feliz ejercicios

Con estos ejercicios lograrás ser más feliz

Los buenos hábitos te ayudan a alcanzar un estado de bienestar


Actualizado 25 de febrero de 2021 - 14:22 CET
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Somos responsables de nuestra propia felicidad. Y conseguirla es tan sencillo como poner en práctica unos ejercicios básicos que nos ayudarán a tener mejores hábitos. Así lo asegura Nathalie W. Herrman, autora del libro 'El arte de los buenos hábitos' (ed. Luciérnaga). 

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En este manual, Herrman nos ayuda a obtener las claves para escuchar el cuerpo y seguir un plan de acción, paso a paso, dirigido a alcanzar los objetivos propuestos y mantener los resultados obtenidos. Una hoja de ruta, un viaje hacia el bienestar y la satisfacción personal capaz de cambiar nuestra vida.

Con ejercicios eficaces y principios comprensibles, la autora enseña cómo buscar respuestas dentro de uno mismo y mejorar los hábitos. 

 Nathalie W. Herrman nos proporciona tres ejemplos: 

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Ejercicio 1: conciencia

Te ayudará a saber qué es lo importante. Y es que cuando pensamos qué cambios introduciríamos en el ritmo y en la estructura de nuestras vidas, si nos garantizaran que nos queda más o menos tiempo de vida, es cuando entendemos cuáles son las cosas realmente importantes. Necesitarás un bolígrafo o un lápiz, tu diario y unos minutos de silencio en los que nadie te moleste.

Contesta las dos preguntas siguientes con tus propias palabras.

Si supieras que te queda poco tiempo de vida (un año o menos), ¿qué cambios harías en tu vida? ¿Qué harías o dejarías de hacer con toda certeza? ¿Por qué?

Y si te garantizaran que vas a vivir muchos más años de los que dicta la esperanza de vida, ciento cincuenta, por ejemplo, con buena salud, ¿qué cambios harías? ¿Qué harías o dejarías de hacer con toda certeza? ¿Por qué?

Consulta la información de las respuestas que has dado a las preguntas anteriores, y enumera entre tres y cinco cosas que consideras esenciales en tu vida. Decide qué es lo más importante.

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Ejercicio 2: superación de bloqueos

Normalmente, cuando sentimos odio, ya sea hacia nosotros mismos o hacia otras personas, es porque tenemos miedo. Podemos pensar en el amor y en el miedo como nuestras dos grandes mochilas de emociones. En la del amor está la gratitud, la felicidad, la tolerancia, el perdón, la alegría, la ilusión y otras emociones positivas y gratificantes. Y la mochila del miedo contiene la suspicacia, la rabia, la impaciencia, el rencor, la vergüenza, la codicia y un largo etcétera. 

 

Cuando estamos llenos de negatividad y vivimos en el lado de la ecuación donde se encuentra el miedo, existe un proceso que nos permite volver al lado del amor. Se llama superación de bloqueos.

El proceso consta de tres pasos: identificación, análisis y resolución. Empezamos reconociendo o identificando que estamos con el ánimo cruzado. Es posible que podamos identificar un hecho o el momento exacto que nos ha alterado o estresado, algo concreto que nos infunda temor o que nos haga sentir culpables; pero también puede ser que no tengamos ni idea de cuál es la causa de nuestra irritación. El objetivo de la primera fase del proceso de superación de bloqueos consiste simplemente en identificar el hecho de que nos sentimos bloqueados. Una vez los analizamos podemos llegar a encontrar su resolución. 

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Ejercicio 3: la alimentación 

Nuestra dieta y nuestra forma de pensar son un reflejo directo de nuestro estado de ánimo. Si no nos sentimos serenos, equilibrados y satisfechos, nuestra forma de comer revelará nuestro desasosiego interior, como también lo hará nuestra forma de pensar. El alimento nos sustenta. Estimula el crecimiento y nos sostiene a lo largo del tiempo. Si tomamos decisiones imprudentes respecto a nuestra alimentación, porque mostramos un exceso de permisividad, un exceso de disciplina o inconsciencia e irresponsabilidad, todo eso está reflejando nuestro estado interior y nuestra situación espiritual. Por lo tanto, comprender mejor cómo nos sentimos por dentro nos permitirá mejorar nuestra relación con la comida.

 

Pero la idea va en los dos sentidos, como el huevo y la gallina. Nuestra forma de comer refleja nuestro estado de ánimo, pero nuestro estado de ánimo también refleja nuestra forma de comer. Ambos son causa y consecuencia. A veces, el hambre puede provocar sensaciones de agitación e irritabilidad, y a veces comer demasiado, o demasiado de lo que no debemos, puede hacer que tengamos ganas de vomitar, o que nos sintamos descontrolados o disgustados. La comida puede calmarnos o provocarnos ansiedad, según lo que comamos y cómo lo comamos. Es tanto el recurso al que acudir para resolver nuestros desequilibrios emocionales como la causa potencial de nuestro malestar interior.

 

La autora propone que hagamos un ejercicio de reflexión sobre nuestra relación con la dieta, con las decisiones que tomamos respecto a la alimentación. Para así buscar, poco a poco, ly con información sobre dieta saludable, nuestro propio camino hacia una alimentación más saludable. 

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