La influencia de la microbiota humana en el sistema inmunológico del organismo y su intervención en su defensa ante las infecciones, es algo sabido y comprobado. La interacción de la microbiota intestinal con el sistema inmunológico da lugar a la secreción de inmunoglobulinas y a la liberación de sustancias antimicrobianas, ambas condiciones muy útiles e indispensables frente a las infecciones de cualquier tipo. Su relación con la evolución y la gravedad de la infección por el virus de la COVID-19 parece ser muy importante, dada la influencia que las alteraciones de la inmunidad tienen en la letalidad de esta enfermedad.
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Microbiota y Coronavirus
La microbiota intestinal se modifica con la edad y siempre lo hace disminuyendo su calidad y su eficacia. Aunque la genética, la dieta y los factores ambientales son factores trascendentes para la conformación de la microbiota, la edad avanzada es una razón muy importante en la pérdida de calidad y efectividad de esta. Los años hacen que la microbiota intestinal pierda calidad en la vejez y, por tanto, altere a peor la inmunidad del paciente y la haga menos eficaz.
No es casualidad que las personas mayores sean las más afectadas por la COVID-19 y esta coincidencia de alteración de la microbiota, alteraciones en las reacciones inmunológicas frente al virus (recuérdese la tormenta de citoquinas) y la edad avanzada, ofrezcan un conjunto de condiciones que dan lugar al aumento de la letalidad y de la gravedad de esta enfermedad en los ancianos.
Por ello, queremos llamar la atención sobre la alimentación. La dieta de los mayores adolece, en general, de alimentos crudos, naturales, frutas frescas y verduras, todos ellos alimentos indispensables como prebióticos para fabricar y mantener una buena y eficaz microbiota intestinal.
Microbiota intestinal y sistema inmunitario
La microbiota intestinal juega un importante papel en el mantenimiento y en el buen funcionamiento del sistema inmunitario. De hecho, el descenso de la actividad inmunitaria está muy relacionada con el deterioro de la microbiota intestinal.
En recientes publicaciones científicas, con datos estadísticos de diferentes países europeos, se llega a la conclusión de que el confinamiento en una residencia de mayores ha aumentado la probabilidad de morir, en comparación con los mayores que viven en domicilios particulares. Y aunque es muy posible que el vivir en una residencia incremente el riesgo de contagio y la intensidad de este, sigue siendo muy llamativo el índice de letalidad y mortalidad que se produce en estas residencias.
La explicación que se da es la siguiente: el envejecimiento provoca un deterioro gradual del sistema inmunitario que genera una pérdida de capacidad de adaptación de este frente a patógenos no conocidos. Esta situación da lugar a una cascada inflamatoria para inactivar el virus de la COVID-19. Y esta respuesta, conocida también como “tormenta de citoquinas”, como decíamos, es la que afecta a los pulmones y desencadena la neumonitis bilateral, el síndrome de distrés respiratorio y el fallo multiorganico letal.
En estos estudios se demostró que la activación de los citoquinas inflamatorias producidas por el sistema inmunitario envejecido era mucho más frecuente en los ancianos que viven en centros de larga estancia para mayores, que en los que viven en sus domicilios, y que esta circunstancia tendría relación directa con la composición de la microbiota intestinal, pues la de los que vivían en los centros, era de peor calidad y estaba más deteriorada que la de los que vivían en la comunidad.
La relación entre el tipo de alimentación y la calidad de la microbiota
Los alimentos crudos y los alimentos poco procesados o no procesados son los que generan en el intestino una microbiota más sana, más abundante y de mayor variedad y calidad.
La fibra alimentaria, la lactulosa, los fructooligosacaridos y la inulina son las moléculas más efectivas de los alimentos prebióticos. El trigo entero, el ajo, la cebolla, los espárragos, los puerros y la remolacha son ejemplos de alimentos prebióticos frecuentes y eficaces.
Los prebióticos son alimentos naturales de origen vegetal que contienen sustancias no digeribles y que al llegar al intestino sirven de alimento a los probióticos (bifidobacterias y lactobacilos) a los que estimulan en su crecimiento y actividad.
No abusar de los laxantes ni de los antibióticos orales es muy recomendable para tener una microbiota sana y eficaz.