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Expertos

¿Cómo le afecta el frío al coronavirus y otras dudas sobre las nuevas variantes?

¿Las bajas temperaturas lo fortalecen o lo debilitan, debemos protegernos más y mejor? ¿Y las nuevas variantes? ¿Pueden hacer que nos reinfectemos? Un especialista en microbiología nos lo aclara


Actualizado 15 de enero de 2021 - 20:44 CET

La llegada de la ola de frío, el conocimiento de las nuevas ‘cepas’ del SARS-CoV-2 y el aumento del número de contagios y fallecimientos en países como Reino Unido y Alemania, nos obliga ha realizar un repaso para conocer mejor a quién nos enfrentamos para poder protegernos del nuevo coronavirus. Y es que, pese a que hace más de un año que convivimos con él, aún nos surgen dudas. Empezamos por las condiciones climáticas. ¿Se vuelven en nuestra contra a la hora de contener la propagación del nuevo coronavirus?

¿Cómo afecta el frío a SARS-CoV-2?

“El frío extremo, como el que estamos viviendo esta semana tras el paso del temporal Filomena, facilita la transmisión del nuevo coronavirus. No solo porque pasamos más tiempo en espacios cerrados, donde es más fácil contagiarse, sino porque el ambiente frío y seco ayuda a la supervivencia de este virus, tanto por aerosoles como en las superficies (pomos de las puertas, barras de autobús, etc) donde puede depositarse cuando hablamos, tosemos o estornudamos”, señala el doctor Gabriel Reina, microbiólogo de la Clínica Universidad de Navarra (CUN). Así, este frío intenso hace que ‘viva’ más tiempo y tarde más en destruirse lo que aumenta el riesgo de infección.

De ahí que se deban extremar las medidas de protección con el uso de mascarillas homologadas, por ejemplo, las FFP2 que son las que mejor protegen frente a los aerosoles, distanciamiento social, higiene de manos y de superficies y ventilación en los interiores.

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¿Hay un mayor peligro con la aparición de las nuevas ‘cepas’?

En primer lugar, hay que aclarar que la británica, por ejemplo, no es una nueva cepa, propiamente dicha, sino una variante. Es decir, parte del virus ha cambiado, pero no completamente. De ahí que las vacunas que se están comercializado y aplicando a la población son igualmente válidas.

Aclarado este punto, debemos señalar que este tipo de virus ‘ARN’ muta muy fácilmente. Es el caso, por ejemplo, de la gripe, una enfermedad respiratoria causada por un virus de la familia Orthomyxoviridae, también ARN. “Se somete a vigilancia desde hace décadas y hemos observado que se trata de un virus que cambia constantemente, de ahí que cada año se tengan que readaptar las vacunas”, explica el especialista de la CUN.

Los coronavirus tienen una capacidad de mutación inferior al de la gripe pero también lo hacen como se ha observado gracias al estrecho estudio, vigilancia y la secuenciación para conocer la composición genética que se está realizando, algo que permite que conozcamos con mucho detalle las diferentes variantes que se están produciendo del virus. Por ello, es normal que haya diferentes variantes y estas se detecten.

- Leer: Coronavirus: ¿Qué significa tener anticuerpos frente a la COVID-19?

¿Puedo saber qué variante tengo con una PCR o un test de antígenos?

No. La PCR es una prueba muy fiable para detectar el virus, es decir, saber si sufres la infección. Pero solo puede indicar si el SARS-CoV-2 está en el organismo de esta persona. Para conocer sus ‘apellidos’ son necesarias otras pruebas más sofisticadas. Por ejemplo, “la PCR nos puede dar el título del libro y podemos saber a qué género pertenece, pero hasta que no lo leemos de principio a fin no podemos saber exactamente de qué va. Esto es exactamente lo que conseguimos al secuenciar un virus”, aclara el experto. Lo mismo ocurre con el test de antígenos. Solo nos puede indicar si sufrimos la infección en unas condiciones determinadas, puesto la sensibilidad de esta prueba no es tan alta como la de la PCR. Esta es capaz de captar cantidades muy pequeñas de este virus en la muestra nasofaríngea que se extrae.

¿Si mi test de antígenos sale negativo significa que no tengo la infección?

No siempre, ya que, como decíamos, pese a que se trata de una prueba que ayuda en el diagnóstico de esta patología, su sensibilidad es inferior y puede haber falsos negativos. De hecho, el test de antígenos está indicado para aquellas personas sintomáticas o que han tenido un contacto estrecho con un positivo.

¿Por qué? La sensibilidad de la PCR es mayor y esto se explica porque es capaz de detectar, como decíamos, cantidades muy pequeñas del virus. Por ejemplo, si en una muestra hay 1000 copias del virus, es probable que tanto la PCR como el test de antígenos lo detecten. Pero si hay 10, es posible que la técnica de antígenos dé negativo pero que, sin embargo, la PCR, gracias a que es una técnica que multiplica millones de veces el virus, sí lo detectará. De ahí que algunas personas diagnosticadas de COVID-19 sigan dando positivo mucho tiempo después de sufrir la infección, puesto que aún puede haber restos de virus que esta prueba sea capaz de detectar, aunque probablemente ya no tengan capacidad de transmitir. Este carácter no transmisor también se puede constatar viendo si la persona tiene ya anticuerpos IgG.

Esto nos lleva a pensar que el test de antígenos negativo podría significar que la carga viral es tan pequeña que el paciente no es contagioso. Sin embargo, los expertos piden prudencia al asumir tal hecho, ya que podríamos estar en lo cierto o la muestra podría haberse extraído en un momento muy temprano de la infección. Este test, pues, está validado para personas con síntomas de menos de una semana o en caso de haber tenido un contacto estrecho con un positivo.

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Si hemos pasado la COVID-19, ¿nos podemos volver a infectar?

Sí se están documentando casos de reinfecciones, sin embargo, siguen siendo casos excepcionales, incluso si se trata de las nuevas variantes. Ya que se está viendo que la inmunidad frente a este virus puede ser incluso de nueve meses, según los nuevos estudios. También hay que recordar, de todos modos, que infectarse de nuevo depende de diferentes variables, por ejemplo, de la severidad de la infección anterior. Por ejemplo, en los casos sintomáticos y, sobre todo, los graves hay una huella protectora muy potente en el organismo puesto que este ha tenido que luchar mucho para vencerlo. En estos casos, probablemente la inmunidad sea alta. También puede haber casos asintomáticos o con síntomas leves que dejen una buena inmunidad, pero probablemente el nivel de protección adquirido sea inferior.

Respecto a esta, hay que aclarar también que pese a tener anticuerpos las medidas de protección siguen siendo necesarias. En primer lugar, porque puede existir el riesgo de reinfección. Por otro lado, estos anticuerpos pueden no ser neutralizantes, que son los que pueden acabar con el virus. Y por último, porque aunque se tenga inmunidad se puede contagiar a los demás. Por tanto, la única manera de luchar contra este patógeno es cumplir con las medidas que ya conocemos.