En una revisión ginecológica, te encuentras con el diagnóstico: tienes un mioma en el útero. Has oído hablar de este problema de salud, pero ¿tienes claro de qué se trata? “Los miomas uterinos (MU), también conocidos como leiomiomas o fibromas, son los tumores sólidos más frecuentes de la pelvis de la mujer. Son tumoraciones benignas (el riesgo de que al extirpar un mioma nos encontremos con una célula atípica es de 1/1900 en menores de 45 años y de 1/490 en mayores de 45 años), derivan del miometrio (la pared uterina), presentan una abundante matriz extracelular y están rodeados por una fina pseudocápsula de tejido conectivo y fibras musculares comprimidas”, nos cuenta la doctora María Luisa Cañete Palomo, responsable de la Unidad de Miomas de la Clínica Santa Elena y miembro de Top Doctors, quien nos detalla que se estima que el 70% de las mujeres desarrollan miomas a lo largo de su vida, siendo máxima su incidencia en la quinta década de la vida. Aunque frecuentemente son asintomáticos, sí que causan síntomas en el 25% de las mujeres en edad fértil, y no suelen aparecer ni en la pubertad ni en la menopausia.
¿Es un problema que podríamos calificar de preocupante? En opinión de la especialista, es un problema muy costoso para la sociedad y que supone para un 25% de las mujeres alteración en su calidad de vida. “Se han hecho estudios económicos, en los que los miomas tienen un elevado coste (en cuanto a necesidad de tratamientos, pérdida de horas de trabajo), el doble que al cáncer de mama o el cáncer de colon. Suponen un 30% de las hospitalizaciones ginecológicas y entre 40-60% de las histerectomías. Por otro lado, en las mujeres que desean tener hijos es una de las causas de infertilidad", nos dice.
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¿Cuáles son sus síntomas?
La principal duda que nos surge la mayoría de las ocasiones es cómo se manifiesta, cómo podemos llegar a darnos cuenta de que tenemos un problema. ¿Cuáles son las señales que pueden alertarnos de que tenemos un mioma? “En pacientes que acuden a revisiones ginecológicas, la forma más común de presentación es un pequeño mioma asintomático, que en muchas ocasiones se queda así y no hay que hacer nada. Otras veces comienza a crecer y a producir sangrados abundantes, normalmente con la regla y el otro síntoma más frecuente es el dolor o sensación de presión”, nos explica la doctora, que matiza que en mujeres que no acuden a revisiones ginecológicas, no es infrecuente que se noten un 'bultoma' en el abdomen que resulta ser un mioma o que comiencen con reglas abundantes. Hay mujeres que los descubren cuando intentan quedarse embarazadas o cuando tienen un aborto. La localización, en muchas ocasiones, es la que marca el tipo de síntoma que dará el mioma.
¿Cuáles son las causas de su aparición?
Tal y como nos cuenta la doctora, es un reto conocer todos los factores que influyen en la aparición y desarrollo de los miomas: raza (más frecuente en mujeres negras, entre 3-9 veces más que en mujeres blancas o asiáticas), la edad (hay un pico de incidencia a los 50 años), el déficit de vitamina D, antecedentes familiares (en antecedentes de primer grado aumente la incidencia hasta por 5), hormonas (la progesterona y los estrógenos, las hormonas tiroideas y los antecedentes reproductivos), el estilo de vida, la dieta, el índice de masa corporal, la hipertensión arterial... todos estos factores influyen en la aparición y el crecimiento de los miomas. También tienen que ver los trastornos hormonales en general y tiroideos en particular, así como el hecho de no tener hijos.
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¿Cómo se diagnostica?
“Seguimos la clasificación de FIGO (Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia) a nivel mundial. Se utiliza la ecografía básica para miomas asintomáticos y se recomienda Doppler para decidir el protocolo de seguimiento. Los miomas sin vasos no suelen crecer y se pueden revisar cada más tiempo. Actualmente el Doppler en 3D y la elastografía (que nos informa de la dureza del mioma) son nuevos datos que nos ayudan a decidir la técnica a utilizar. La resonancia solamente se utiliza en el caso de que se sospeche miomas en una localización diferente al útero”, nos explica la doctora.
¿Cuál es el tratamiento?
Una vez diagnosticado, ¿cuál es el tratamiento que debemos seguir? La especialista nos explica que la mayoría de los miomas no precisan tratamiento y, en función de que tengan o no vascularización, se pautará un seguimiento a los 6 meses o al año. El tratamiento debe ser personalizado, en función de la edad de la paciente, de su deseo o no de quedarse embarazada, vascularización, clínica de sangrado o dolor.
“Los miomas son una patología benigna y se deben tratar con la técnica menos invasiva posible: tratamiento médico, DIU con hormonas, Radiofrecuencia, embolización, HIFU, miomectomía por histeroscopia con o sin morcelador, miomectomía por laparoscopia o por laparotomía y la histerectomía quedaría reservada para aquellas pacientes que desean una solución definitiva”, nos cuenta.
“Cuando han fracasado los tratamientos conservadores o en casos de mujeres que no se hacen revisiones ginecológicas, cuando nos encontramos con miomas muy grandes que producen anemia, dolor o incluso riesgo de problemas compresivos (miomas que llegan al ombligo) se tiene que recurrir a procedimientos invasivos o cirugía", nos explica. Y detalla que en la mayoría de los casos es posible una cirugía conservando el útero, siempre que la paciente así lo desee, si asume el riesgo 1/1900 en menores de 45 años de atipia (anormalidad en la forma o tamaño de las células, que supondría tener que quitar el útero) o 1/450 en mayores de 45 años. "Si optamos por una cirugía conservando el útero, la paciente tiene que asumir también el riesgo de un 33% de que vuelvan a aparecer miomas", concluye.
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