La tenista Carla Suárez ha anunciado que tiene cáncer y que esta enfermedad le obligará a retirarse para someterse a quimioterapia durante los próximos seis meses. El diagnóstico que ha recibido ha sido un linfoma de Hodgkin, un tipo de cáncer de la sangre que también le fue diagnosticado al actor Dani Rovira y del que, afortunadamente, ya se ha curado. Así lo anunció el que también es cómico y presentador, quien felizmente confirmaba que había superado el cáncer.
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¿Qué es un linfoma?
El linfoma es un tipo de cáncer del sistema defensivo (sistema inmune) que se desarrolla cuando se produce un fallo en la forma de actuar de los linfocitos, células de la sangre y de los ganglios linfáticos que ayudan a luchar contra las infecciones. En el linfoma, estos linfocitos crecen de forma descontrolada y se acumulan en diversas partes del cuerpo: ganglios linfáticos, médula ósea, sangre, diversos órganos…
En general, “los linfomas se presentan como ganglios linfáticos aumentados de tamaño, que cuando aparecen en zonas accesibles como cuello, axilas o ingle se pueden palpar evidenciando su tamaño. Sin embargo, en ocasiones, los ganglios afectados están en el abdomen, mediastino, etc..., y pueden pasar desapercibidos. Así, el diagnóstico es más difícil hasta que aparecen otros síntomas (fiebre, sudoración nocturna, cansancio, pérdida importante de peso...), por lo que muchas veces se confunden con otras enfermedades comunes como la gripe o la mononucleosis”, explica el doctor Carlos Panizo, hematólogo de la Clínica Universidad de Navarra.
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Varios tipos de linfoma
Existen más de 60 tipos distintos de linfomas que se dividen en dos grandes grupos, los linfomas de Hodgkin y los linfomas no-Hodgkin. Los primeros tienen una incidencia de 2,4 nuevos casos por cada 100.000 habitantes al año y aparecen, predominantemente, en dos grupos de población: alrededor de los 20 años de edad y alrededor de los 50 años. En cambio, dentro de los no Hodgkin existen varios tipos, siendo los más frecuentes el linfoma difuso de células grandes B y el linfoma folicular, con una incidencia de 5 y 2 nuevos casos, respectivamente, por cada 100.000 habitantes al año. “Ambos pueden afectar a personas de cualquier edad, sin embargo, son más habituales en las de edad avanzada, siendo la edad media del diagnóstico los 60 años”, señala el Dr. Jaime Pérez de Oteyza, director del Departamento de Hematología y Oncohematología de HM Hospitales. .
Lo que más influye de cara al pronóstico es el tipo de linfoma, ya que algunos de ellos pueden curarse definitivamente, mientras que en otros es muy difícil. “En el caso del linfoma de Hodgkin hay un 80% de curaciones definitivas empleando solamente quimioterapia clásica y radioterapia, mientras que en el linfoma difuso de células grandes B las probabilidades de recuperación dependen sobre todo de lo avanzado que esté en el momento del diagnóstico, pero podemos decir que, en líneas generales, se curan más de la mitad de los pacientes”, asegura el Dr. Pérez de Oteyza.
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Cuál es la causa del linfoma
Pese a que no hay una causa clara que esté detrás de este tipo de procesos oncológicos, existen numerosos factores como microorganismos como virus (SIDA, hepatitis C o Epstein-Barr) y bacterias (raramente, como Borrelia o Helicobacter), al igual que “la exposición a determinados tóxicos como el tabaco o productos químicos como los pesticidas, tintes para el pelo y disolventes orgánicos”, señala el especialista de HM Hospitales.
Asimismo, los “agentes quimioterápicos utilizados en el tratamiento de otros tumores pueden dar lugar a esta enfermedad y como cada vez hay más personas que sobreviven a un cáncer, hay más probabilidad de que aparezcan linfomas”, apunta el Dr. Pérez de Oteyza. Algo parecido sucede en el caso de algunas enfermedades autoinmunes en las que el riesgo de linfomas es mayor. Puesto que estas patologías cuentan con tratamientos cada vez más eficaces que incrementan la supervivencia del paciente, la incidencia de linfomas también se ve aumentada. Ante esta realidad, insisten los expertos, es necesario seguir estudiando más para determinar la causa que produce este tipo de cáncer de la sangre.
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Tratamiento y supervivencia
Pese a que la incidencia de este tipo de cáncer se ha incrementado en los últimos años, los grandes avances terapéuticos han provocado que exista una mayor supervivencia, por lo que cada vez más pacientes ganan años a la enfermedad.
De hecho, se han incorporado nuevos tratamientos, entre los que destacan agentes biológicos como los anticuerpos monoclonales. “A día de hoy, el tratamiento para el linfoma se basa en cuatro o cinco modalidades: quimioterapia, inmunoterapia, radioterapia, terapias dirigidas a dianas moleculares y trasplante de médula ósea. La elección de la combinación adecuada dependerá del tipo de linfoma, el grado de extensión de la enfermedad, la edad del paciente y la presencia de otras enfermedades concomitantes que puedan suponer un riesgo para recibir una u otra terapia”, concluye el Dr. Jaime Pérez de Oteyza, de HM Hospitales.
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