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dexametasona© Adobe Stock

Expertos

Así funciona la dexametasona, el fármaco que puede reducir la mortalidad por coronavirus

El estudio Recovery, de la Universidad de Oxford, ha observado una disminución de la mortalidad en pacientes graves que necesitaban ventilación mecánica u oxígeno. De la mano de un experto en epidemiología y neumología, te explicamos cómo actúa este medicamento.


Actualizado 17 de junio de 2020 - 19:21 CEST

Ayer el mundo entero amanecía con una gran noticia, y una promesa en el tratamiento de la COVID-19, la enfermedad provocada por el coronavirus SARS-CoV-2: un estudio de la Universidad de Oxford anunciaba resultados muy significativos en la lucha contra el coronavirus. Este trabajo concluye que el uso de dexametasona, un fármaco ya aprobado y de bajo coste, reduce la mortalidad hasta en un tercio en pacientes hospitalizados con complicaciones respiratorias graves de COVID-19 que necesitan ventilación mecánica, así como en y un quinto en los demás pacientes que recibieron solo oxígeno. La investigación se enmarca dentro del ensayo clínico aleatorio 'RECOVERY' , un trabajo a gran escala para probar una serie de tratamientos potenciales para COVID-19, incluida la dexametasona en dosis bajas (un tratamiento con esteroides).

El principal investigador de este ensayo, el Profesor Peter Horby, señaló que "la dexametasona es el primer fármaco que ha demostrado mejorar la supervivencia en COVID-19", por lo que el resultado del estudio es extremadamente bienvenido. Horby, que es profesor de Enfermedades Infecciosas Emergentes y Salud Global en el Departamento de Medicina de Nuffield, en la Universidad de Oxford, indicó que "el beneficio de supervivencia es claro y grande en aquellos pacientes que están lo suficientemente enfermos como para requerir tratamiento con oxígeno, por lo que la dexametasona debería convertirse ahora en el estándar de atención en estos pacientes. La dexametasona es barata, está en cualquier farmacia, y puede ser usada inmediatamente para salvar vidas en todo el mundo", afirmó.

Eso sí, los expertos recuerdan que no es un fármaco preventivo ni nadie debe automedicarse. Para conocer más sobre este fármaco hablamos con Dr. Joan B. Soriano, médico epidemiólogo del Servicio de Neumología del Hospital Universitario de la Princesa, que nos explica qué es la dexometasona y cómo si puede controlar mejor la enfermedad provocada por el coronavirus.

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¿Cómo funciona la dexametasona?

Este medicamento es un fármaco antiinflamatorio muy conocido y ya disponible desde que se sintetizó en 1957, del que conocemos muy bien su patrón de riesgo-beneficio y que ya se usa en otras patologías:

  • En enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide
  • En reacciones alérgicas intensas
  • En pacientes con tumores cerebrales (para evitar el desarrollo de edemas), mieloma múltiple y otros cánceres, o durante la quimioterapia
  • En el edema del mal de altura
  • En embarazadas con riesgo de parto prematuro, pues estimula la maduración pulmonar del feto.
  • También se usaba la dexametasona para el asma, pero ahora ya hay mejores alternativas.

Es un potente antiinflamatorio y también un inmunosupresor, y por tanto se usa para reducir la denominada “tormenta de citoquinas” que caracteriza las formas más graves de COVID-19, el distress respiratorio agudo y los pacientes que requieren ventilación mecánica. Las primeras publicaciones de China informaron que no había beneficio, pero en España desde marzo se ha ido utilizando en nuestras UCIs en la mayoría de pacientes. Una muy buena noticia del ensayo RECOVERY de Oxford es que las dosis utilizadas son muy bajas (6 mg de dexametasona por vía oral o por inyección intravenosa) y por tanto muy barato, unos 5 euros por paciente. En esta tormenta de citoquinas el sistema inmune reacciona de una forma brutal frente a la invasión del coronavirus, provocando una respuesta inflamatoria incontrolada en el organismo. Es aquí donde puede ayudar este fármaco, puesto que reduce la acción del sistema inmunitario.

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¿Se puede usar como fármaco preventivo en pacientes con sintomatología leve?

Dexametasona sólo se usa en las formas más graves de COVID-19, que es menos del 10%. Su potencia anti-inflamatoria es de unas 20-30 veces la de la hidrocortisona y 4-5 veces mayor que la prednisona. Y nueve de cada diez casos de COVID-19 son asintomáticos o leves y no requieren atención hospitalaria. Esto es muy importante, además, no es recomendable para el público en general y no se puede hacer automedicación, ir a comprarlo a las farmacias para llevárselo a casa, ni consumirlo sin receta médica.

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¿Qué otros fármacos se están valorando en la lucha contra esta enfermedad?

En la lucha contra esta enfermedad, se están valorando otros fármacos, aunque no todos están dando los resultados esperados.

  • Remdesivir, un antiviral comúnmente utilizado para tratar el VIH, y el ébola (reduce la duración de los síntomas del coronavirus de 15 a 11 días)
  • Hidroxicloroquina, un antipalúdico, pero es muy controvertido
  • Azitromicina, un antibiótico de uso habitual
  • Tocilizumab, un tratamiento biológico antiinflamatorio
  • Plasma de pacientes recuperados
  • Y la ya mencionada dexametasona

Kit prevención coronavirus © Adobe Stock
Pese a las buenas noticias, la prevención es básica para contener esta pandemia y evitar contagios. En este sentido, la distancia social, la higiene de manos y el uso de mascarillas son los básicos para enfrentarnos al coronavirus 


¿Estamos a punto de abatir al coronavirus o aún nos queda mucho camino?

En España hemos superado la primera ola, que fue devastadora y colapsó nuestros hospitales y agotó al personal sanitario. En el Hospital de La Princesa, de 450 camas, el Día 'D' fue el 30 de marzo, cuando se admitieron un total de 552 pacientes COVID-19, y otros 120 pacientes más estaban en Urgencias, impacientemente a la espera de ingreso.

Muchas de las habitaciones de dos camas ya tenían tres, incluso cuatro ocupantes. Tuvimos que ampliar nuestra coqueta, pero moderna sala de UCI de 17 a 73 camas, con la invasión de dos quirófanos reconvertidos en cuidados intensivos, así como toda la planta de Psiquiatría. Parece que olvidamos pronto, y de ésto sólo hace tres meses.

Este es un virus nuevo y una enfermedad nueva, y estamos estudiando los síndromes post-COVID, que padecen hasta un tercio de todos los infectados. El virus sigue siendo muy infectante, da neumonías y otras formas graves en hasta el 10% de infectados y sólo el 5% de la población tiene inmunidad, por lo que el peligro de segundas olas y rebrotes incluso en verano es muy alto. Como epidemiólogo, el mensaje es de cautela, pues históricamente las segundas olas de cualquier pandemia suelen ser peores que la primera. Higiene de manos, mascarilla, distancia de seguridad y sentido común, mucho sentido común.

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¿Qué otras herrmientas nos ayudan a luchar contra esta enfermedad?

Se ha hablado mucho de los rastreadores, que, como su palabra indica, rastrean los contactos de los contagiados para poder contener posibles rebrotes, no solo en la población, sino especialmente en los sanitarios, para que puedan atendernos en el caso de que se vuelva a producir un repunte de los contagios entre estos profesionales. En este sentido han aparecido diversas herramientas que pueden facilitar este trabajo. Es el caso de HEpiTracker, una herramienta basada en la geolocalización y el Big Data que, en tiempo real, pretende determinar la extensión de COVID-19 entre profesionales que trabajan en hospitales, controlar brotes epidémicos en estos recintos y planificar las actuaciones y respuestas por parte del sistema de salud.

HEpiTracker (en inglés Rastreador de Epidemias en el Hospital) permitirá a las gerencias y direcciones médicas la gestión, investigación y creación de estadísticas (por edad, sexo, servicio y grupo laboral) en relación con la afectación de la enfermedad. La iniciativa HEpiTracker, impulsada desde el Servicio de Neumología del Hospital Universitario de la Princesa, consta de una aplicación móvil que ha sido desarrollada en el marco del estudio AMADIICH (Estudio de monitorización activa y determinantes de infección incidente de COVID-19 en población hospitalaria) y cuyo investigador principal es el Dr. Joan B Soriano.

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