Sin duda, el estrés puede convertirse en uno de los grandes enemigos de tu dieta. Sin tú darte cuenta, puede que esté boicoteando tu plan para perder esos kilos de más que te sobran. “La relación entre pérdida o aumento de peso y el estrés es directa y comprobada”, comienza apuntando el doctor Leo Cerrud, experto en Nutrición. “Sin embargo no es el estrés en sí lo que hace que se gane o se pierda peso, es la comida, como siempre la única responsable de que una persona engorde por ansiedad o adelgace por estrés”, añade. Pero ¿por qué nos sucede esto en principio tan antagónico?
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Las hormonas tiene parte de la 'culpa'
Gran parte de la culpa del problema lo tienen las hormonas. “Nuestra vida actual está plagada de circunstancias que nos llenan de estrés, lo que hace que se eleven ciertas hormonas como la adrenalina y cortisol. También otras hormonas como la insulina o leptina se ven afectadas”, detalla Laura Parada, nutricionista de Slow Life House, quien detalla que durante las situaciones de estrés nuestro cuerpo cree que “está bajo ataque/peligro y libera glucosa en tu sangre para proporcionar energía a los músculos para poder hacer frente a este peligro. Pero como realmente no hay ningún peligro, no necesitas esa energía, y el páncreas liberará insulina para reducir los niveles de azúcar en la sangre que han sido elevados”. Al liberarse insulina, disminuyen los niveles de azúcar en sangre lo cual genera una gran sensación de hambre y baja energía.
Por tal motivo es que se siente más hambre cuando uno está estresado y desea consumir mayor cantidad de hidratos de carbono y alimento altos en azúcares. Esto también sucede cuando hay un mal descanso por la noche, esto también afecta a nuestras hormonas y genera un aumento de peso.
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El papel del cortisol
Cuando nos sentimos estresados, nos ponemos en una situación como de emergencia y necesitamos solucionar los problemas que tengamos." Para ello tenemos una hormona que es muy útil para resolver las situaciones de estrés, el cortisol, pero que puede traer algún efecto adverso”, cuenta la doctora Paula Rosso, del Centro Médico Lajo Plaza. “Esta hormona del estrés lo que intenta es que nosotros obtengamos azúcar para nuestros músculos, para el cerebro y lo que hace es ser más catabólica. Destruye ciertos nutrientes que nosotros tenemos en el organismo para poder provocar la producción de glucosa”, nos detalla la doctora Rosso. “El cortisol, por otro lado, también afecta a otras hormonas como la insulina (aumentándola), y esto también provoca más apetito y mayor almacenamiento de grasas. El almacenamiento de grasa, de hecho, es como si fuera un método de supervivencia en el que acumulas esta grasa para tener energía para estas situaciones de estrés”, concluye la doctora.
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Recurrir al tarro de helado
Queda claro, por lo tanto, que el estrés aumenta los niveles de cortisol, “hormona del estrés”, y esta aumenta el apetito, los “antojos” y la necesidad de comer, tal y como nos cuenta el doctor Cerrud. "Todos sabemos el gran poder ansiolítico del azúcar, el famoso bote de helado para el desamor (situación estresante por excelencia), pero lamentablemente el efecto dura justo hasta la última cucharada y solo persisten las ganas de más. Además se sabe que el cortisol disminuye el autocontrol sobre lo que ingerimos, o sea, que la suerte está echada: nervios, cortisol, hambre, antojos, cero auto control, comida desaforada, subida de peso”, explica el doctor.
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Dos tipos de conducta debido al estrés
La doctora Mar Lázaro, además, nos cuenta que el estrés, que aumenta a partir de los 35-40 años debido a una mayor responsabilidad laboral y personal, produce dos tipos de conducta:
- Como estás agobiado malcomes, picoteas durante el día, productos generalmente calóricos. Y por la noche, cuando llegas a casa, es cuando disminuyen los niveles de estrés y ahí comes en exceso y sin control.
- Comes mucho durante todo el día porque crees relajarte, pero no es cierto. Y en este caso también al llegar a casa y disminuir a menudo el nivel de estrés laboral, tiendes a comer sin control, a menudo con una cerveza (como mínimo).
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¿Qué solemos comer cuando estamos estresados?
“Solemos tomar alimentos ricos en hidratos de carbono y grasas cuando tenemos estrés, por eso engordamos”, cuenta la doctora Mar Lázaro, quien matiza que lo ideal es marcarse unas pautas y horarios de comida, y picar productos saludables y ricos en triptófano, que favorece el buen humor, como un poco de chocolate, plátanos, etc. “Los alimentos saludables, además, estabilizan el azúcar en sangre. Por ejemplo, podemos picar crudités (palitos de zanahoria, que ya los venden así en los supermercados), una fruta o un puñado de frutos secos. Y a la hora de comer, optar por alimentos con un índice glucémico bajo, como cereales integrales, legumbres y verduras, que contribuyen a mantener los niveles energéticos estables y a reducir la ansiedad y los antojos; en cambio los alimentos procesados con grasas trans y un exceso de azúcar o sal (cuidado con las patatas fritas y resto de snacks) suponen el alivio momentáneo pero desequilibran el sistema nervioso”, cuenta la doctora Lázaro.
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¿Hay gente que pierde peso con el estrés?
Hay casos en los que sucede precisamente lo contrario. “Resulta que el cortisol también hace que la grasa marrón (la grasa buena) se active y se caliente consumiendo calorías y mejorando la sensibilidad a la insulina, lo cual además evita los ataques de hambre. Una fórmula ideal para perder peso: quemar calorías desde dentro y poco apetito”, cuenta el doctor Cerrud. “La mala noticia es que se sabe que son las personas más delgadas las que suelen poseer mayor porcentaje de grasa marrón, por lo que generalmente se podría afirmar que las personas delgadas pierden peso por estrés y las personas con sobrepeso lo ganan cuando están ansiosas. Otra injusticia del metabolismo”, concluye.