Consumir medicamentos sin que hayan sido recetados, indicados ni supervisados por un médico o cualquier otro profesional sanitario es una práctica errónea, además de muy peligrosa para la salud . Los daños que pueden provocar van desde intoxicación hasta reacción anómala, interacción o efectos secundarios no deseados. En el origen de este problema se encuentra el uso de determinados fármacos para tratar afecciones banales. A partir de entonces los hemos seguido utilizando en parecidos síntomas desconociendo las dosis adecuadas, el ritmo de administración y la duración del tratamiento. De esta situación se pasa a utilizar los que sí necesitan receta, como, por ejemplo, los antibióticos , y a abusar de su uso, con el grave perjuicio que ello puede causar al paciente y a la comunidad.
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¿Qué es un medicamento?
Se trata de un preparado farmacológico que contiene sustancias que ejercen una acción beneficiosa para la curación o la prevención de enfermedades. Se presenta en diferentes formas para su aplicación en personas enfermas o con alteraciones metabólicas, orgánicas o funcionales. La mayoría de los medicamentos, además del “principio activo”, que es la sustancia que ejerce la acción terapéutica, están formados por otras conocidas como “excipientes”, que tienen la importante función de dar estabilidad, conservación y liberación al componente terapéutico principal.
¿Puede ser una práctica responsable?
Un paciente bien informado puede realizar una automedicación responsable basándose en experiencias previas, conocimientos adquiridos en anteriores situaciones similares y siempre que esté utilizando medicamentos que no precisen de receta médica. La automedicación puede ser conveniente para tratar síntomas conocidos previamente, como el dolor con antiálgicos, la fiebre con antitérmicos o la acidez de estómago con antiácidos; sin embargo, y aunque sean medicamentos de adquisición sin receta, no olvidemos que elevadas dosis u organismos susceptibles y vulnerables pueden ser circunstancias que den lugar a diferentes problemas y graves riesgos para la salud.
El consumo masivo
El elevado consumo de productos sanitarios no es ajeno al afán consumista de nuestra sociedad. En España se consume una elevada cantidad de medicamentos y, según las últimas estadísticas, nos encontramos en los puestos más altos del ranking. Fármacos como el Paracetamol y el Ibuprofeno han aumentado su consumo un 30 % en los últimos diez años y, según la Agencia Española del Medicamento, su utilización e indicaciones son indiscriminadas y su acción ineficiente, avisando de que el abuso y el uso crónico de estos, a dosis altas y continuadas, también pueden producir numerosas reacciones adversas.
¿Cuáles son los riesgos?
- Toxicidad. Pueden ser tóxicos en relación a sus dosis o a su tiempo de consumo y deben ser administrados en la cantidad recomendada por el médico en relación a la edad y al peso del paciente.
- Efectos secundarios. Cada medicamento tiene una acción específica, pero en muchas ocasiones también tiene efectos secundarios o colaterales.
- Reacciones adversas. Alergias, intolerancias, síntomas patológicos, etc.
- Falta de efectividad. Al desconocer la dosis eficaz, puede dar lugar a falta de efectividad del medicamento.
- Resistencias. Provocadas por el uso indiscriminado y continuado de antibióticos.
- Dependencia. Cuando lo medicamentos son usados de forma continuada.
- Interacciones. Esto se produce al tomar más de una medicina o con determinadas bebidas o alimentos.
- Enmascaramiento de síntomas.
- En el embarazo y la lactancia. Nunca se deben tomar medicamentos en estas situaciones sin consejo ni control médico.
- Los niños, los ancianos y los pacientes con enfermedades crónicas deben estar medicados siempre bajo control médico, pues las dosis, el ritmo de administración y la duración de los tratamientos varían de forma notable de unos casos a otros.