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avaricia© Adobe Stock

Psicología

Así es la personalidad de la gente tacaña

Es un rasgo de personalidad patológica muy relacionado con el miedo, el catastrofismo y la necesidad de tener siempre el control


Actualizado 20 de julio de 2020 - 11:57 CEST

Todos hemos vivido en algún momento de nuestra vida alguna situación incómoda a causa de un tacaño. Son fácilmente reconocibles: suelen encontrar una excusa para levantarse de la mesa cuando llega la cuenta, nunca llevan efectivo, ni cambio… Y todo porque sufren enormemente cuando hay que pagar. Este rasgo de la personalidad los convierte en unas personas complicadas con las que compartir vida social y más grave aún, convivencia o planes de futuro en pareja o con familia. Sin embargo, suele suceder que ellos mismos no son conscientes de que su manera de ver la vida y el dinero sea tóxica, tanto para sí como para con su entorno, pues creen que se trata de un talento ahorrador y previsor.

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Aristóteles señalaba el punto medio como la virtud y razón tenía. Ningún extremo es bueno, ni siquiera el extremo de la cara positiva de un rasgo. Es decir, no cabe duda de que entre un despilfarrador y un ahorrador este último nos parece la persona más responsable. Pero cuando el afán por el ahorro conlleva un dolor interno por el gasto y una dificultad para relacionarte con los demás de una manera sana existe un gran freno de crecimiento personal y social.

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Prisión emocional

Un avaro vive encerrado en una cárcel emocional, que le bloquea y no le permite calibrar con lucidez en que debe gastar y en qué no, pues cualquier desembolso le parecerá innecesario. Compra de peor calidad solo por ahorrarse unos céntimos y alardea de ello; como alardea de todo lo que tiene que ver con su estabilidad y control. Precisamente el control y el miedo son dos de los factores que trazan la personalidad de un tacaño. Según la corriente psicoanalista, esta actitud patológica podría estar relacionada con la etapa anal durante la infancia, en la que el pequeño comienza a tener el control de su esfínter y retiene su materia fecal como reclamo de atención hacia los padres. Esto se traduce en la adolescencia y la edad adulta en un hipercontrol de aquello que tiene y puede manejar, como es el caso del dinero.

Avaricia y afecto

Otras hipótesis psicológicas sitúan el origen en una carencia de afecto durante la niñez, en la que los pequeños se aferran a diferentes objetos para suplir el cariño no recibido y buscan que perdure lo poco que les llega. Necesitan tener exceso de poder sobre lo que les pertenece. Una consecuencia material pero también emocional, pues el tacaño lo es con el dinero pero también con las emociones. No en vano, el amor implica generosidad, que es precisamente de lo que carece una persona avara. La felicidad nace de dentro, del amor y la confianza, de la falta de miedo, por ese motivo es complicado que una persona de este perfil llegue a ser realmente feliz. Sus rasgos estarán más próximos al catastrofismo y el temor por el futuro y la incertidumbre. Son personas tristes incapaces de amar con sinceridad a otra persona ni de dar tan siquiera lo necesario.

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