¿Leche sí o leche no? Una primera pregunta que nos hacemos, sobre todo teniendo en cuenta que de un tiempo a esta parte los lácteos se han ganado tan mala prensa a nivel nutricional. “Debemos distinguir 'evidencia científica' de 'moda'. La alimentación, la nutrición y sus efectos sobre la salud son temas frecuentes actualmente en prensa no especializada, en redes sociales y las afirmaciones u opiniones que se publican no siempre se apoyan en evidencias científicas. Los lácteos están siendo objetivo de muchas de estas publicaciones y en muchas ocasiones denostados, lo que puede suponer un importante riesgo nutricional, ya que la evidencia científica actual indica que el consumo de 2 a 4 raciones al día, de leche y productos lácteos, dependiendo de la edad y la condición fisiológica como por ejemplo el embarazo, se asocia a importantes efectos positivos para la salud y la prevención de algunas enfermedades crónicas”, nos cuenta Rosaura Leis, Profesora Titular de Pediatría de la Universidad de Santiago de Compostela y Miembro del Comité Científico asesor de la campaña cofinanciada por la UE “Súmate a la Generación Láctea”, promovida por INLAC.
Coinciden los expertos de la Fundación Española de Nutrición (FEN), quienes nos indican que en los últimos años se está produciendo una disminución del consumo de leche y derivados. Esta disminución va en paralelo con un incremento en el consumo de otras bebidas supuestamente sustitutivas, especialmente derivadas de vegetales con contenido energético equivalente al de la leche y de los productos lácteos, pero con menor calidad y cantidad de otros nutrientes, como es el caso de las proteínas, minerales y vitaminas.
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Un alimento que forma parte de una dieta sana y equilibrada
Todo ello cuando lo cierto es que, según la FEN, los lácteos y en concreto la leche es un alimento con alta densidad nutricional. En su composición, entran a formar parte prácticamente todos los nutrientes en cantidades relativamente elevadas. Además de proveer energía, son una excelente fuente de proteínas de elevado valor biológico, muy aprovechables por nuestro organismo, y de otros nutrientes como calcio, magnesio, fósforo y de vitaminas del complejo B, así como de vitaminas A y D. “Los lácteos forman parte de las pirámides alimentarias tradicionales saludables y bioactivas, tanto la mediterránea como la Atlántica, que tenemos la fortuna de disfrutar en nuestro país. Son alimentos de consumo habitual y el principal aporte de calcio en nuestra dieta. Nuestro modelo alimentario saludable, junto con la práctica de actividad física y las mejoras socio-económicas, sanitarias y culturales justifican la elevada longevidad y calidad de vida de nuestra población. Mientras que la pérdida de la adherencia a estos estilos de vida tradicionales podría explicar el aumento del sobrepeso y la obesidad, especialmente en niños y adolescentes, y de las enfermedades asociadas como la hipertensión, la resistencia a la insulina o la hipercolesterolemia”, nos cuenta Rosaura Leis.
¿Por qué entonces cada vez más gente tiende a retirarlos de su dieta? Según los expertos de la FEN, muchas veces son modas o tendencias. Pero realmente, si comparamos, la composición nutricional de la leche respecto a las bebidas vegetales, tanto la cantidad de calcio, como la cantidad de vitamina D, son muy superiores al de las bebidas vegetales.
¿Conviene retirarlos de la dieta?
Nos preguntamos, entonces, si es contraproducente retirar los lácteos de la dieta cuando no hay diagnosticado un problema de intolerancia o alergia. Desde la FEN cuentan que si existe intolerancia, no habría motivos para retirar los lácteos, pues se pueden encontrar en los lineales del supermercado lácteos con bajo o sin contenido en lactosa para aquellas personas con intolerancia a este disacárido, tal y como nos cuentan desde la FEN. En el caso de alergia, sí que se recomienda retirar este grupo de alimentos.
“La impresión personal no es un diagnóstico médico. Si sospechamos que padecemos una alergia o intolerancia alimentaria, debemos acudir a nuestro médico, que debe confirmar el diagnóstico y establecer las indicaciones adecuadas. Si la indicación es retirar un alimento de la dieta, el médico debe establecer las recomendaciones para que nuestra alimentación siga aportando todos los nutrientes y componentes funcionales necesarios para cubrir los requerimientos y mantener la salud. Esto es especialmente importante en alimentos tan fundamentales como los lácteos, precisando en ocasiones aportar suplementos para cubrir los posibles déficits cuando por alguna razón tienen que ser excluidos de la dieta. Además, retirar un alimento de la dieta puede inducir a no tolerancia al mismo”, añade la profesora de la Universidad de Santiago.
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Aumento de las alergias e intolerancias
¿Por qué cree pueden están aumentando los casos de personas con alergias e intolerancias a los lácteos? Desde la Fundación Española de Nutrición nos explican que la intolerancia a la lactosa no es un hecho reciente. La malabsorción de lactosa aparece cuando se reduce la actividad de la enzima lactasa ubicada en las microvellosidades intestinales. En las poblaciones que no consumen lácteos, la producción de lactasa suele reducirse en un 90% durante los primeros años de vida, y en las poblaciones en las que se ha mantenido el consumo de lácteos permite concentrar lactasa para una correcta absorción de lactosa. La prevalencia de la malabsorción varía según el origen étnico. Lo que está ocurriendo fundamentalmente es que hay un mejor diagnóstico en la actualidad.
“En los últimos años estamos asistiendo al aumento de determinadas enfermedades, entre ellas la alergia, que probablemente guarde relación con los cambios importantes acontecidos en nuestros estilos de vida. Publicaciones recientes relacionan estos cambios con alteraciones de nuestra microbiota intestinal, lo que se conoce como disbiosis, y que se asocia a un peor desarrollo y maduración del sistema inmunitario”, nos cuenta Rosaura Leis, que añade que la alergia y la intolerancia a un alimento no es lo mismo, aunque ambas son reacciones adversas. En la primera se demuestra un mecanismo inmunológico subyacente, mientras que en la segunda no. “En el caso de los lácteos, la alergia la desencadenan las proteínas, mientras que la sintomatología asociada a la intolerancia es más frecuentemente producida por la lactosa, el disacárido de la leche. Para la absorción de la lactosa es necesaria una enzima, la lactasa, que se encuentra en nuestro intestino. Un porcentaje alto de la población, variable en función de raza, distribución geográfica, etc, va perdiendo esta enzima a lo largo de la vida. Sin embargo, debemos tener presente que la mayoría de las personas intolerantes a la lactosa toleran cantidades habituales de consumo, especialmente si son productos lácteos fermentados, como yogur o queso. Por tanto, una vez más la importancia de seguir las recomendaciones de los profesionales de la salud, para garantizar una alimentación saludable”, añade la experta.
¿Cuál es la cantidad recomendada de lácteos que debemos consumir a diario?
En el contexto de una dieta variada y equilibrada se recomienda de 2 a 4 raciones de lácteos al día dependiendo del grupo de edad y la etapa fisiológica. Todo ello para aprovechar los beneficios que nos aporta su consumo, como nos cuentan desde la FEN, pues los lácteos son una excelente fuente de proteínas de alto valor biológico y otros nutrientes como calcio, magnesio, fósforo y de vitaminas del complejo B, así como de vitaminas A y D, destacando el calcio como nutriente estrella y de alta biodisponibilidad. Hay que recordar que es el principal mineral que participa, además de en la integridad estructural de los huesos y los dientes, en numerosos procesos metabólicos: en la transmisión del impulso nervioso, la excitabilidad neuronal y la formación de neurotransmisores; para el adecuado funcionamiento del músculo cardíaco, el mantenimiento del tono del músculo esquelético y la contracción del músculo liso, o en los procesos de coagulación sanguínea.
“Un consumo adecuado de lácteos supone una garantía de cubrir los requerimientos de calcio, además estudios recientes ponen en evidencia el importante papel de la grasa láctea en la prevención de patologías metabólicas. Los lácteos favorecen el crecimiento y maduración ósea y la salud cardiovascular y se asocian con menor osteoporosis y la prevención de distintos tipos de cáncer”, añade la experta.
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Su consumo en determinadas etapas
“El papel de los lácteos es importante a lo largo de todo el ciclo vital, pero probablemente éste sea aún mayor en períodos más vulnerables, como la adolescencia, por ser un período de máximo crecimiento, en el embarazo, beneficiándose la madre y el feto, o en la vejez”, nos cuenta la doctora.
Alternativas en el caso de alergia o intolerancia
"La edad en la que existe una mayor prevalencia de alergia a las proteínas de la leche de vaca son los primeros años, adquiriendo muchos de ellos la tolerancia alrededor del año. En estos niños, en los que se retira la leche de vaca de la dieta, se pueden recomendar fórmulas lácteas hidrolizadas o incluso a base de aminoácidos o fórmula a base de arroz", nos cuenta la experta. En las personas con intolerancia a la lactosa, debemos tener presente que existen en el mercado leches y derivados lácteos sin lactosa. En resumen, hay que tener en cuenta que las personas que padecen patología, la cual les impide tomar lácteos o simplemente por decisión propia, es decir, por hábitos culturales no consumen ciertos grupos de alimentos (ej: vegetarianos, veganos, etc.), pueden cubrir las recomendaciones de nutrientes a partir de otros alimentos. Desde la FEN apuntan a que en el caso de que se elijan opciones como las bebidas vegetales, se recomienda que sean enriquecidas en calcio y vitamina D y sin azúcares añadidos, para así poder intentar llegar a los porcentajes establecidos de estos micronutrientes. Pero cabe destacar que no es una alterativa nutricionalmente, ya que este tipo de bebidas no cumplen la adecuada relación calcio/fósforo, de gran interés para una adecuada salud ósea. En este caso se recomienda reforzar la dieta con alimentos ricos en calcio como pescados y mariscos, frutos secos y/o legumbres.
“En cualquier caso, creo que es fundamental destacar que antes de retirar un alimento de los recomendados en la pirámide alimentaria saludable debemos consultar con el médico para que nos informe de los posibles riesgos nutricionales y nos indique como evitarlos”, concluye la experta.
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