No es este de 2020 un verano al uso. Afrontamos una época llena de incertidumbres debido a la crisis sanitaria y económica motivada por el coronavirus. Pero aun en esta situación, muchas veces aprovechamos estas semanas de descanso para plantearnos nuevas metas. “La época de vacaciones es un momento perfecto para revisar objetivos y plantearnos cambios de cara al nuevo curso. Es un momento en el que las prisas desaparecen, podemos tener momentos de calma en los que pararnos a revisar qué está pasando en nuestra vida y qué cambios nos gustaría afrontar. Podemos mirar con algo de perspectiva cómo es nuestro día a día en la vorágine del curso, con el colegio funcionando, trabajando dentro o fuera de casa, las extraescolares, los traslados, etc… Viéndolo con esa perspectiva, podemos decidir qué cosas queremos que vuelvan y cuáles no”, nos cuenta la coach Regina Estévez, especializada en psicología positiva y en gestión emocional.
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Septiembre en el horizonte
“En verano, normalmente acostumbramos a ver pasar el tiempo tumbados bajo el sol. Sin preocuparnos del tiempo, de las obligaciones, de la rutina, del qué pasará... vivimos el verdadero 'aquí y ahora'. El verano es un tiempo entre dos tiempos, un tiempo entre un curso que se fue y un curso que llega”, nos cuenta Pilar Guerra, psicóloga clínica, quien nos explica que el ser humano se mueve en un mundo de temporalidad. Y en el horizonte se encuentra septiembre, que marca la estación del comienzo, el nuevo curso, tras la época más larga que tenemos de descanso que son los meses de verano.
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¿Es incompatible descansar con proyectar nuevos objetivos?
Es ahí donde surge la cuestión. ¿Podemos planear cambios mientras descansamos y desconectamos del ritmo del día a día? “A mi juicio, es indispensable desconectar y vivir el momento. El verano invita a sacar el ser libre que todos llevamos dentro, para contrarrestar y descansar de los horarios y el ritmo del invierno. Ser livianos en verano es la otra cara de la exigencia del resto del año. Desordenar un poco los hábitos ayuda a poderlos ordenar después otra vez”, nos cuenta la psicóloga, que alaba las bondades del descanso. “Vivir el descanso con tranquilidad hace que nuestra autoestima se refuerce, ya que es indispensable recordar que nos merecemos todo aquello bueno que nos ocurre. Y cuando toca descansar, es imprescindible hacerlo con imperturbabilidad y abandonarnos a vivirlo”, nos explica Pilar Gerra, que añade que poder olvidarse de reglas y normas del invierno y saber quebrantarlas refuerza nuestro poder de adaptación después a momentos que nos requieren más esfuerzo académico, laboral y el de todas aquellas actividades que exijan una rutina cotidiana.
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Replantear nuevos objetivos
Pero aun así, emplear un tiempo en nuestro descanso veraniego para planearnos y replantearnos nuevos objetivos para el nuevo curso no es incompatible con dejar de disfrutar, y puede ayudarnos a gestionar el factor sorpresa, que a veces no solo no lo necesitamos, sino que incluso puede dificultarnos, por considerarlos imprevistos con los que no contábamos. “Un ejercicio de reflexión sobre lo que nos gustaría conseguir, cambiar, innovar, probar de nuevo o repetir, puede convertirse en un vehículo que contribuya a nuestra organización y, por consiguiente, a seguir cumpliendo metas en nuestro desarrollo como personas”, nos cuenta Pilar Guerra.
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Haz un 'Ejercicio de Visión'
Ahora bien, ¿cómo hacerlo? ¿Qué herramientas podemos usar para saber cómo plantearnos los cambios que queremos hacer en nuestra vida? Estamos viviendo un momento lleno de incertidumbre, eso es cierto, provocado por la crisis del coronavirus. Pero en opinión de los expertos, lo primero que debemos pensar es cómo queremos vernos en un futuro, tener un plan, y por lo tanto, una estrategia. Por eso, Pilar Guerra propone realizar un Ejercicio de Visión. “Coge papel y boli. Dibuja tu futuro e imagina que es tu presente. Ahora dibuja 4 cuadrantes”, nos recomienda:
- Cuadrante del Futuro. En este cuadrante, reflexionaremos sobre nuestro futuro. Sobre aquel/aquellos proyectos que queremos conseguir. No necesariamente tienen que ser cambios. Este ejercicio también puede llevarnos a afianzar aspectos que ya tenemos conseguidos, y a ayudar a reforzarlos. ¿Dónde queremos estar dentro de uno o dos meses? ¿Dónde nos vemos? ¿Qué personas están con nosotros? ¿Cómo nos sentimos? ¿Qué estamos haciendo? ¿Cómo lo estamos haciendo? Aquí nos planteamos solamente nuestro futuro más próximo, relacionado con el contexto laboral, familiar, de amistad, de pareja…
- Cuadrante del Presente. Es el momento del ejercicio de Visión donde nos planeamos nuestro presente actual. ¿Qué cosas tenemos en este momento? ¿Cómo definiríamos el momento en el que estamos? ¿Cómo nos sentimos en nuestra vida? ¿Nos sentimos completos o incompletos? ¿Somos felices en general? ¿O somos infelices más tiempo del que quisiéramos? ¿Qué nos hace felices? Y por el contrario, ¿qué es lo que nos está haciendo infelices? ¿Qué necesito cambiar?
- Cuadrante de Fortalezas. Aquí, enumeraremos todas aquellas actitudes, aptitudes y rasgos de nuestra personalidad que consideramos son necesarias para llegar a ese objetivo que hemos apuntado a conseguir en ese futuro inmediato. Se llaman Fortalezas. Son nuestros recursos indispensables para llegar a nuestros retos. ¿Qué tengo y qué debo de conservar para llegar a mi objetivo? Si lo que quiero es un cambio de trabajo, ¿será que tengo que mantener mi tesón como mi principal rasgo positivo para alcanzar mi objetivo? Si lo que quiero es un cambio de carrera universitaria, ¿será que el mantenimiento férreo de mi decisión es mi principal fortaleza? Y si quiero un cambio en mi pareja y me veo dentro de tres meses sin ella, ¿será el poder de la conversación asertiva y no violenta, la aptitud que he de mantener?
- Cuadrante de Áreas de Mejora. Llegamos al último cuadrante del ejercicio, y lo subdividimos a su vez en dos. ¿Qué tenemos que dejar por el camino, que nos impide llegar a nuestro objetivo? ¿Qué cosas tenemos que aprender, qué cosas nos hacen falta para conseguirlo? En opinión de la experta, este ejercicio de Visión nos va a ayudar a tomar conciencia de nosotros mismos durante el verano, para poder identificar qué cambios queremos dar, saber priorizarlos, diferenciar lo urgente de lo importante, y conocer por dónde queremos empezar a cambiar. Si aprendemos a identificar nuestras fortalezas y áreas de mejora, sabremos con qué recursos contamos, y por lo tanto, podremos ya proyectarnos en el futuro que queremos tener.
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Regina Estévez, por su parte, nos da algunas recomendaciones prácticas para que tu planificación de cambios tenga éxito:
- No te pongas demasiados objetivos, ni muy ambiciosos. Una vez tengas el listado, planifícalos para ir abordándolos poco a poco, ¡no quieras empezar con todo en septiembre!
- Empieza por aquel cambio que creas que es más fácil que consigas, aquel que siendo un reto, no suponga demasiadas dificultades desde el primer momento.
- Para cada objetivo define un plan de acción, ¿cómo vas a abordarlo? ¿Necesitas de alguien para llevarlo a cabo? Es importante que de antemano identifiques las posibles dificultades que puedas encontrarte para abordarlos para pensar ya en las estrategias que seguirás para superar esas dificultades.
- Si alguno de esos cambios ya los has intentado en el pasado, o no sabes cómo abordarlos, pide ayuda. Hay muchísimos coaches que pueden ayudarte en pocas sesiones a encontrar dentro de ti esa energía que necesitas para conseguir todo lo que te propongas.
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