemos- es seguir con nuestra vida lo mejor que sabemos mientras, de manera más o menos espontánea, vamos integrando la nueva realidad en nuestras vidas y recibiendo las siguientes experiencias. El psicólogo matiza eso sí que, según cómo sea nuestro estilo de afrontamiento, podemos 'tirar' más hacia el recuerdo rememorar, hablar de ello, intentar revivir aquella historia, etc. o bien nos puede dar por lo contrario: hacer que desparezcan los objetos, no estimular los recuerdos, evitar el tema, distraernos al máximo, apartarlo completamente de nuestra atención.
"Ambos estilos son correctos, obviamente, y muchas veces vamos variando de uno a otro en función del momento. Pero lo que está claro es que lo que es importante de verdad no se olvida, sino que se integra en nuestra “biblioteca de experiencias”, sin desaparecer", apunta el psicólogo.
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Recuerdo, idealización u obesión
Por otro lado, tampoco hay que perder de vista que muchas de esas experiencias vividas en pareja, sobre todo, si son de juventud o de verano, se tienden a idealizar. Y en ese momento perdemos la perspectiva de si realmente fue bueno o no. Esto también puede llevarnos a comparar o a pensar que nunca seremos capaces de vivir algo tan 'especial' como lo ocurrido. ¿Por qué idealizamos?
"Nuestra educación, nuestro estilo de apego, nuestro proyecto personal de cómo deben ser nuestras relaciones de pareja, nuestras experiencias biográficas previas y posteriores (que nos sirven como referentes para comparar) van conformando una determinada interpretación de la relación amorosa que hemos vivido y le asignamos un significado, que a veces puede incluir una gran distorsión de la realidad", aclara el especialista en psicología.
Eso no es malo necesariamente. De hecho, en opinión de Rafael San Román es fantástico tener maravillosos recuerdos con los que deleitarnos según va pasando el tiempo, incluso, aunque estén un poco “inflados”. "Otra cosa es que nos hagan sufrir, nos sumen en un estado melancólico demasiado duradero o nos impidan abrirnos a nuevas experiencias porque consideremos que ninguna experiencia reedita los estándares de aquella que hemos idealizado".
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Romanticismo y ensoñación
Este tipo de tendencia a fantasear es más frecuente en personas “idealistas”, es decir, que tienen una visión del mundo más romántica, aventurera, abierta a la experiencia, novelesca. Por el contrario, otras personas son más “positivistas”, es decir, más con los pies en la tierra, apegadas a lo objetivo, menos soñadoras, más estrictas en la intensidad con que interpretan lo que les ocurre.
Por otro lado, si estamos atravesando un mal momento, es posible, también, que idealicemos una relación. Como nos explica el psicólogo, damos significado a las cosas por lo que son pero también al compararlas entre sí. Por eso, cuando todo nos va mal, estamos muy a oscuras vitalmente y vemos un rayito de luz, o recordamos que lo vimos, tendemos a darle una importancia a ese rayito que quizá no le daríamos si estuviéramos en un momento de mayor claridad.
Lo que tenemos que evitar es que se convierta en una obsesión. Hay historias que nos marcan mucho, que tienen un gran impacto en nosotros -por la razón que sea- y no es fácil “desembarazarse” de ellas, sino que nos acompañan con mucha más presencia que otras. Y esa presencia puede llegar a ser obsesiva, cuando nuestra energía mental y emocional se focaliza en el asunto de una manera demasiado intensa y demasiado rígida. "Eso puede estar asociado a un malestar psicológico intenso e, incluso, a un patrón verdaderamente disfuncional, pero es evidente que sucede por algo, tiene un sentido, y lo interesante es que la persona que está en ese punto pueda explorar qué hay detrás de ello, qué le está pasando para reaccionar o actuar así", añade.
Consejos para recordar bien un gran amor
Qué debemos hacer entonces para recordar un gran amor con cariño, pero sin obesionarnos y seguir con nuestra vida.
- No pretendas olvidar porque, como mucho, solo podemos distraernos.
- Date tiempo: la mayor parte de las experiencias tienden a perder intensidad con el paso del tiempo y acaban encontrando su verdadero lugar en nuestros recuerdos.
- Permítete hacer lo que sea que necesites en este momento: a veces es recocernos en el recuerdo, otras veces es distraernos, otras es hablar de ello, otras es cambiar de tema… Todas son reacciones normales.
- Intenta recordar la historia y la persona de una manera ecuánime. Nadie es perfecto y ninguna historia es perfecta, aunque lo parezcan.
- No pienses que solo hay un gran amor en la vida. No hay medias naranjas ni trenes que pasan solo una vez ni nada de eso. La vida es larga, hay muchos peces en el mar, cuando estés preparada ábrete a ello y sigue viviendo tu vida, disfrutando de tus recuerdos.
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