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tension arterial

¿Por qué tengo la tensión alta?

Casi cuatro de cada diez españoles sufre esta patología, que se puede prevenir cambiando algunos hábitos


Actualizado 27 de julio de 2020 - 16:23 CEST

La llaman la enfermedad invisible. Porque la hipertensión es una enfermedad que prácticamente no da síntomas, que no se siente, no duele pero que si no se trata y se vigila, puede llegar a tener consecuencias graves. Hay que tener en cuenta que afecta, además, a un elevado porcentaje de la población. Más de 1.200 millones de personas en el mundo tienen la tensión alta, el doble que hace 40 años, y más de siete millones fallecen debido a ella. ¿Y en España? Según datos de la compañía Thyssenkrupp, se estima que más de 14 millones la padecen, casi un 40% de los españoles. Y afecta de modo especial a nuestros mayores, pues el 65% de los que tienen más de 60 años tienen presión alta. El problema es que además, casi la mitad de ellos no sabían que la padecían porque, como explican los expertos, no suele dar síntomas y solo se enteran cuando sufren un ataque cardíaco o un derrame cerebral. Solo en algunos casos puede dar dolores de cabeza, dificultad para respirar o hemorragias nasales, pero estos signos no son específicos y generalmente no ocurren hasta que la presión arterial alta haya alcanzado una etapa grave. Por eso, tenemos que controlar los datos de nuestra tensión arterial para prevenir posibles problemas, pues la hipertensión puede ser causa de accidentes cerebrovasculares, ataques cardíacos, enfermedades renales, y también puede contribuir a la demencia.

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¿Cómo debemos medirla?

Se mide de forma sencilla, tanto en casa como en la farmacia o en el médico. La medición de la presión arterial se hace con un manguito que se va inflando hasta obstruir momentáneamente la arteria para luego ir abriéndola poco a poco. Cuando esa arteria se abre se mide la presión máxima, la sistólica, cuando el corazón está haciendo el máximo esfuerzo para hacer circular la sangre. Cuando el flujo vuelve a la normalidad se mide la mínima o diastólica. Hay que tener en cuenta que la tensión arterial normal en adultos es de 120 mm de mercurio (hasta 150 para los mayores), cuando el corazón está en sus máximas pulsaciones y de 80 mm de mercurio, cuando está más relajado. Así, se habla de hipertensión cuando la presión arterial es igual o superior los 140 mm de tensión máxima o diastólica y los 90 de mm de tensión mínima o sistólica. Si eso ocurre hay que acudir al médico, aunque sin alarmarse excesivamente porque hay solución.

tensiómetro© Adobe Stock
Es fundamental mantener los niveles controlados para poder poner solución.

¿Cuáles son las causas o factores de riesgo para desarrollarla?

Nos preocupa, además, cuáles son las causas que hacen que las arterias se estrechen y aumente, por tanto, la tensión. Los expertos de Thyssenkrupp Home Solutions han seleccionado algunas de ellas y cómo podemos solucionarlas:

  • La edad. El riesgo de hipertensión aumenta a medida que se envejece. Hasta alrededor de los 64 años, la presión arterial alta es más común en los hombres. Por su parte, las mujeres tienen más probabilidades de desarrollar presión arterial alta después de los 65 años.
  • La raza. Curiosamente, a nivel mundial, la presión arterial alta es más común entre las personas de ascendencia africana, en las que a menudo se desarrolla a una edad más temprana que en los blancos.
  • Herencia familiar. La presión arterial alta suele trasmitirse en los genes familiares. Por este motivo, si los padres o abuelos la han padecido, hay que vigilarse más.
  • El sobrepeso. Sin duda, los kilos de más son también enemigos de nuestra tensión arterial. Cuanto más se pese, más sangre se necesitará para suministrar oxígeno y nutrientes a los tejidos. A medida que aumenta el volumen de sangre que circula por los vasos sanguíneos, también aumenta la presión sobre las paredes de las arterias. Por eso, con diferencia, el medio más efectivo para reducir la presión arterial elevada es mantener el peso bajo control.
  • Demasiada sal en la alimentación. Por eso, hay que cuidar determinados aspectos relacionados con la alimentación, como puede ser el exceso de sodio en la dieta diaria. Si consumimos demasiada sal, el cuerpo retiene líquidos, lo que aumenta la presión arterial. La cantidad recomendada es de 1,5 miligramos (mg) diarios para personas con presión arterial alta. Y lo cierto es que no se necesita mucho sodio para alcanzar ese límite diario de 1,5 mg, solo 3 o 4 de cucharaditas de sal. Por eso, es muy importante leer las etiquetas en los productos envasados y vigilar las cantidades si se hace la comida en casa.
  • Poco potasio en la dieta y no tener una dieta saludable. Relacionado con el aspecto anterior hay que tener en cuenta que el potasio ayuda a equilibrar la cantidad de sodio en las células. Si no se obtiene suficiente potasio en la dieta o no se retiene suficiente potasio, se puede acumular demasiado sodio en la sangre. La clave entonces es sencilla: poca sal y mucho potasio. Para ello, debemos incluir en nuestra dieta muchas frutas, especialmente aquellas ricas en potasio como plátanos, albaricoques, aguacates y naranjas y verduras como patatas, tomates, espinacas... y limitar el consumo de exceso de calorías, grasas, carbohidratos y azúcar. El ajo y el extracto de ajo también ayudan a controlar la tensión. Y también tomar chocolate negro ayuda a reducir la presión arterial.
  • El sedentarismo. Las personas que están inactivas tienden a tener frecuencias cardíacas más altas. Cuanto más alta sea la frecuencia cardíaca, más pulsaciones, más duro debe trabajar el corazón con cada contracción y más fuerte será la fuerza sobre las arterias. Y, además, todo es un círculo vicioso, pues la falta de actividad física también aumenta el riesgo de tener sobrepeso. Por eso, es fundamental caminar o hacer deporte media hora al menos cinco días a la semana.
  • El consumo de tabaco y alcohol. El tabaco no solo eleva la presión arterial de forma temporal, sino que las sustancias químicas que tiene el tabaco pueden dañar el revestimiento de las paredes de las arterias. Esto puede hacer que las arterias se estrechen y aumentar el riesgo de enfermedad cardíaca. Y el humo también afecta a los fumadores pasivos, por lo que lo mejor es apagar el cigarrillo, lo que beneficiará a nuestra salud en general y la de quienes nos rodean. De igual forma, beber en exceso puede dañar el corazón. Tomar más de una copa de alcohol al día para las mujeres y más de dos copas al día para los hombres puede afectar la presión arterial.
  • Estrés. Los altos niveles de estrés pueden conducir a un aumento temporal de la presión arterial. Se puede aliviar el estrés con un rato de meditación diaria o sesiones de respiración profunda. Las hormonas del estrés contraen los vasos sanguíneos y pueden provocar picos temporales en la presión arterial. Además, con el tiempo, el estrés puede desencadenar hábitos poco saludables que ponen en riesgo la salud cardiovascular. Estos pueden incluir comer en exceso, dormir mal y abusar de las drogas y el alcohol. Por todas estas razones, reducir el estrés debería ser una prioridad si se está buscando reducir su presión arterial.
  • Exceso de cafeína. La cafeína eleva la presión arterial, pero el efecto es temporal. Dura de 45 a 60 minutos y la reacción varía de un individuo a otro. Reducir el consumo de cafeína hará que se duerma mejor, lo que es también muy importante para mantener la tensión arterial controlada.
  • Ciertas condiciones crónicas. Ciertas afecciones crónicas también pueden aumentar el riesgo de hipertensión arterial, como una enfermedad renal, diabetes y apnea del sueño. A veces, el embarazo también contribuye a la presión arterial alta.

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Fundamental tomar la medicación recetada

Si la presión arterial es muy alta o no disminuye después de hacer estos cambios en el estilo de vida, el médico puede recetarnos medicamentos antihipertensivos. Funcionan y mejorarán su resultado a largo plazo, especialmente si tiene otros factores de riesgo. Sin embargo, puede llevar algún tiempo encontrar la combinación correcta de medicamentos. Siempre hay que consultar al médico, tomarse la tensión de forma regular y comprobar los resultados.