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TDAH: el trastorno que sufre Duarte Falcó, el hijo del fallecido Carlos Falcó

El trastorno por déficit de atención con hiperactividad es un problema asociado a la infancia. Sin embargo, los adultos también pueden padecerlo por arrastrarlo de la infancia o debutar de mayores.


Actualizado 28 de octubre de 2020 - 19:06 CET

La mayoría de nosotros sabemos qué es el TDAH, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Y a casi todos, nos viene a la cabeza la imagen de un niño. Pero los jóvenes y adultos también pueden padecerlo. Lo más común es que arrastren este problema desde su etapa infantil aunque, según la evidencia médica, también es posible que una persona joven o mayor debute con este problema, que puede propiciar la aparición de otros trastornos si no se aborda adecuadamente. Te explicamos en qué consiste esta enfermedad psiquiatra que sufre Duarte Falcó, el hijo del fallecido Carlos Falcó. El joven, de 25 años, ha explicado en ¡HOLA! cómo afronta su vida con este trastorno y cómo recuerda su infancia en las aulas.

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Qué es el TDAH

Se trata de un trastorno de carácter neurobiológico originado, generalmente, en la infancia que implica un patrón de déficit de atención, hiperactividad y/o impulsividad. Se calcula que en la Unión Europea un 5% (3,3 millones) de los niños y adolescentes entre 6 y 17 años padece TDAH. Más del 50% de los pacientes mantiene el trastorno en el estado adulto donde hay una prevalencia del 2,5-4%. Tiene un componente genético y un componente epigenético y ambiental.

El TDAH va mucho más allá de un trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad. En la vida cotidiana, los niños que lo sufren son incapaces de permanecer quietos y concentrados en una actividad, no atienden y tienen un mal comportamiento. Asimismo, presentan retraso psicomotor, trastorno del lenguaje y dificultades en la grafía, que muchas veces se confunde con falta de interés o incapacidad del niño para aprender. A todo ello se le debe añadir su mala gestión de las emociones, que les lleva a tener problemas con sus compañeros y a que a menudo se les etiquete como ‘los malos de la clase’.

Se considera que el TDAH no tiene una causa única, sino que se da por una serie de factores biológicos y psicosociales que interactúan entre sí. Por un lado, una producción irregular en dos neurotransmisores como son dopamina y noradrenalina; y, por el otro, la predisposición genética, que se traduce en un riesgo del 57% de que el niño presente este trastorno si uno de los dos padres también lo tiene.

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Cómo se diagnostica el TDAH

El TDAH se realiza mediante un diagnóstico clínico; es decir, no es fruto del resultado de una sola prueba sino de la suma de las conclusiones de varios tests, entrevistas y evaluaciones, tanto del paciente como de su entorno más directo. De ahí su dificultad. Asimismo, en los últimos años se ha visto que se puede diagnosticar mediante pruebas de imagen. Diversos estudios de neuroimagen han demostrado que los niños con TDAH presentan un deterioro cerebral. “El TDAH se asocia a un déficit en la estructura y la función de las sustancias químicas del cerebro, en particular en las zonas que son importantes para la atención y el autocontrol. Estas pruebas, que muestran que existen alteraciones neurobiológicas en los pacientes, ratifican que el TDAH no es una enfermedad inventada”, afirmó la Dra. Katya Rubiá, profesora en Neurociencias Cognitivas en el Instituto de Psiquiatría de Londres y directora del Departamento de Neuropsicología del desarrollo y Neuroimagen, durante un Simposio Internacional en TDAH, organizado por Lilly.

Por tanto, tal como explica la doctora Maribel Andrés, neurofisióloga clínica y responsable del servicio de Neurofisiología de Vithas Castellón, “el electroencefalograma (EEG), la cartografía cerebral (EEGq), los potenciales evocados cognitivos (P300) y los test neuropsicológicos permiten diagnosticar el TDAH y colaboran en la orientación y manejo terapéutico de estos pacientes, así como permiten un seguimiento de la respuesta a las distintas estrategias terapéuticas utilizadas”.

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Cuál es el tratamiento del TDAH

“Existen varios medicamentos que pueden controlar los síntomas del TDAH y mejorar considerablemente la calidad de vida. Un niño con este trastorno, por ejemplo, puede mejorar la relación con otros niños, sin embargo, su comportamiento sigue sin ser normal”, aclara la Dra. Margaret Weiss, Doctora en Medicina y especialista en Psiquiatría. “Por este motivo, es imprescindible un abordaje multimodal, integral del trastorno”. Es decir, además de la terapia farmacológica, el seguimiento psicológico es fundamental.

Hay que tener en cuenta que esta es una enfermedad crónica y que puede seguir manifiestando síntomas en la adolescencia y en la etapa adulta. De hecho, se estima que más del 80% de los niños que presentan el trastorno continuarán padeciéndolo en la adolescencia, y cerca del 65% lo presentarán también en la edad adulta, aunque las manifestaciones del trastorno irán variando notablemente a lo largo de su vida.

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El TDAH que debuta en adultos

Por otro lado, y aunque el TDAH se relaciona con la infancia, recientes estudios constatan cómo algunos adultos con trastorno por déficit de atención e hiperactividad carecen de antecedentes personales en la infancia. Es decir, se trata de adultos que debutan en TDAH.

"El TDAH se ha considerado durante mucho tiempo un trastorno propio de la infancia y de la adolescencia, pero los síntomas y el impacto funcional del TDAH no siempre desaparecen al pasar a la edad adulta y el trastorno puede persistir en más del 50% de los casos. Un estudio epidemiológico realizado a nivel internacional en la población general, señala que la prevalencia del TDAH en adultos es del 3,4%. Sin embargo, la realidad es que la mayoría de estos adultos con TDAH no están diagnosticados", explica la doctora Maribel Andrés.

El TDAH en adultos es diferente al TDAH en niños. En parte porque hay una notable reducción de la sintomatología hiperactiva respecto al déficit de atención. "En el paso de la infancia a la edad adulta, disminuyen los síntomas de hiperactividad que se pueden manifestar en una actividad constante, horarios sobrecargados, elegir trabajos que les requiera una mayor ocupación, adicción al trabajo..., mientras que los síntomas de inatención se suelen manifestar en falta de atención y concentración, desorganización e incapacidad para organizar trabajos o tareas, dificultad para iniciar y finalizar proyectos, problemas de gestión del tiempo, facilidad para olvidarse de las cosas…", indica la especialista en neurofisióloga clínica, Hospital Vithas Castellón

Po otro lado, el diagnóstico en adultos resulta complicado debido a la comorbilidad, es decir, la coexistencia con otras patologías psiquiátricas, ya que los síntomas del TDAH se pueden solapar con los de los otros trastornos como trastorno por abuso de sustancias, trastornos de ansiedad y del ánimo.

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El tratamiento en adultos

El tratamiento para los adultos con TDAH se basa en una combinación de medicación y terapia adaptados al perfil de cada paciente. "Además de los medicamentos hay que hacer grupos de terapia para que adopten nuevas estrategias, para que aprendan a manejar las alarmas, gestionar el tiempo, las agendas, la impulsividad.... ya que tienen una gran dificultad en el control de sus emociones, de sus acciones, y todo ello hay que trabajarlo a nivel terapéutico, tanto farmacológicamente como mediante terapia cognitivo-conductual". indica la doctora Maribel Andrés.

No es recomendable vivir sin tratamiento, asegura la especialista. De hecho, afirma Andrés, los adultos llevan ya una mochila cuando llegan a la consulta. El feedback que se recibe es que se es un poco vago porque no se han acabado los estudios, porque se pierden cosas, se es un desastre.... "Lo que define al adulto de TDAH es el sufrimiento, y cuando le encuadras en un diagnóstico y le propones un tratamiento, es un alivio", explica.

Asimismo, recalca que "el mito de que los medicamentos son muy peligrosos también planea entre los pacientes. Sin embargo, son muy seguros y desde el seguimiento profesional se pueden ir adecuando", concluye la neurofisióloga clínica Maribel Andrés.

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