El propio José Corbacho lo expresaba así: "Termina una etapa. Hace tres años me comunicaron que mi insuficiencia renal crónica me llevaría a tener que pasar por un trasplante de riñón. Y ese momento ha llegado”. Hace apenas una semana que el humorista se sometía a esta intervención, en la que ha querido agradecer el papel que ha tenido su hermana. “Y permitidme la licencia de dar el último agradecimiento a mi hermana Yolanda. La donante. Le debo la vida. Así de simple. Gracias por tu generosidad infinita. Se cierra una etapa. Pero se abre otra", comentaba el actor y presentador aún desde el pasillo del hospital. Corbacho padecía una enfemedad renal que, tal y como apuntan desde la Sociedad Española de Nefrología, afecta aproximadamente al 10% de la población adulta española y a más del 20% de los mayores de 60 años. Es más, en el caso de personas con hipertensión arterial y/o diabetes, la cifra de afectados por Enfermedad Renal Crónica (ERC) se dispara hasta el 40%. Y el futuro no es muy alentador. Según datos de la Federación Nacional ALCER, la dolencia ha crecido casi un 30% en la última década en España y podría convertirse en la segunda causa de muerte en nuestro país en pocos años. En España, unos 7 millones de personas la padecen y de ellas, 60.000 están en Tratamiento Renal Sustitutivo (TRS), es decir, requieren de hemodiálisis, diálisis peritoneal o un trasplante para sustituir la función de sus riñones.
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La clave, un diagnóstico precoz
Estamos, una vez más, ante un problema en el que el diagnóstico precoz es fundamental. Y es que el problema se agudiza por la falta de diagnóstico tanto de los factores de riesgo, como de la misma enfermedad renal crónica, que impide un control de la patología en sus estadios iniciales. ¿La causa? Muchas personas no manifiestan ningún síntoma hasta que la enfermedad renal está muy avanzada, lo que acaba produciendo una pérdida importante de su función que en el mejor de los casos se puede detener, pero nunca recuperar. El doctor Manuel Angoso de Guzmán, responsable de la Unidad de Chequeos del Hospital Vithas Valencia 9 de Octubre, recalca la importancia de controlar la diabetes y la hipertensión arterial, ya que ambas son las causas más comunes asociadas a la enfermedad renal crónica. "Es fundamental que aquellas personas que reúnen factores de riesgo -hipertensión arterial, diabetes, antecedentes familiares de enfermedad renal, edad por encima de 60 años, colesterolemia, etc.- se sometan a controles nefrológicos con el fin de diagnosticar y frenar la enfermedad desde el principio", recomienda el especialista.
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Importancia de los riñones
Estos dos órganos son fundamentales para el buen funcionamiento de nuestro organismo. La función de los riñones es crucial para preservar una vida sana, pues se encargan básicamente del filtrado de la sangre y a través de la orina, la eliminación de toxinas y del exceso de líquidos. Pero, además, también mantienen el equilibrio químico del cuerpo, ayudan a controlar la presión arterial y a producir hormonas o regular la producción de glóbulos rojos. Cuando nos diagnostican de enfermedad renal crónica significa que los riñones están dañados y no pueden filtrar la sangre como deberían. "Este daño puede ocasionar que los desechos se acumulen en el cuerpo y causen otros problemas que podrían perjudicar la salud. A veces puede conducir a insuficiencia renal severa y necesitar la paciente diálisis o un trasplante de riñón", apunta el doctor Angoso.
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¿Cuáles son los síntomas?
Una de las preguntas que surgen es cómo podemos darnos cuenta de que tenemos un problema que afecta a la salud de nuestros riñones. "Los síntomas de la insuficiencia renal son múltiples. Entre los más comunes estarían la alteración del sabor de las comidas, náuseas o vómitos, confusión o dificultad para pensar, falta de apetito, cefaleas, fatiga, picor generalizado en la piel, etc.", cuenta el doctor, que añade "se debe acudir inmediatamente al médico cuando exista tensión arterial elevada, hinchazón en los párpados, tobillos o manos, cambio en el color u olor de la orina o aparición en un análisis de orina de sangre o proteínas durante una revisión rutinaria".
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Estos son los factores de riesgo
Como sucede en casi todas las patologías, hay factores que influyen en el desarrollo de la enfermedad y que se pueden evitar. Así los factores de riesgo de la ERC se pueden diferenciar entre los no modificables y los modificables. Entre los primeros, podemos citar la edad –sobre todo ocurre en los mayores de 60 años-, el sexo (masculino), antecedentes familiares o problemas durante la gestación como el bajo peso al nacer destacan entre los primeros. Según el doctor Manuel Angoso, "el hecho de que un porcentaje importante de factores de riesgo de la ERC sean modificables da una idea del margen de acción que, afortunadamente, tienen las medidas preventivas. Es más, la solución a algunos de ellos, como el tabaquismo, el sedentarismo o el sobrepeso, pasa por el simple cambio de hábitos hacia unos más higiénico-saludables. Aconsejo alimentos con menos sal (sodio), limitar la ingesta de alcohol, dieta mediterránea, no fumar y realizar ejercicio físico habitualmente".
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El trasplante, la solución para muchas personas
Sin duda, cuando se han probado todos los tratamientos y no encontramos la respuesta deseada, el trasplante se convierte en una opción que salva vidas. Estamos, además, en un país puntero en lo que a donación y trasplantes de órganos se refiere, auténticos líderes a nivel mundial. En el caso concreto del riñón, existen dos tipos de trasplante: el de donante vivo y el de donante cadáver. Con el paso de los años la proporción de donantes en vivo ha ido creciendo poco a poco. Y es que esta opción suele ser la elegida cuando un paciente necesita un trasplante renal y uno de los miembros de su familia es compatible.
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Esta técnica, tal y como explicaba el Dr. José Maria Graña , nefrólogo de la Clínica San Martín de Valencia y experto de Doctoralia , consiste en realizar una nefrectomía, o lo que es lo mismo, la extracción del riñón del donante, por laparoscopia, para después implantarlo en el receptor. “En términos generales, esta técnica se recomienda porque tiene un buen pronóstico de supervivencia del injerto (riñón) a largo plazo, más aún que si el donante es cadáver”, comenta el Dr. Graña. Según detallaba el doctor, hay unos requisitos que debe cumplir la persona que quiere ser donante vivo. “En primer lugar, es indispensable realizarse un chequeo médico completo, repasando la historia clínica, los hábitos de vida y los antecedentes familiares para establecer si su estado de salud es el adecuado tanto para someterse a la operación como para ser donante. Es lo que se conoce como anamnesis completa, y sobre todo se revisan factores de riesgo cardiovascular, diabetes mellitus, hipertensión arterial, obesidad y litiasis renal, entre otros”, explica el experto, que añade que posteriormente se realiza una analítica completa en la que, además de los marcadores habituales, se estudia el grupo sanguíneo, el perfil lipídico y hepático, el ácido úrico, las hormonas de la tiroides y la presencia de virus como el VIH. Asimismo se realiza una ecografía abdominal y una radiografía de tórax, para descartar posibles anomalías. En el caso de personas fumadoras o que consumen alcohol de forma habitual pueden justificarse exploraciones adicionales. Si estas pruebas resultan correctas, no hay problema en realizar la donación.