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Otitis del nadador: cómo actuar ante esta patología que aumenta en verano

Dolor y pinchazos en el oído, enrojecimiento... El aumento de los baños en el mar y las piscinas hace que se incrementen las consultas por este motivo


Actualizado 13 de julio de 2020 - 14:06 CEST

El verano va inevitablemente unido a problemas de salud estacionales, esos que se repiten siempre en los meses de calor. Y uno de ellos son las otitis. Y en plena temporada de baños, tanto en las playas como en las piscinas, las consultas de Otorrinolaringología ven incrementadas las visitas causadas por otitis externas que también se conocen como otitis de las piscinas, muy frecuentes en verano. La también llamada otitis del nadador es, por lo tanto, la patología otorrinolaringológica más habitual durante la época estival ya que pasamos mucho tiempo con la cabeza sumergida en el agua (no siempre limpia) de playas, ríos y sobre todo piscinas; además, el calor, la humedad y el resto de líquido que queda en el oído tras el baño son el caldo de cultivo perfecto para que determinadas bacterias y en ocasiones hongos produzcan infecciones.

Los expertos alertan además de que, en muchas ocasiones, estas infecciones las ocasionan la mala colocación de los tapones. "Los tapones no son herméticos y el conducto del oído no es recto. Por eso, a no ser que los tapones sean anatómicos o estén muy bien ajustados, no evitan la entrada del agua cuando aumenta la presión por una inmersión; más bien al contrario, en muchas ocasiones, lo que hacen es impedir su salida y facilitar de esta forma la infección", cuenta el doctor Rafael Barona, otorrino de La Salud.

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Especial precaución con los más pequeños

Y si con alguien hay que extremar las precauciones es con los niños. Si bien es cierto que las otitis pueden afectar por igual a todo el mundo, son los más pequeños los que las sufren con más frecuencia porque pasan más tiempo sumergidos en el agua que los adultos. Por este motivo, es importante que en cuanto empiecen a sentir molestias en el oído, acudan rápidamente a un especialista, ya que la infección que se inicia en el conducto externo del oído, puede extenderse a otras zonas y convertirse en algo más grave. Según la Asociación de Pediatría Española (APE) entre un 80 y un 90% de niños ha sufrido algún caso de otitis durante su infancia. “Sin embargo, los adultos con escaso cerumen, los que padecen problemas de la piel o quienes tienen conductos estrechos son también muy propensos a padecer esta patología. A esto se debe añadir que, aunque las otitis externas son más frecuentes adquirirlas en piscinas que en agua salada, depende mucho del estado del oído de cada persona el sufrir de otitis”, apunta el doctor Lucas Fito, otorrino del hospital Vithas Valencia Consuelo.

¿Cómo se manifiesta?

El doctor Fito detalla que, generalmente, cuando se examina una otitis externa aparece el típico signo del trago. “En ocasiones comienza con pinchazos esporádicos y otras es muy intenso y continuo”, comenta el especialista y agrega, “el trago es la protuberancia de cartílago que existe por delante de la entrada del conducto auditivo externo, si presionamos sobre ella o si tiramos la oreja hacia atrás el dolor se intensifica”.

Otro de los signos que se pueden observar es el enrojecimiento del conducto, también el picor interno o la supuración y la disminución de la audición. Mientras, la fiebre no es un síntoma habitual, “es difícil que las otitis externas produzcan fiebre, en caso de existir es fundamental la valoración por parte de un especialista para saber si la otitis se ha complicado extendiéndose a zonas adyacentes, como sucede cuando el tratamiento no ha existido o ha sido incorrecto o insuficiente y el paciente ha continuado mojando su oído a pesar de las molestias”, nos cuenta el doctor Fito, que añade que “la limpieza incorrecta e insistente del oído, antecedentes de problemas en la piel como dermatosis tipo eczema, pacientes diabéticos o inmunodeprimidos son más propensos a presentar una mala evolución precisando añadir al habitual tratamiento un antibiótico por vía oral incluso corticosteroides y curas locales. Por lo tanto, ante la sospecha de otitis, lo mejor es acudir al médico para que sea diagnosticada y tratada adecuadamente evitando una indeseada complicación”.

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¿Se pueden prevenir?

“Si anteriormente se han padecido otitis externas u otitis de las piscinas, una medida preventiva sería aplicar unas gotas de alcohol boricado a saturación (preparado en las farmacias) en el conducto auditivo” explica el Dr. Barona, aunque advierte de que “antes de hacerlo es necesario consultar a un especialista”. Por el contrario, no es aconsejable usar bastoncillos, ya que irritan el oído y además pueden crear eccemas e incluso la creación de tapones de cerumen. Si se produce la infección, el tratamiento debe prescribirlo el médico y suele ser tópico con gotas mezcla de antibióticos y corticoides que se aplican directamente sobre el oído afectado además de analgésicos para calmar el dolor. Eso sí, una vez aparece la otitis es imprescindible evitar mojar el oído durante una semana aproximadamente. “Si se produjera una sobreinfección caracterizada por el aumento de la consistencia de las secreciones y picor, podría indicar que la otitis está causada por hongos. En este caso el tratamiento adecuado son los antifúngicos junto con la aspiración periódica de las secreciones del oído por parte del especialista en la consulta”, comenta el profesional de Vithas.

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Para prevenir este problema tan habitual, el doctor Rafael Barona nos resume estos útiles consejos:

  • Si tienes alguna patología o enfermedad en el oído, acude al especialista antes de comenzar la temporada de baños.
  • De la misma forma, en el caso de padecer una patología de oído previa, es buena idea recurrir al uso de tapones, pero teniendo en cuenta que no son herméticos ni evitan la entrada de agua cuando aumenta la presión, así que, cuidado con las inmersiones.
  • Es conveniente que los tapones estén bien ajustados y en la medida de lo posible, que sean anatómicos. Recuerda que si no están bien ajustados, es posible que se introduzca agua entre el tapón y el tímpano sin que nos demos cuenta. Para evitarlo, en los niños es útil utilizar bandas elásticas o gorros de baño que impiden que los tapones se desajusten.
  • No uses objetos punzantes como agujas, ganchitos… para la limpieza o para rascarte el oído, pueden producir heridas que posteriormente pueden llegar a infectarse, creando un problema mayor.
  • No uses tampoco bastoncillos, pues con frecuencia irritan el oído y favorecen los eccemas y los tapones de cerumen.
  • Es difícil conseguirlo, pero conviene que los más pequeños no estén mucho tiempo seguido en el agua. Lo ideal es que alternen los tiempos de baño o de descanso jugando fuera del agua, para que los oídos no estén permanentemente húmedos.
  • Es fundamental bañarse en aguas limpias o que estén sanitariamente bien controladas, con un grado de cloración ni bajo ni excesivo. Las aguas excesivamente cloradas pueden cambiar el Ph de la piel del conducto y reducir sus mecanismos de defensa.
  • Si anteriormente has padecido otitis externas u otitis de las piscinas, puedes aplicar unas gotas de alcohol boricado a saturación (preparado en la farmacias) en el conducto auditivo. Eso sí, antes de hacerlo es recomendable que consultes a tu especialista.
  • No utilices sprays o gotas otológicas de forma indiscriminada sin consultar a tu médico en caso de sufrir molestias o síntomas. Podrías empeorar el proceso o provocar otros, como la otomicosis (una infección causada por hongos).

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