En otoño, cualquier infección de las vías respiratorias altas empeora. La culpa la tienen los virus que circulan, no solo los coronavirus, sino que hay otros que causan cuadros catarrales y la conocida rinitis alérgica. Además, los bruscos cambios de temperatura y humedad son factores climáticos que agravan esta patología. La rinitis alérgica asociada muchas veces a la sinusitis, es muy común dada la conexión de toda la vía aérea tanto superior como inferior. También son más frecuentes los episodios de asma.
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Diversos estudios han demostrado que el uso de las vacunas en pacientes con rinitis alérgica disminuye la probabilidad de que los pacientes desarrollen asma. Este efecto es más patente cuanto más joven es el paciente. Además, resultados recientes apuntan a que puede modificar el curso evolutivo de la enfermedad, evitando que se desarrolle también la aparición de nuevas sensibilizaciones alérgicas.
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Cómo funciona esta vacuna
La vacuna de la alergia es la forma más común de referirse a la inmunoterapia específica con alérgenos. Esta terapia se utiliza para el tratamiento etiológico, es decir, de la causa, de las enfermedades alérgicas. “La inmunoterapia con alérgenos consiste en administrar al paciente alérgico pequeñas cantidades de la sustancia a la que tiene alergia. Estas cantidades se van aumentando hasta llegar a una dosis óptima que se mantiene durante todo el tiempo que dura el tratamiento”, explica el Dr José Sanz, alergólogo infantil de La Salud-. De esta forma, las vacunas modifican la respuesta inmunológica del paciente y consiguen que la respuesta tras la exposición al alérgeno no genere una reacción grave y que mejore de forma sustancial la calidad de vida del paciente
“El momento de inicio de la vacuna depende de la historia clínica del paciente. En algunos casos está claro que se deben usar desde el momento que se identifica la enfermedad alérgica. En otros pacientes, los datos son menos definidos y se puede esperar para valorar la evolución y ver si se necesitan las vacunas más adelante o si no será necesario usarlas. Por otra parte, las vacunas tienen un mayor efecto cuanto más precozmente se usen”, indica el especialista.
Además de la vacuna para la rinitis alérgica, estas se usan también en las personas con asma que tienen alergia a ácaros del polvo, hongos, pólenes o epitelios de animales.
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La vacunación para la rinitis avalada por diferentes organismos
La Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP), también avala esta medida y sostiene que los niños con rinitis alérgica estacional o persistente deben ser derivados al pediatra alergólogo para iniciar un tratamiento con inmunoterapia y reducir el riesgo de que acaben siendo asmáticos. Este organismo recuerda que las vacunas son en la actualidad un tratamiento eficaz para controlar los síntomas de alergia respiratoria. Sin embargo, el retraso en la derivación al pediatra alergólogo y la falta de confianza en estas vacunas, hace que muchos niños no reciban el tratamiento adecuado.
La Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAACI), por su parte, recomienda un tratamiento de entre tres y cinco años, dependiendo de los casos, de inmunoterapia subcutánea o sublingual para niños y adolescentes con rinitis alérgica moderada a grave, desencadenada por alergia al polen, para prevenir el asma hasta dos años después. “La inmunoterapia con alérgenos es capaz de alterar el curso natural de la enfermedad alérgica, por lo que resulta un tratamiento muy eficaz para evitar el desarrollo de nuevas sensibilizaciones”, afirma la doctora Cristina Rivas, miembro del Grupo de Trabajo de Inmunoterapia de la SEICAP.
Uno de los estudios más importantes hasta el momento sobre la inmunoterapia con alérgenos, realizado con más de 800 niños con edades entre los 5 y 12 años de 11 países europeos, llamado GAP, permitió demostrar que la inmunoterapia con gramíneas tiene efectos mayores en la prevención de los síntomas de asma cuando el tratamiento se inicia a una edad más temprana. Comprobaron que las vacunas tuvieron un efecto a largo plazo sobre la rinoconjuntivitis alérgica y previnieron la aparición de los síntomas de asma, incluso hasta dos años después de finalizado el tratamiento.
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Las vacunas no siempre son necesarias
A pesar de que se recomiendan en muchos casos, la vacunación no siempre es imprescindible. En este sentido, el Dr. José Sanz matiza que “si los síntomas son leves y aislados y responden bien a la medicación, no será necesario usar vacunas. Tampoco si el alérgeno causal es sencillo de evitar como el epitelio de animal (perro o gato). Si, por el contrario, los síntomas son intensos o frecuentes, el tratamiento con vacunas no debe retrasarse. También se consideran para disminuir la cantidad de medicación que se necesita para controlar la enfermedad. La recomendación de iniciar un tratamiento con vacunas la emite el especialista tras un estudio detallado”.
Por otro lado, en personas con múltiples alergias la eficacia de la vacuna es variable y debe evaluarse individualmente. “Puede que alguno de los alérgenos tenga más importancia en los síntomas y otros pueden tener un papel mucho menor, por lo que estos últimos no formarán parte de la composición de la vacuna. Pueden emplearse mezclas de alérgenos similares, en número limitado a dos o tres como máximo”, asegura el Dr. Sanz.
Por último, cabe recordar que el efecto de la vacuna se nota a medida que va pasando el tiempo. El paciente va percibiendo una mejoría clínica que se traduce en menos días con síntomas de alergia, síntomas más leves y, además, menos medicación de rescate. Por último, se nota que se tolera más cantidad del alérgeno causante sin que aparezcan síntomas.
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