Quien más quien menos ha retomado el contacto social desde que se puso fin al confinamiento provocado por la crisis sanitaria del coronavirus. Muchos lo hacen con toda la cautela, siguiendo las normas –distancia social, lavado frecuente de manos y uso de mascarilla-. Pero no siempre es fácil reunirse con familia y amigos siguiendo estas pautas. La situación se complica además cuando aparecen los rebrotes, lo que nos hace plantearnos si habrá una marcha atrás (ya se están dando pequeños pasos en dirección contraria en algunos territorios debido al aumento de los casos).
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Adaptarse a las nuevas situaciones
Lo cierto es que tras meses de confinamiento, todos estábamos deseando recuperar, como diría Leiva, ‘aunque sea un pedacito de normalidad’. Volver a realizar planes con la familia y amigos. Una ‘nueva normalidad’ en la que la mascarilla y la distancia social se convierten en nuestros aliados para prevenir los contagios, pero que no es sencillo cumplir a rajatabla, sobre todo cuando nos reunimos en torno a una mesa o una barra de bar con amigos o familiares, algo tan habitual en nuestro país, tan arraigado a nuestra forma de vida. Y podemos encontrarnos dos grupos de personas, las que cumplen y las que se lo toman de manera más relajada en estas situaciones. Los primeros, que no se separan de sus mascarillas, ven cómo sus conocidos, amigos, familia… parecen disfrutar de un verano “normal”, compartiendo en sus redes sociales fotos abrazándose a sus amigos, comiendo sin distancia con familia, etc. Y si comentan con ellos la necesidad de guardar distancia social, son tildados de extremistas e incluso de paranoicos (cuando en realidad están haciendo lo correcto). ¿Qué sensaciones puede provocarles? Un estado de frustración, tristeza, nerviosismo, e incluso ansiedad, etc.
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Distancia social vs. distancia emocional
“Siempre digo que hay que lograr que la distancia social no provoque distancia emocional. Hay que tener en cuenta que no todos pensamos, sentimos y actuamos igual. Frente a una misma situación, no todos procedemos de igual manera”, apunta la psicóloga Gabriela Paoli, que considera que es clave aceptar la gestión que hacen los demás sobre el distanciamiento y normas. Pero claro, llega ese momento complicado en el que el hecho de tener que decidir no quedar con amigos o incluso con la familia puede tener un impacto emocional sobre estas personas, que afrontan incluso sentimientos de incomprensión, rabia, impotencia y gran desconcierto. Todo ello puede tener consecuencias también a nivel social, ya que estas personas desean protegerse y cuidarse y llegan a evitar reuniones o situaciones que consideran de riesgo, lo cual se traduce en momentos de aislamiento y exclusión dentro del núcleo familiar y grupo de amigos. Puede acabar derivando en consecuencias más graves, pues el hecho de no querer salir para nada, de dejar de lado actividades y de tener sentimientos de apatía, tristeza, desmotivación, si se mantienen en el tiempo, pueden provocar trastornos emocionales o psicosomáticos graves.
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Buscar personas afines a tus sentimientos
Otra buena recomendación, en opinión de la psicóloga, es buscar amigos o familiares que sean más afines a nuestra posición, que mantengan la distancia o usen mascarilla en todo momento, para evitar de este modo caer en esos sentimientos de soledad, aislamiento o tristeza. “Resulta importante salvaguardar nuestra parte emocional en tiempos difíciles, manejar de forma positiva las circunstancias, con una actitud positiva y proactiva siempre puesta en lo que suma, en lo que aporta, para evitar sentir que el distanciamiento social que deseamos mantener se sienta como distanciamiento emocional”, cuenta la experta.
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Adaptarnos en función del tipo de reunión
Lo que está claro es que somos seres sociales. Y por eso la pandemia ha roto en pedazos algunos principios básicos de nuestra forma de vida. Esta crisis nos ha enseñado, en otras cosas, lo necesario que es el contacto físico para las personas. La experta explica que lo ideal, lo más sano y acertado, es evitar entrar en conflictos, reflexiones o discusiones. Y una buena opción es anticiparse para evitar situaciones desagradables. Conviene informarse antes sobre cómo está organizado el evento o reunión, cuántas personas van, posible distancia que habrá, etc. Y, en función de esos datos, poder tomar la decisión de asistir no. Afrontar estas nuevas situaciones requiere por nuestra parte de una respuesta activa y adaptativa importante.
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Busca momentos agradables
Eso sí, no olvides que hay alternativas que permiten que nos relacionemos y lo hagamos de forma segura. La experta comenta que es recomendable generar, facilitar y propiciar emociones agradables ya que nos harán más resistentes ante la adversidad. “Anímate a vivir este momento tan especial, a crear recursos y estrategias para crecer y maravillarte de tu propia capacidad de aprendizaje y crecimiento”, apunta. Gabriela Paoli recomienda que nos focalicemos en aquellas actividades que sí que podemos realizar sin miedop. como pueden ser reunirnos al aire libre, pasear, bañarse en el mar con distancia… Se trata de aprovechar lo que tenemos, que puede ser mucho y no centrarse en lo negativo.
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