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Mononucleosis: ¿cuáles son los síntomas y el tratamiento de la llamada enfermedad del beso?

Provocada por un virus, se contagia por las secreciones como la saliva. Hablamos con un experto para que nos cuente cómo afrontar su diagnóstico


Actualizado 16 de octubre de 2020 - 15:08 CEST

¿Has oído hablar en alguna ocasión de la enfermedad del beso? Su nombre médico es mononucleosis y, tal y como nos cuenta el doctor Iñaki Marina Clopés, especialista en Medicina interna en Healthcor Clínica i Espai de Salut y miembro de Top Doctors, es una enfermedad producida por la infección del Virus Epstein Barr (VEB). Este virus forma parte de la familia herpesviridae, como los virus del herpes simple, y se adquiere a través del contagio mediante las secreciones eminentemente orofaríngeas (saliva, mucosidad, etc.). De ahí la conocida relación con el beso. Es habitual en jóvenes, pero puede darse a cualquier edad. “Una vez dentro, el VEB se introduce en el epitelio respiratorio e infecta los Linfocitos de tipo B (células sanguíneas que nos defienden). Entonces, estos Linfocitos B se trasladan a los órganos donde hacen su función, es decir en los ganglios linfáticos, el hígado o el bazo, entre otros”, nos detalla el doctor.

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Fiebre, dolor al tragar... estos son algunos de sus síntomas

Lo primero que tenemos que tener en cuenta, tal y como nos explica el doctor, es que como en otras infecciones causadas por otros virus, no todos los individuos que se infectan por el VEB van a desarrollar síntomas o lo tendrán en formas muy menores. En ocasiones, la enfermedad pasa desapercibida o con sintomatología muy leve. “Si recordamos los órganos afectados, podremos entender la sintomatología que se produce en los individuos que sí enferman. Así pues, como primer síntoma puede causar fiebre como en cualquier respuesta inflamatoria de causa infecciosa. Como los linfocitos B residen en los ganglios, estos van a augmentar de tamaño y así se explica la amigdalitis pultácea e incluso ulcerada muy característica de la infección por VEB y que causa odinofagia (dolor al tragar), incluso en ocasiones invalidante y que puede requerir de antinflamatorios tan potentes como los corticoides. También hemos dicho que afecta al hígado produciendo una inflamación de este, o sea una hepatitis. Esta hepatitis se traduce en una intensa astenia y anorexia, así como una disfunción de la propia función hepática con elevación de la bilirrubina produciendo ictericia (tinte amarillento a nivel de las conjuntivas) y coluria (orinas oscuras). A su vez, producen dolores musculares (mialgias) y puede incluso producir una intensa cefalea (dolor de cabeza)”, detalla el experto.

mujer con malestar en la cama© Adobe Stock
Malestar, dolor muscular, de cabeza, de garganta... son algunos de los síntomas con los que puede manifestarse la enfermedad.

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¿Hay personas con más factores de riesgo o posibilidades de padecer esta dolencia?

Hay que entender cómo se produce la enfermedad para valorar si hay personas con un mayor riesgo de padecerla. “Una vez nos infectamos, se inicia una respuesta inflamatoria que tiene como objetivo neutralizar el VEB. Para ello, se activan tanto los mecanismos de defensa no celulares o humorales (los anticuerpos) como los mecanismos celulares (Linfocitos T)”, nos cuenta el doctor. Por eso, los individuos con problemas o enfermedades que les comprometan la inmunidad (tratamientos quimioterápicos, infección por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana VIH, inmunodeficiencias primarias, edad avanzada, canceres, etc.) serán más vulnerables a la infección por VEB.

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Toma nota de las posibles complicaciones

El doctor nos cuenta que la mononucleosis puede producir, en ocasiones, afectación del sistema nervioso central (encefalitis), y también en ocasiones se ha relacionado con inflamación del musculo cardíaco (miocarditis). “Las complicaciones más importantes son las que se producen a nivel hepático y hematológico. Dado que produce hepatitis, esta debe ser controlada y monitorizada ya que puede llegar a producir insuficiencia hepática y requerir de atención en unidades de hepatología. Por otra parte, al tratarse de un virus que infecta células como los linfocitos B, en determinadas condiciones de base puede llegar a producir linfomas”, añade el experto.

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¿Cómo llegamos al diagnóstico de esta enfermedad?

Como sucede en casi todas las dolencias, se diagnostica la enfermedad primero por sospecha clínica, cuando una persona presenta signos y síntomas compatibles. Y esta sospecha clínica debe confirmarse con una determinación de anticuerpos. “En la infección aguda encontraremos presentes Inmunoglobulinas de tipo M. Por el contrario, una vez resuelta la infección encontraremos Inmunoglobulinas de tipo G”, afirma el doctor Marina Clopés.

¿Es muy contagiosa?

Es una de las preguntas que más nos hacemos con respecto a esta dolencia. “En los individuos infectados que se encuentran tanto en el periodo de incubación del virus (infectado pero asintomático) como ya en estadio sintomático pueden contagiar a otras personas en caso de compartir secreciones, ya sea voluntaria o involuntariamente”, nos cuenta el especialista.

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Una vez diagnosticada, ¿cómo hay que tratarla?

Lo cierto es que, tal y como nos cuenta el doctor, en la actualidad, no disponemos de tratamiento específico para la mononucleosis. Lo que sí tenemos a nuestro alcance es un tratamiento para minimizar los síntomas, a base de antitérmicos, antinflamatorios, etc. Y es de vital importancia el reposo. “Como hemos dicho, causa intensa inflamación y si añadimos actividad física, por menor que sea, se incrementara el daño y consecuentemente el riesgo de complicaciones”, explica.

termómetro para medir la fiebre© Adobe Stock

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¿Cuánto suele durar el proceso para que remita y se cure?

La duración de la afectación puede ser variable. El curso clínico puede durar 3-4 semanas, pero en aquellas personas con mayor afectación o con condiciones de salud previas de base, pueden llegar a 2-3 meses. Incluso hay pacientes que sufren síntomas de forma permanente, aunque no haya actividad infecciosa. Es lo que se conoce como el síndrome de fatiga crónica.

¿Se puede prevenir?

“No cabe duda de que cuando un individuo se encuentre sintomático, debería minimizar su contacto con otras personas. También es importante intentar evitar compartir vasos, cubiertos, etc. Esta medida se encuentra más vigente que nunca gracias a la infección por SARS-CoV-2. Por otra parte, la prevención es complicada ya que el contacto entre los niños o entre adolescentes y de estos con los adultos es a veces inevitable”, concluye el experto de Top Doctors.

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