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Así es la personalidad de un mentiroso compulsivo

Según los expertos, las personas que mienten de forma repetida lo hacen como una forma de buscar reconocimiento o llamar la atención,


Actualizado 20 de octubre de 2020 - 12:16 CEST

“Los mentirosos nunca cambian, solo mejoran su estrategia”, reza un dicho popular. Hay personas que hacen de la mentira una fiel aliada, y la convierten en una parte más de su propia personalidad. “Las personas expresamos cómo nos sentimos internamente y cómo interpretamos la realidad para darle un sentido a lo que vivimos. Afrontamos la realidad, creando una película de las experiencias que vivimos. Las personas que mienten de forma repetida y compulsivamente, crean en su mente una realidad que no existe. Esta forma de interpretar la realidad o inventarse una experiencia es un mecanismo de afrontamiento inadaptado e inconsciente”, nos cuenta Laura Llamas Moreno, psicóloga en Grupo Laberinto.

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La experta nos cuenta que la mentira compulsiva es un mecanismo de afrontamiento inadaptado porque estas personas evitan enfrentarse a lo que sienten y a su mundo externo. “Crean una historia para 'sobrevivir' a la vida real. En psicología, lo asociamos a un mecanismo de vinculación con el entorno y con uno mismo, basado en el apego. Es una forma de pedir el reconocimiento de otras personas o llamar la atención, sin afrontar lo que realmente ocurre”, nos explica la psicóloga, que nos cuenta que este tipo de afrontamiento puede tener consecuencias graves en estas personas y su entorno. Y recurre a otro refrán de la sabiduría popular: “Las mentiras tienen las patas muy cortas”. Por eso, “en algún momento, las personas que están a su alrededor, descubren que la experiencia que ha contado no se asemeja a lo que ha pasado y empiezan a enfadarse o alejarse de esta persona, sintiéndose poco entendidos o agredidos”.

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En ocasiones se irritan o se enfadan cuando le dices que hay incoherencias en su relato o que algo de lo que cuentan no ocurrió.

Características del mentiroso compulsivo

-Adornan su vida sin control. Usando anécdotas, historias o datos inventados que no se corresponden con la realidad.

-Utilizan invenciones constantes y sostenidas en el tiempo.

-A través de datos reales del contexto, crean una historia, que sea creíble, con el fin de que no le descubran las mentiras.

-Respuestas emocionales como la irritación o el enfado cuando le dices que hay incoherencias o eso no ocurrió. Cambian de tema, no responden o agreden cuando se pone en duda.

-Cambia partes de la historia que ha escuchado para que encaje con su contexto personal.

-Necesidad de llamar la atención, que le alaguen o ser mejor que otra persona.

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Las personas que están a su alrededor descubren que la experiencia que ha contado no se asemeja a lo que ha pasado y empiezan a enfadarse o alejarse de esta persona.

La psicóloga de Grupo Laberinto nos cuenta que el mecanismo que sigue, posiblemente, se creó en la infancia. Esta estrategia de afrontamiento es una forma de vincularse con los demás y con el entorno, basado en el apego. “Los niños mienten para protegerse de una realidad, porque necesitan mayor atención de sus padres. Un día que mintieron sintieron alivio, y la mente asoció mentir con protegerse o con conseguir esa atención que no tenían y necesitaban”, afirma. Dependiendo de las estrategias de afrontamiento que tenemos, podremos enfrentar la vida de una forma más consciente o inconsciente.

-Si me siento una persona capacitada para regular mis emociones, con seguridad para afrontar las crisis de la vida, veré la realidad con más calma y neutralidad. (Apego seguro).

-Si soy una persona que se siente insegura, atacada continuamente o vulnerable, afrontaré la vida de forma más inconsciente, enganchada a una emoción o pensamiento, sin poder ver la realidad de forma neutra. Se debe a que no tengo los recursos psicológicos suficientes para resolver la crisis que esté viviendo. (Apego ansioso)

-Si soy una persona que está desconectada de sus emociones, desconectada de la realidad, que cuando hay situaciones de compromiso o crisis vitales tiendo a escapar mentalmente, emocionalmente y con actos, se debe a que no tengo recursos psicológicos suficientes. A la larga, son personas con conflictos con los demás, aisladas, que no pueden asentarse en un sitio. (Apego evitativo).

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“En el caso de la mentira compulsiva, el fallo de apego reside en la falta de atención y la baja autoestima que se ha creado a lo largo de la vida. Esto lleva a que la persona tiene una necesidad compulsiva de llamar la atención a través de sus historias. Además, el no saber afrontar la realidad con otros recursos psicológicos, puede hacer que se sienta vulnerable, culpable, enfadado y distorsionando la realidad. Existen niveles de gravedad, si la persona no es consciente, no puede pararlo, no pide ayuda o está totalmente aislada… es una señal de que necesita ayuda”, nos cuenta Laura Llamas.

Por eso, en opinión de la experta, mentir de forma compulsiva es un rasgo de personalidad que genera conflicto y sufrimiento en la persona que miente y en el entorno. “La buena noticia es que el apego se puede reparar. La terapia psicológica ayuda a las personas a cambiar los mecanismos de afrontamiento que no son adaptativos y a conseguir mayor seguridad en sí mismos. Cuando una persona acude a terapia, en la evolución se ve que adquiere más herramientas de afrontamiento, mayor seguridad y neutralidad para vivir la realidad”, concluye.

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