Hay un dicho popular que reza que ‘de bien nacido es ser agradecido’. Pensando en él, nos hemos planteado la importancia que hay en dar las gracias a los que nos rodean cada día, aunque vivamos momentos complicados. “Ser agradecidos es una habilidad estrechamente ligada a la meditación como una capacidad de la persona en generar estados de bienestar, llegando a producir mayores niveles de satisfacción en la vida”, explica Marta Araceli de la Peña Pérez, psicóloga general sanitaria y psicoterapeuta de Grupo Laberinto, que nos resume algunos de los beneficios personales que favorezcan el bienestar psicológico y físico que nos puede reportar mostrar gratitud “como es una mayor capacidad de regulación emocional, de afrontar situaciones del estrés, mejora la calidad del sueño, mayor motivación, mayores niveles de resiliencia, mejor autoconcepto de uno mismo, al tiempo que nos permite estar más conectados con los demás”.
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Apunta los beneficios de dar las gracias
- Más felicidad y sensación de bienestar. La razón es que una persona agradecida se enfoca únicamente en lo que tiene, y no en lo que le hace falta o en lo que añora. Evitar compararnos con los demás hace a uno más feliz.
- Actitud positiva ante la vida. Cuando uno es agradecido tiende a ver el lado bueno de las cosas, lo que se traduce en más felicidad en su día a día.
- Ayuda a hacer felices a otras personas. Un ejemplo sencillo: cuando a uno lo valoran en su trabajo o le agradecen su ayuda en algún tema importante, se siente mucho más feliz. Una persona agradecida no sólo es más feliz consigo misma, sino que beneficia también la vida de los demás.
- Fortalece y mejora las relaciones. Si eres agradecido con los demás, ellos se sentirán más unidos a ti y las relaciones interpersonales se harán mucho más sanas y sólidas.
- Ayuda a valorar más las cosas. Esto hace a uno más consciente de lo que hay a su alrededor.
- Elimina el miedo y la frustración. La experta cuenta que vivir dando las gracias cada día evita que uno piense en el miedo y también lo hará repudiar las disputas y la violencia. Además, ser agradecido en la vida es la única manera de no frustrarse cuando ésta se pone difícil y presenta contrariedades...
- Bueno también a nivel físico. Expresar gratitud, también, fortalece nuestro cuerpo y nuestro cerebro al reducir el cortisol, la hormona del estrés. Y es que según una investigación publicada en la revista Cerebral Cortex, sentir gratitud o realizar actos de bondad estimula el hipotálamo (la parte de nuestro cerebro que regula una serie de funciones corporales, incluido el estrés). Cuando esto sucede, el cerebro se inunda de una sustancia química llamada dopamina que produce sensación de bienestar, felicidad, placer y vitalidad.
Gratitud condicional e incondicional
“La gratitud está relacionada con la capacidad de reconocer y apreciar de forma consciente lo que estamos viviendo en el aquí y ahora. Existen dos tipos de gratitud: la condicional y la incondicional”, nos cuenta la psicoterapeuta de Grupo Laberinto.
-La primera supone sentir estados de bienestar en el momento en el que la situación cumple con las expectativas que habíamos esperado.
-Por el contrario, la segunda supone una actitud ante la vida, un hábito de sentirse bien sin que nada lo provoque. No se trata de evitar ver la realidad o vivir en una idealización… sino el de aceptar y tolerar las situaciones o acontecimientos negativos que forman parte de la vida como parte de un proceso de aprendizaje y evolución, así como la capacidad de estimar los beneficios y los aspectos positivos de otros acontecimientos.
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Mejorar las relaciones sociales
Como decíamos antes, esta es una de las ventajas de dar las gracias. No hay duda, además, de que la gratitud nos permite crear nuevos vínculos sociales y, sobre todo, mejorar la calidad de los mismos o a fortalecer los que ya mantenemos. Nos ayuda a sentirnos más tranquilos y seguros a nivel relacional, ya que favorece la capacidad de desarrollar habilidades como la simpatía, la empatía o el agrado a los demás. ¿Es una conducta que se aprende a lo largo del tiempo? “La gratitud es una habilidad que se aprende como cualquier otra en la vida, de manera que cuanto más se practique, mayor será el efecto de bienestar que genere en nuestras vidas. En este sentido, los ejercicios de mindfulness pueden ayudar a cultivar esta habilidad”, añade la psicóloga.
¿Y si no damos las gracias?
Le preguntamos a la experta por qué piensa que, en el otro extremo, hay personas que nunca dan las gracias. “Hay personas que no se sienten cómodas en el reconocimiento del otro cuando le das las gracias, en el recibimiento de los cumplidos, incluso, son incapaces de mostrar cortesía y amabilidad hacia los demás. Esto puede ser debido a muchos factores como los rasgos de personalidad (inhibición, desconfianza, hostilidad… lo que podría hacer que la persona estuviera menos receptiva a la gratitud ajena), estado emocional (ansiedad, depresión… que haría que la persona estuviera menos sensible a los gestos de gratitud que muestran los demás), historia de vida, circunstancias actuales…”, concluye la especialista.
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