Uno de los síntomas de coronavirus que más nos ha sorprendido ha sido la pérdida de olfato. Se denomina anosmia y no se parece a la dificultad para oler cuando tenemos un catarro común. En este caso, la pérdida de olfato aparece de forma repentina y los pacientes que lo experimentan pueden tardar meses en recuperarlo. También se puede experimentar una pérdida del gusto, o, como lo describen algunas personas que han pasado la Covid-19, 'la comida ya no sabe como antes'. Lo curioso es que esta señal de alarma, ya que los médicos advierten de que si se pierde el olfato bruscamente hay que sospechar que nos podemos haber infectado, es que, aunque se puede dar en todo tipo de pacientes, se ve con mucha frecuencia en los más jóvenes.
Así lo ha visto un estudio un estudio en el que ha participado la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC) y que se ha realizado en 15 hospitales españoles, ha observado que las alteraciones del gusto y el olfato son síntomas comunes a la COVID-19 con más afectación en jóvenes y no hospitalizados, y que se recuperan más tarde de ello que los pacientes ingresados. Los resultados muestran una prevalencia de alteración del olfato del 53% y de un 52% en alteración del gusto. Además, el trabajo revela que 1 de cada 5 pacientes las presenta como primer síntoma de la enfermedad.
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Pacientes jóvenes y femeninos
Como decíamos, la investigación también ha observado que una mayor gravedad de la pérdida del olfato y del gusto se asocia a un menor requerimiento de ingreso hospitalario. En cambio, los pacientes que precisan ser hospitalizados presentan síntomas de tos, fiebre y disnea de forma significativa. “Hemos encontrado que una mayor gravedad de la COVID-19, con una edad de más de 60 años, hospitalización y mayores niveles de proteína C reactiva, se asocian a menor afectación del olfato que en los pacientes con COVID-19 ambulatorios y más jóvenes”, asegura la doctora Adriana Izquierdo-Domínguez, del Hospital Consorci Sanitari de Terrassa y de la Unidad de AlergoRino del Centro Medico Teknon, miembro también de la SEORL-CCC. Además, también se ha comprobado que el perfil de pacientes con pérdida grave de olfato, además de ser más joven es predominantemente femenino.
Pero, ¿por qué aparece la pérdida de olfato en la infección por el virus SARS-Cov-2? Para averigualo y, sobre todo, para saber cómo podemos entrenar nuestro sistema olfativo para volver a oler con normalidad, hablamos con el neurólogo David Ezpeleta, secretario de la Sociedad Española de Neurología.
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¿Por qué se produce la pérdida de olfato y gusto en la Covid-19?
Resumiéndolo mucho, las proteínas receptoras que necesita este virus para entrar en la célula no parecen estar en las terminaciones nerviosas del epitelio olfatorio, sino que se expresan en las células de sostén de dicho epitelio, es decir, aquellas células que crean el microclima necesario para que las sustancias odorantes sean reconocidas por sus receptores específicos neurales y la información se lleve luego al cerebro donde se reconoce como determinado olor. En otras palabras, si las terminaciones nerviosas no pueden funcionar correctamente porque las células que las rodean están afectadas, se altera su capacidad de detectar olores y el paciente pierde el sentido del olfato y el gusto, íntimamente ligado al primero, no pudiendo oler ni saborear la comida, entre otras consecuencias.
En todo caso, todo apunta a que el virus no afecta a las terminaciones nerviosas del epitelio olfatorio, sino a otras estructuras, lo que supone una buena noticia.
La anosmia afecta a todo tipo de pacientes, desde leves hasta graves. Lo que están revelando los estudios, y esto es lo interesante, es que, por motivos que aún no se conocen, la anosmia parece comportarse como un factor protector de gravedad, de buen pronóstico; es decir, los pacientes con anosmia tendrían menos formas graves, menos ingresos hospitalarios y menos ingresos en UCI.
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¿Cómo se describe esta pérdida de olfato?
Hay dos hechos muy característicos que refieren los pacientes con anosmia por COVID-19. Uno es que el síntoma aparece de forma brusca: se está haciendo algo, se huele con normalidad y, al poco, se observa que se ha perdido la capacidad para oler. Otro hecho es que, a diferencia del catarro común, donde puede haber pérdida olfativa asociada a mucosidad y taponamiento nasales, en la anosmia por COVID-19, hasta la mitad de los pacientes pierden el olfato pero sin asociar mucosidad o taponamiento, o siendo estos muy leves. Además, muchos pacientes apenas tienen fiebre, dolor muscular, cefalea, dolor de garganta u otros síntomas típicos de la infección vírica.
¿Cuánto tarda en recuperarse?
Hasta el 90% de los casos con pérdida de olfato y gusto por COVID-19 se recupera en menos de 1 mes, la mayoría de ellos entre la primera y la tercera semana. Que en la mayoría de los pacientes con COVID-19 el olfato y el gusto se recuperen en cuestión de semanas va en contra de una afectación directa de las terminaciones nerviosas, pues en este escenario la recuperación tardaría meses y, en el peor de los casos, no producirse.
Sin embargo, algunas personas tardan mucho en recuperar el olfato o llevan varios meses sin notar mejoría. Al menos un 10% de los casos refieren recuperaciones tardías e incluso ausencia de mejoría pasados 3, 4 ó 5 meses.
Para explicarlo se barajan diferentes posibilidades. Por un lado, si el virus afecta a las células de sostén del epitelio olfatorio con mucha intensidad y estas tardan en recuperarse, las terminaciones nerviosas, sin su microclima local, pueden degenerar. La regeneración de las terminaciones nerviosas es un proceso lento que explicaría el retraso en la recuperación, pero no explicaría la pérdida absoluta de olfato y gusto. En estos casos, se cree que podría haber también un daño de las células madre y progenitoras del epitelio olfatorio, de modo que, de haber daño en las terminaciones nerviosas, no se podrían regenerar. Afortunadamente, estos escenarios son menos frecuentes.
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¿Qué técnicas se pueden emplear para recuperar el olfato y el gusto?
Una persona con pérdida de olfato persistente tras haber pasado la COVID-19 debe ser evaluada por un especialista en otorrinolaringología. Lo primero que hay que hacer es una exploración física para descartar causas nasales de pérdida de olfato ajenas a la COVID-19. Si es posible, hay que determinar el grado de pérdida mediante una olfatometría u otros métodos. Los corticoides inhalados y los preparados vitamínicos no han demostrado beneficio alguno en los ensayos clínicos. El único tratamiento que ha demostrado beneficio es el entrenamiento olfatorio.
Para recuperar el olfato, el paciente debe exponerse a determinados olores durante unos segundos, varias veces al día, recreando la experiencia olfativa; es decir, si está ante un limón, recordar cómo olía el limón, las sensaciones que le producía, en qué circunstancias olía limones, etc. Este tipo de entrenamiento se puede prolongar durante 6 o más meses. Oler es algo más que acercarse algo a la nariz o captarlo del ambiente, es una experiencia global con un gran componente social y emocional que puede ser entrenado.
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