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¿Has oído hablar de la hafefobia, el nuevo miedo que ha aumentado con la pandemia?

La situación que vivimos ha aumentado determinadas fobias


8 de enero de 2021 - 12:43 CET
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Un miedo desproporcionado e irracional a tocar o ser tocado por alguien o algo. Así es como podríamos definir la hafefobia, un trastorno que se ha incrementado debido a la pandemia de la covid-19. Y es que no podemos olvidar que esta crisis sanitaria y social sin precedentes trae de la mano problemas conductuales y psicológicos que, sin duda, se están viendo acrecentados. Ha cambiado nuestra forma de vivir y los expertos ya están viendo las consecuencias. “Como otras fobias, a medida que aumenta y va siendo más limitante, hace sufrir mucho a quien la padece, llegando a afectar seriamente en sus relaciones sociales y su día a día”, anticipa Laura Palomares, Psicóloga y directora de Avance Psicólogos.

 

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No solo con gente extraña

“En cualquier fobia surge un intenso miedo y ansiedad que aparecen inmediatamente después de estar expuestos al estímulo que lo provoca. Esta ansiedad es intensa y desproporcionada. Además, la ansiedad, evitación y miedo deben darse durante al menos 6 meses”, nos cuenta por su parte la doctora María Consuelo Vilasánchez, psicóloga y miembro de Doctoralia.

“Concretamente, el termino de hafefobia se refiere al miedo a ser tocado por alguien o tocar algo, o que algo te toque o te roce en un momento determinado. Incluso puede darse también en el contacto con nuestra familia o conocidos, no sólo con gente extraña. Esto origina miedo y ansiedad desproporcionados, que interfieren en el desenvolvimiento normal de la persona, afectando significativamente a sus actividades y a su vida diaria”, añade la experta, que matiza que aunque hasta ahora no ha sido una fobia demasiado común, a raíz de la pandemia ha aumentado significativamente, debido al temor al contagio,  al miedo a estar expuestos al virus en cualquier sitio y momento, y a que las personas y objetos nos lo puedan transmitir.

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Ha aumentado debido a la pandemia

Los expertos coinciden, por lo tanto, en que no es extraño que tengamos cierta sensación de fobia a la relación social con este año tan complejo que nos ha tocado vivir. “La precaución para evitar contagiar y que nos contagien, efectivamente, nos lleva a todos a sentir algo de ansiedad en determinados momentos y evitar el contacto, pero no por ello vamos a desarrollar una fobia. Si bien las personas que la padecían sí han acrecentado sus síntomas”, nos cuenta Laura Palomares, que añade que la fobia es ante todo un miedo irracional y desproporcionado, que no se queda en un cierto sentimiento de ansiedad, sino que desemboca en una crisis de ansiedad o de pánico en los momentos que no se tiene sensación de control sobre el objeto o circunstancia temida.

Coincide la doctora Vilasánchez, que nos explica que en este año tan complejo que nos ha tocado vivir es normal que fobias que antes eran raras o se daban en menor proporción aumenten debido al miedo que nos produce la nueva situación. “La pandemia ha hecho que los trastornos de ansiedad se disparen entre la población, ya que sobre todo la incertidumbre y lo que puede llegar a pasar en todos los aspectos, desde el de la salud, familia, si afectará a nuestros seres queridos, e incluso a nivel de cómo repercutirá en nuestra economía y en la economía a nivel global, hace que no estemos tranquilos y que relajarnos nos pueda costar mucho más, siendo mucho más fácil que en otras épocas que aparezcan cuadros ansiosos”, afirma. “Así en este último año en el que se nos ha hecho hincapié en las medidas para frenar la expansión del covid 19, como desinfectarnos con gel hidroalcohólico, o mantener la distancia social, y el uso permanente de mascarilla, es hasta cierto punto lógico que estemos más precavidos en relación a cualquier relación de tipo social, por lo que es normal que todos nos encontremos con más miedo a cualquier tipo de interacción con los otros. Situaciones que antes de la pandemia eran normales, como el contacto físico, abrazarse o darse la mano o besarse, ahora están restringidos, por lo que lo esperable es tener esta sensación de fobia a la relación social, miedo normal por la época que vivimos”, nos explica la experta.

 

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El problema llega cuando el miedo es desproporcionado

Todo depende de la intensidad con la que se manifiesta esta conducta. “Lo que diferencia el miedo de la fobia es que la fobia provoca un intenso miedo, y ese miedo desproporcionado hace que casi toda nuestra actividad del día gire en torno a eso, y nuestro pensamiento diario va enfocado también en lo mismo, lo que nos impide vivir de manera tranquila”, cuenta la experta de Doctoralia, que nos explica que en la hafefobia, lo que pasa es que un día normal, en que otras actividades o pensamientos tendrían que ocuparlo, se convierte en un día marcado por el miedo a ser tocado o tocar a alguien o algo. “Por consiguiente interfiere totalmente en nuestra vida, que queda marcada por esa fobia.  Actividades rutinarias de nuestro día a día, como por ejemplo ir al supermercado, entrar en algún sitio, tocar un timbre o que alguien nos pueda rozar o tocar en algún momento puede provocar un pensamiento obsesivo sobre el que girará nuestro día y que nos impedirá centrarnos en otras cosas o disfrutar de ellas. Muchas veces intentar evitar todo eso o pensar en cómo evitarlo es lo que más ocupa el tiempo de la persona en su día a día, y por lo tanto lo que impide que tenga una vida normalizada”, añade la doctora Vilasánchez.

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¿Cuáles son sus síntomas?

En opinión de Laura Palomares, los síntomas son de varios tipos. Así, los hay cognitivos, es decir, afectan a nivel de pensamientos, de tipo intrusivo y recurrente alrededor del peligro de tocar o que te toquen: sobre si nos han tocado o no cuando hemos salido a la calle, por ejemplo, y qué consecuencias podemos sufrir, o sobre cómo vamos a salir luego a la calle y conseguir evitar cualquier contacto. “Los síntomas cognitivos suelen acompañarse de los físicos, como la taquicardia, tensión muscular, hiperventilación, mareos, náuseas, etc., y de la conducta de evitar. Es justo el síntoma conductual de evitación, lo que mantiene la fobia y la acrecienta”, explica la directora de Avance Psicólogos.

 

“En la hafefobia, como en cualquier otra fobia hay una serie de síntomas comunes a los trastornos de ansiedad en relación a varias áreas: en relación a los pensamientos, éstos girarán en torno al contacto con otras personas u objetos. La persona consumirá gran parte de su día a día pensando en cómo evitar tocar o ser tocado, pasando a ser este pensamiento de evitar lo que le produce ansiedad  lo prioritario en el día”, nos detalla la experta de Doctoralia. Añade que en relación a los síntomas físicos, como en otros trastornos de ansiedad, pueden ir desde síntomas leves a síntomas más graves: “Desde más leves, como sudoración, sensación de debilidad o cansancio, problemas gastrointestinales, dificultad para conciliar el sueño, tensión muscular, rigidez, o angustia,  a síntomas de intensidad media como palpitaciones, temblores, hiperventilación, mareo o nauseas, hasta otros de intensidad alta como la sensación de pérdida de control, o de irse a morir, cuando esa ansiedad es muy elevada”, cuenta. Además, el carácter de la persona variará mucho, tenderá a ir aislándose cada vez más y a relacionarse poco o con miedo, y a evitar situaciones en que pueda ser tocado o tener algún tipo de contacto.

 

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¿Cuándo deberíamos plantearnos si realmente tenemos un problema?

“Cuando los síntomas descritos aparecen a menudo y empezamos a sentir que nuestras relaciones sociales se están empezando a ver afectadas. Si evitamos salir de casa o quedar con amigos o familia por miedo al contacto, o si nuestro día a día empieza a verse afectado por las evitaciones y crisis de ansiedad y nuestro ánimo decae”, cuenta Laura Palomares.

La experta de Doctoralia nos cuenta que debemos plantearnos cuando ese miedo hasta cierto punto normal puede convertirse en patológico, y para ello debemos tener en cuenta varias cosas:

1. Cuando la mayor parte de nuestro día a día gira en torno a cómo evitar el contacto con los otros o incluso con determinados objetos o situaciones.

2. Si nuestra vida empieza a cambiar significativamente y notamos que nuestro carácter también lo hace, aislándonos en exceso.

3. Si cualquier relación con otras personas o situaciones nos causa una ansiedad desproporcionada.

4. Si notamos síntomas físicos relacionados con esa ansiedad como palpitaciones, mareos, síntomas gastrointestinales, sudoración, etc , cuando tenemos que enfrentarnos a situaciones en las que tenemos que tocar algo o somos tocados.

5. Si todo esto se mantiene en el tiempo, porque una cosa es en un momento puntual, o momentos determinados (pocos) y otra cosa es que sintamos que nuestra vida está girando alrededor de esto y que nuestra vida está girando alrededor de esto.

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¿Puede ser la terapia útil para solucionar este problema?

“En muchas ocasiones, cuando la fobia lleva tiempo en nuestras vidas y llevamos tiempo evitando, es necesaria la terapia. La terapia cognitivo conductual ha demostrado ser muy eficaz para el tratamiento de las fobias, mediante técnicas de exposición gradual a la situación temida, en este caso el contacto. Por otro lado, detectar el origen emocional de la fobia, y tratarlo en terapia de forma paralela a la exposición, es fundamental también para su superación”, nos cuenta la psicóloga Laura Palomares.

También apuesta por esta terapia la experta de Doctoralia, quien cuenta que se trabaja a nivel de las cogniciones (pensamientos), creencias, emociones y conducta. “Su objetivo es reducir la ansiedad y eliminarla a través del cambio de pensamientos en relación a lo que nos produce la fobia. También trabaja con las creencias distorsionadas y las emociones negativas que se originan por todo esto, pensamientos y creencias en torno a lo que puede pasar si tocamos o somos tocados. Además trabaja con la ansiedad que se manifiesta a nivel orgánico, y también sobre la conducta, exponiendo a la persona a lo que le produce la fobia de manera gradual, desde situaciones que le producen menos ansiedad a las que le producen más”, añade, explicando que para ello se enseñan técnicas de relajación, se trabaja sobre los pensamientos y se expone al sujeto a lo que le produce la fobia de manera gradual, dicho de manera muy concisa.

 

“Sea cual sea la terapia que se aplique, si la persona está sufriendo, o ha cambiado su vida y ésta gira básicamente en relación a esta fobia, desde luego lo más adecuado será ponerse en manos de un profesional que nos ayude a volver a una vida más normalizada”, concluye la doctora Vilasánchez.

 

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