Todas las personas han de enfrentarse en algún momento de su vida con situaciones dramáticas, emociones como pueden ser la muerte de un ser querido, una pérdida catastrófica, quedarse sin empleo, bancarrota... o bien ser diagnosticado de una enfermedad importante. "Dentro de estas, el padecimiento de una enfermedad terminal o un cáncer supone un gran sufrimiento psicológico, pero hay que tener en cuenta que esto también puede suceder al sufrir un Infarto agudo de miocardio", afirma el doctor Antonio Esteban, Jefe de Servicio de Cardiología del Hospital Quirónsalud Málaga. El especialista nos explica a qué llamamos infarto, cómo y por qué sucede así como qué puede sentir una persona que ha superado esta situación tan crítica para la vida.
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Entender qué es el infarto agudo de miocardio
"El infarto agudo de miocardio es un acontecimiento muy grave", recuerda el doctor Antonio Esteban. Su letalidad oscila entre el 15%, en la población de 35-64 años; y el 60-65%, en la población de 85-94 años. "Los pacientes que se recuperan se enfrentan a una situación psicológica muy intensa en la que van surgiendo multitud de dudas y preguntas que se van mezclando en sus cabezas. Al mismo tiempo, estos experimentan sentimientos que van desde la incertidumbre a la vulnerabilidad", señala el cardiólogo.
El especialista indica que ya desde mediados del siglo pasado ya se estableció un modelo que relataba las diferentes etapas por la que pasaba un paciente al recibir la noticia de una enfermedad importante que produce un enorme impacto psicológico. La autora de esta obra fue la psiquiatra suizo-estadounidense Elisabeth Kübler-Ross (1926-2004) en su libro On death and dying, en el año 1969, donde relata la existencia de 5 etapas. "Bajo mi experiencia, el paciente no pasa necesariamente por todas estas etapas y en ocasiones pueden incluso quedarse estancados en alguna de ellas sin llegar a resolver esta situación. Obviamente, lo que expresa la autora no es más que la dificultad que todos sufrimos y que subyace al gestionar cualquier cambio no deseado en nuestra vida cotidiana".
"El primer sentimiento más habitual en el paciente que ha sufrido un evento coronario suele ser la negación, el paciente trata de pensar que ha sido otra cosa, que esto no le puede haber pasado a él, que probablemente el médico se ha equivocado en el diagnóstico. Pero, por otro lado, algunos pacientes suelen asumir rápidamente lo ocurrido, porque ya lo esperaban, porque ya habían sido avisados y, quizá, eran conscientes porque el tipo de vida poco saludable que llevaban iba a conducir algún día a este desenlace. Podría decir que estos pacientes suelen directamente tener un sentimiento de resignación", añade.
Más tarde, podemos ver que el paciente puede estar enfadado con lo ocurrido, siente ira. No entienden por qué a ellos y además recurren a la comparativa con gente conocida (pues mi vecino fuma todos los días, es diabético y no le ha pasado nada…) y además suelen echarle la culpa al entorno, al tipo de trabajo, a su jefe, a los problemas económicos… En ocasiones, este sentimiento suele surgir como primera manifestación tras el problema cardíaco. Esta etapa en algunos pacientes suele ser peligrosa y recurrente, haciendo que entren en bucle y no sigan hacia delante, lo que conlleva que no tomen la medicación y que incluso no sigan revisiones por el cardiólogo. Así pues, quedan estancados en la negación y la ira.
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"Es muy necesario pasar rápidamente por las dos etapas anteriores, ya que de este modo surge el pensamiento de tratar de curarme, de hacer las cosas mejor. El paciente empieza a negociar, empieza a ver clara la necesidad de emprender un cambio en su estilo de vida, de cuidarse y hacer caso al cardiólogo. Durante este tiempo, es frecuente que el paciente negocie la toma de medicación, algo que el cardiólogo debe entender como algo natural y no ser dogmático", aconseja.
La etapa descrita a continuación según el modelo es la depresión. Tras el infarto, el paciente se siente vulnerable, le ha ocurrido algo que podría haber acabado con su vida o haberle dejado secuelas para siempre. En algún paciente se puede reconocer esta fase porque su enfermedad cardiovascular es algo monotemático y ante cualquier mínimo síntoma, aunque sea peregrino (doctor, me duele la pierna…), puede ser interpretada como un nuevo episodio coronario. "Este es el momento donde los cardiólogos debemos aportar confianza al paciente, animarle a hacer una vida normal-vida saludable, a celebrar y darles la enhorabuena por conseguir hitos (dejar de fumar, hacer ejercicio físico…)", sugiere.
Todas las etapas anteriores pueden ser sucesivas o no, pero finalmente llegaremos a la tan deseada aceptación o, por desgracia, al rechazo. También es muy importante destacar que no todos los pacientes pasan por todas las etapas anteriores. "Hay pacientes que han aceptado que todo en la vida va cambiando y esto no les afecta demasiado, ni les supone ninguna amenaza, por lo que, directamente, debutan con esta última etapa, deseando la aceptación. Por desgracia, no es infrecuente ver en las consultas de cardiología pacientes que obstinadamente se mantienen en el rechazo de todo lo sucedido".
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La gestión emocional y la confianza para vencer el miedo
Quizá algunos pacientes se sientan mal por sentir miedo a un segundo episodio. O sus propias familias le digan que no debe de angustiarse, ya que 'ahora está controlado'. Sin embargo, es normal sentir miedo. "Sí, esto es muy habitual en los pacientes. La sensación de vulnerabilidad es, en algunos pacientes, constante, ya que los eventos coronarios son generalmente súbitos, no hay avisos previos claros. Los pacientes suelen comentar: “Ayer estaba con mis hijos comiendo el restaurante y hoy estoy conectado a un montón de máquinas en la Unidad de Cuidados Intensivos…”. Esto hace que el paciente esté asustado, que pierda confianza. Situación que hace que, en algunos de ellos, aparezcan sentimiento de depresión", afirma el cardiólogo. La confianza se gana progresivamente con el apoyo de su médico y la familia. Es fundamental una buena relación médico-paciente. El paciente debe confiar en su médico y en sus consejos e instrucciones. Esto es la base primordial del tratamiento.
Y es que el, aunque el miedo es algo inherente al ser humano frente a lo desconocido, suele asociarse a estados anímicos que conducen a la depresión, situación nada deseable por parte de los médicos, ya que es más que conocido que la salud mental influye muchísimo en el buen funcionamiento de nuestro organismo. Además, los estados depresivos llevan asociado un mal control de los factores de riesgo cardiovascular, debido a que el paciente sale menos, no realiza ejercicio físico y descuida frecuentemente la toma de medicación.
Por tanto, hay que intentar superar ese miedo. O, al menos, intentar gestionar las emociones. "La gestión de emociones es algo complejo; lo que está detrás de todo esto es la resistencia al cambio. El ser humano es resistente al cambio. Probablemente, es muy importante hacer entender al paciente que debe aceptar la nueva situación. Aceptar no implica estar de acuerdo con lo sucedido, no implica sentirse bien o animado, solamente es hacer entender que esta es una nueva realidad y que deben aprender a lidiar con ella a diario".
Como señala el doctor Antonio Esteban, el trabajo del cardiólogo también es un trabajo psicológico. "Debemos hacer que el paciente esté motivado, que entienda que debe cambiar su estilo de vida previo que lo ha llevado a esta situación. Debemos mostrarles los beneficios que conllevan una vida cardiosaludable. Obviamente, como digo anteriormente, nuestra especialidad es la cardiología no la psicología, por lo que a veces adolecemos de las herramientas necesarias, algo que debería enfocarse como una atención multidisciplinar", apunta. De este modo, no sería una mala idea consultar con psicólogos.
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¿Se puede evitar un segundo infarto?
El control absoluto en Medicina, como en la vida, es imposible. Lo que sí sabemos y se ha publicado en multitud de tratados y libros de Cardiología, es que cuanto mayor sea el control de los factores de riesgo cardiovascular (no fumar, dietas pobres en sal y en grasas, hacer ejercicio físico, mantener un peso adecuado, control estricto de la diabetes, hipertensión y colesterol), menor es la probabilidad de tener un nuevo episodio cardíaco. "A los pacientes siempre les pongo el mismo ejemplo: si usted va a un bingo y juega con muchos cartones (mal control de los factores de riesgo) tiene una mayor probabilidad que le toque 'el infarto', pero no es seguro que esto suceda. Por otro lado, si juega con un solo cartón, también le puede tocar, ya que existen variables que hoy por hoy no son controlables, siendo la genética la mayor de ellas.