La vida sin prisas, con olor a leña y en contacto con la naturaleza sabe mejor. Al menos para Evelyn Celma, que decidió dejar atrás la ciudad para afincarse en un entorno rural y desarrollar un proyecto emprendedor en el que pudiera comprometerse con sus valores. "La proximidad del campo, la consciencia de las estaciones, del día y la noche, la tranquilidad... son activos importantes para mí", nos cuenta. Así nació Matarrania hace más de 10 años, una firma de cosmética ecológica que se produce de principio a fin en Peñarroya de Tastavins, un pueblecito de la provincia de Teruel. Es pionera y referente en el sector bio, la única en España que tiene el 100% de sus ingredientes certificados como ecológicos.
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"Lo eco es eco, y lo natural no siempre es eco", apunta, "que sea eco nos garantiza el cumplimiento de las normas de agricultura ecológica y el poder utilizar solo una lista concreta de ingredientes sintéticos para la formulación". Afortunadamente, cada vez nos informamos más y, tal y como advierte, "leer las etiquetas es fundamental para que nuestras decisiones de compra puedan cambiar el mundo". Dónde se produce (cuanto más lejos más grande es la huella de carbono y menos favorece la sostenibilidad de tu territorio), cuáles son sus ingredientes (no solo los principios activos), qué porcentaje de estos es ecológico o si tiene certificación son algunas de las pistas que podemos obtener solo con un vistazo a la etiqueta tal y como nos explica.
Artesanía para el bienestar
Evelyn recolecta con sus manos las plantas silvestres y elabora los extractos vegetales que se emplean en los diferentes productos. También piensa y apoya a "un equipo maravilloso de mujeres", las que forman el equipo de Matarrania, que se produce de manera integral en su propio laboratorio. Allí diseñan y ajustan las fórmulas, las elaboran, hacen jabones, envasan y empaquetan. Hacen las maceraciones de los extractos en un buen aceite de oliva de la zona siguiendo métodos artesanales y reducen al máximo la presencia de plásticos. Tampoco hay pesticidas, ni herbicidas, ni químicos en los procesos de cosecha.
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¿Su objetivo? Lo tiene claro. Proporcionar bienestar a las personas respetando al máximo el entorno. Y todo viviendo la vida a fuego lento, dedicando media jornada, pero trabajando en cada paso del proceso de manera consciente y atenta. Su compromiso es un aliento de futuro. "No tiene sentido que la economía crezca indefinidamente, simplemente porque vivimos en un planeta finito. La economía y las empresas no pueden tener como único objetivo el beneficio económico, sino también el social y el ambiental. Empresas viables en sociedades felices y en un medio ambiente limpio y seguro. Ese debe ser el objetivo".
Otro modelo es posible
Matarrania es un ejemplo de que es posible. "Utilizar solo ingredientes puros, tal como los ofrece la naturaleza, y además ecológicos, nos asegura que no se han dejado residuos tóxicos ni en la tierra ni en el agua ni en la atmósfera. Ser una empresa artesanal y tener nuestro propio laboratorio nos permite, además, cuidar con detalle el proceso de producción y disfrutar de un día a día cercano a las personas que colaboran en el proyecto, tanto trabajadores, como proveedores y clientes. Estos modelos de negocio, en que impera el bien común, son el futuro de la sociedad en que vivimos, porque si no, tendremos un futuro mucho peor del presente que ahora conocemos", asegura la comprometida emprendedora.