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paciente cero

Entrevista al paciente cero de Valencia

Kike Mateu: 'Debemos conocer la 'verdad' de la pandemia, aunque no nos guste'

En un momento en el que estamos luchando de nuevo para doblegar la curva, hablamos con Kike Mateu, el primer infectado e ingresado de Valencia por la Covid-19. Él nos cuenta cómo vivió su aislamiento, en las primeras semanas de marzo, cuando aún no había estallado la crisis sanitaria. Y opina sobre la situación actual en la que se ven conductas irresponsables que nos pueden abocar al desastre


Actualizado 7 de octubre de 2020 - 19:23 CEST

Pese a su extensa experiencia como periodista, Kike Mateu, paciente cero de coronavirus en Valencia y el primero en relatar su experiencia en España a los medios de comunicación para 'tranquilizar' a la población, nunca había escrito un libro. Sin embargo, un compañero de profesión le sugirió que plasmase aquellos 24 días que permaneció en la habitación 319 del Hospital Clínico de Valencia, algo que al colaborador del programa radiofónico 'El chiringuito de jugones' le pareció inverosímil. A pesar de ello, la idea germinó en su cabeza y durante el estado de alarma gestó este testimonio de uno de los primeros infectados por el virus SARS-CoV-2 en nuestro país. Un patógeno desconocido que iba a detener el mundo, colapsar la Sanidad y polarizar la sociedad. Como se puede leer en 'Paciente Cero. El relato en primera persona del primer periodista español contagiado por coronavirus' (Alienta Editorial) Kike Mateu se trajo el virus a la ciudad, sin saberlo y, por supuesto, sin quererlo, tras el encuentro de ida de octavos de la final de la Champions League, que enfrentaba al Alalanta y Valencia, el 19 de febrero en Milán. Imbuido en la euforia del aquel partido, y disfrutando de su profesión, nada podía hacer imaginar a Mateu que su vida no volvería a ser como antes.

El paciente cero de Valencia narra a lo largo de más de 360 páginas cómo vivió el completo aislamiento, el miedo que percibía en los ojos de algunos sanitarios que le atendieron y cómo se sobreponían a ello para atenderle lo mejor posible. Y, sobre todo, la culpa, un sentimiento que le acompañó día y noche al saberse contagiador y sentirse 'responsable' de la enfermedad de sus amigos y compañeros de profesión.

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El libro engancha desde la primera página hasta la última. Y sobrecoge leer tu testimonio...

Me siento muy halagado cuando los lectores me dicen que lo han leído con mucho interés y que les ha gustado. Pero sobre todo, me importa que sirva de testimonio de lo que nos hace el virus, del peligro y que nos ayude a seguir las indicaciones para evitar el contagio. Porque parece que no hemos aprendido nada… Al principio no sabíamos a lo que nos enfrentábamos. Sin embargo, ahora sí. Y todos hemos visto lo que ha sucedido este verano: botellones, fiestas ilegales, gente sin mascarilla o usándola mal, etc. Toda esta irresponsabilidad tiene ahora sus consecuencias. Y cuando veo estas imágenes de nuevo me pregunto ¿nadie se acuerda ya de lo que vivimos en marzo? ¿Nadie recuerda lo mal que se ha pasado, la cantidad de gente que no ha sobrevivido a esta enfermedad? Tengo la sensación de que el ser humano tiene esa idea de que ‘si no te pasa, es que no existe’. Vivimos en un eterno ‘no pasa nada’ que me da mucho miedo, teniendo en cuenta la evolución de la curva. Es cierto que caminamos a otra velocidad, pero nos dirigimos al mismo lugar.

Quizá el problema es que todos los que han estado en primera línea han vivido una pandemia, y nosotros un confinamiento

Creo que deberíamos relatar la verdad de la pandemia. No hemos visto fallecidos, no hemos visto las consecuencias de la muerte, es decir, el dolor de las familias, que no han podido despedirse de sus seres queridos. Sin embargo, sí hemos asistido a través de Internet o la televisión a la cara amable de lo que nos ha hecho el coronavirus, es decir, lo bueno del ser humano: los sanitarios bailando, los aplausos. Esto calma a la sociedad pero no la conciencia de lo que está pasando. La única imagen que tenemos para hacernos una idea de la crueldad de la pandemia es la de los ataúdes en el Palacio de Hielo de Madrid, una fotografía que provocó mucha polémica. Pero eso era lo que estaba pasando. La verdad hay que contarla, aunque no sea la que nos gustaría que fuese.

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No sabemos ni siquiera cómo es una Unidad de Cuidados Intensivos...

El lugar al que fue a parar mi amigo Rubén, un paciente de riesgo al que yo contagié. Para describir sus momentos en la UCI quise conocer bien este lugar y cómo se vive allí. Si todos supiéramos cómo es, la soledad, el frío, los aparatos, la dureza de ese lugar tendríamos otra actitud frente al coronavirus, porque nadie quiere acabar allí ni desea que ningún familiar o amigo tenga que necesitar cuidados intensivos. Pero no hay que ir tan lejos. Cuando eres enfermo de Covid-19 e ingresas en el hospital estás en una habitación aislado. No todo el mundo está preparado para permanecer sin apenas contacto con el exterior 24 horas día tras día, con tus pensamientos y tus miedos. En mi libro, por ejemplo, intento narrar esas ‘verdades’.

Cuáles han sido los momentos más difíciles mientras has estado en el hospital

He vivido dos momentos muy trágicos. Uno de ellos, que describo en 'Paciente cero', me afectó directamente desde el punto de vista físico y me hizo temer por mi vida. La otra situación, más dura, fue un golpe anímico y traumático relacionado con Rubén, el buen amigo al que contagié y que antes de pasar a la UCI ingresó en la habitación que lindaba con la mía. Estábamos pared con pared. En el libro narro la impotencia y la tortura que supuso escuchar todo lo que sucedió tras aquel tabique y no poder hacer nada para ayudarle, porque no podía salir de la habitación. Además de estos dos hechos, hay otras situaciones duras, por ejemplo, el aislamiento, que te va devorando, sumado al sentimiento de culpa.

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Este sentimiento de culpa es, de hecho, el hilo conductor del libro

Te va destruyendo poco a poco. Sin darte cuenta, el aislamiento y ese sentimiento de culpa quiebra todas tus defensas y acabas llorando como un niño. Psicológicamente, acabas agotado. Todas esas fuerzas con las que entraste porque piensas que vas a derrotar al virus se acaban. Fui el primer paciente, el paciente cero de Valencia, el primer caso sobre la mesa que los rastreadores estudiaron al milímetro. Supe con nombres y apellidos a todos aquellos a los que contagié o que se habían contagiado por mí. El miedo a que le pasara algo a mi mujer y a mi hijo, que estaban aislados en casa. Supe de los síntomas de los que ingresaban, quién empeoraba. Personas a las que yo conocía. Amigos que podían morir. Y todo eso lo vives solo, encerrado. Aunque racionalmente sabes que simplemente eres el portador de un virus y que, además, desconocías que estabas infectado, el corazón juega malas pasadas. Es destructivo. Sientes que vas a matar a alguien o que eres ‘culpable’ de su fallecimiento. Nunca había experimentado algo así y espero que no suceda jamás.

Quizá no somos conscientes de la magnitud de un solo contagio

Pero te lo puedes imaginar. Piensa hasta dónde puede llegar que tú te contagies… Puede acabar muriendo gente tuya, familiares, tus padres… Si tú ‘matas’ a tus padres no lo superas jamás. Te mueres con esa pena aunque te convenzan de que tú no has sido responsable Es una sensación terrible si lo piensas. Pero parece que aún hay gente que no es consciente de la magnitud de la situación que estamos viviendo. Pero podemos rectificar.

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