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ejercicio diabetes

Estos son los ejercicios más indicados para un paciente con diabetes

Ayudan a controlar la glucosa y previenen las complicaciones


Actualizado 15 de junio de 2020 - 20:34 CEST
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Cuando nuestro médico nos dice que tenemos diabetes, nuestra vida (y la de nuestro entorno) sufre un gran cambio. En algunos casos, solo supone mejorar o intensificar nuestros hábitos, ya saludables. En otros, el supone el cambio a una vida saludable, como revisar la dieta y cambiarla para no empeorar los niveles de azúcar en sangre, y empezar a realizar ejercicio si no estamos acostumbrados a ello. 

Y es que la práctica de ejercicio físico regular es uno de los pilares del tratamiento de la diabetes ya que se ha demostrado que previene la aparición de diabetes tipo 2 entre la población en general y podría contribuir a mejorar el control en las personas con diabetes tipo 1 y 2.

Actualmente tener diabetes no supone un impedimento para realizar ejercicio físico o deporte. De hecho, las personas con diabetes pueden competir en todo tipo de pruebas deportivas controlando sus niveles de glucosa en sangre y mejorando su sensibilidad a la insulina.

A continuación te explicamos todo lo que el ejercicio puede hacer para un paciente con diabetes, las consideraciones que debes tener en cuenta si eres principiante así como si puedes hacer ejercicio de alta intensidad. 

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¿Qué es la diabetes?

La diabetes es una enfermedad crónica en la que el cuerpo no puede producir o usar de una manera efectiva la insulina, la hormona que nos ayuda a transportar la glucosa. La glucosa es el azúcar que nos proporciona el combustible básico del cuerpo a las células que producen energía.

Si el páncreas no fabrica la insulina adecuadamente, o las células no pueden usarla, el metabolismo del cuerpo se desequilibra. Las células se ‘mueren’ de hambre y los músculos se quedan con poco o nada del combustible que necesitan. Todo ello provoca cansancio y debilidad, además de otros síntomas. 

Por otro lado, la glucosa que no se ha podido metabolizar entra en el torrente sanguíneo y se produce la conocida hiperglicemia hasta que se elimina a través de la orina. A la larga esto puede ser tóxico para todo el organismo. De hecho, una subida incontrolada de azúcar en sangre puede llegar a ser mortal.

Existen varios tipos de diabetes, aunque los más comunes son:

  • Diabetes tipo I: que suele debutar en personas jóvenes.

  • Diabetes tipo II: se conoce como la diabetes adulta que puede ser insulino dependiente o no.

Debido a que la diabetes puede ocasionar otro tipo de complicaciones, por ejemplo, hipertensión, los especialistas señalan que es importante que un diabético hable con su médico sobre qué tipo de ejercicios debe realizar para controlar sus niveles. Así como seguir el plan de seguimiento que aconseja el especialista.

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¿Por qué tengo que hacer ejercicio si tengo diabetes?

Para la gran mayoría de la gente, el ejercicio correcto puede ayudar a controlar la enfermedad y a reducir el riesgo de complicaciones que pongan en peligro la vida o su calidad. El ejercicio puede reducir los niveles excesivos de azúcar en sangre, fortalecer los músculos y el corazón, mejorar la circulación y reducir el estrés.

  • Entre los efectos beneficiosos más destacables se encuentran:

  • Mejora la sensibilidad de la insulina en los tejidos.

  • Aumenta la utilización de glucosa por los músculos.

  • Aumenta el gasto energético y contribuye a controlar el peso corporal y prevenir la obesidad.

  • Reduce la incidencia de enfermedades cardiovasculares.

Los estudios, además, sugieren que todos estos beneficios pueden ayudar a reducir las complicaciones relacionadas con la diabetes:

  • Enfermedad cardíaca

  • Enfermedad renal

  • Hipertensión arterial

  • Daños en el sistema nervioso

  • Ceguera

  • Impotencia

  • Las amputaciones causadas por problemas circulatorios relacionados con la enfermedad también pueden evitarse.

“El ejercicio físico es fundamental en el control metabólico del paciente diabético, y aporta enormes beneficios a la hora de evitar el sobrepeso (presente en más de la mitad de la población diabética), reducir los niveles de hemoglobina glicosilada, los niveles lipídicos y los niveles de glucemia. Además, en el caso de seguir un tratamiento con insulina, aquellos pacientes que practican ejercicio y controlan su alimentación tienen una ventaja añadida, ya que pueden precisar menos dosis de insulina”, indican desde Cigna.

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Consideraciones generales para hacer ejercicio si tienes diabetes

Serafín Murillo, asesor en Nutrición y Deporte de la Fundación para la Diabetes y de la Asociación de Diabéticos de Madrid, ha elaborado una serie de recomendaciones para que las personas con diabetes mejoren su estado físico de forma gradual:

  1.  Realizar una actividad física que se adapte a las características de cada persona, sus gustos y preferencias.

  2. Si es posible realizar actividad física de forma diaria. Si no fuera posible, se aconseja practicar ejercicio en 4 o 5 sesiones semanales. El objetivo es superar los 150 minutos semanales de ejercicio.

  3.  Comenzar la práctica de ejercicio físico con actividades básicas como caminar, nadar o montar en bicicleta (estática). Los entrenamientos se deben iniciar de una forma progresiva y se debe llevar a cabo una adaptación aumentando poco a poco la duración de cada sesión.

  4.  Controlar la intensidad de los ejercicios mediante la medida de la frecuencia cardiaca a través de un pulsómetro o contando directamente los latidos por minuto con el objetivo de evitar lesiones o el riesgo de problemas cardiovasculares.

  5.  Entrenar también la fuerza muscular. Se recomienda combinar el ejercicio de tipo aeróbico (caminar, montar en bicicleta o nadar) con otros ejercicios de fuerza muscular. En concreto se aconseja un programa de 2 o 3 sesiones semanales de ejercicio de fuerza, con una duración de entre 30 y 40 minutos por sesión, siempre realizado a una intensidad moderada. 

  6. Atención a la aparición de hipoglucemia durante o después del ejercicio en aquellas personas tratadas con insulina o fármacos que pueden producir hipoglucemias. Para evitarla es necesario reducir dosis de insulina o aumentar la ingesta de alimentos ricos en hidratos de carbono. Consulte a su equipo sanitario sobre cómo adaptar sus tratamientos a la práctica de ejercicio físico.

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¿Puedo hacer alta intensidad?

En las personas que ya hacían deporte, y de intensidad elevada, el diagnóstico de diabetes puede suponer una preocupación, puesto que no saben hasta qué punto es compatible este tipo de ejercicio con su nueva condición clínica.

En este sentido, la Dra. Marta López Tomás, E-Health Medical Manager de Cigna España nos aclara que el hecho de que un paciente diabético no pueda realizar ejercicio de alta intensidad es un mito. Y añade que especifica que “la diabetes es una patología crónica que supone un cierto cambio de hábitos, pero que en ningún momento impide llevar una vida normal. Si este tipo de deportes forman parte de la vida del paciente podrá seguir practicándolos, pero requerirá de controles más frecuentes de glucemia y seguimiento médico para valorar el ajuste de medicación”, señala.

Los deportes de alta intensidad, como Crossfit o Entrenamiento Interválico de Alta Intensidad (HIIT) ofrecen beneficios para los pacientes diabéticos, ya que a largo plazo consiguen mejoras en la glucemia, hemoglobina glicosilada, triglicéridos y colesterol total. Aunque es importante tener en cuenta que, como efecto inmediato, tras practicar ejercicio de alta intensidad es posible que los niveles de glucosa aumenten.

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¿Qué debo tener en cuenta si voy a practicar este tipo de ejercicio?

Tanto si se va a practicar ejercicio de alta intensidad, como si el paciente diabético para a iniciarse en el ejercicio físico, debe tener en cuenta algunas consideraciones. Por ejemplo, saber que deportes de larga duración o muy alta intensidad necesitan un cierto periodo de adaptación, independientemente de si el paciente ya era deportista o no. En este sentido, es imprescindible conocer de antemano la intensidad, la duración y el tipo de ejercicio que se va a realizar, de manera que se pueda ajustar el tipo de dieta a realizar o la cantidad de insulina a administrar según el desgaste físico previsto de ese día. Además, aumentar el nivel de esfuerzo de forma paulatina y realizar entrenamientos de manera escalonada ayudarán a los pacientes a adaptar su cuerpo a estas actividades.

“Es importante tener en cuenta que para practicar este tipo de deportes es imprescindible gozar buena salud cardiovascular. En caso contrario, es preferible optar por otras modalidades deportivas”, recuerdan desde Cigna.

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¿Cómo está tu azúcar?

También es importante que tengamos un buen control de los niveles de glucosa y medirla antes y después del ejercicio, especialmente en pacientes insulinodependientes y si se practica ejercicio de alta intensidad.

Si bien es cierto que la hipoglucemia es una complicación que puede surgir al practicar deporte de alta intensidad, no debe suponer un impedimento en absoluto si se llevan a cabo estos controles y se tiene la precaución de calcular la dosis de insulina necesaria o compensar la disminución del nivel de glucosa con aporte de hidratos de carbono, si fuera preciso. En este sentido, tal y como indica la Asociación Americana de Diabetes, la actuación a realizar según cada valor glucémico sería:

▪ Glucemia menor de 90mg/dl. Tomar entre 15 y 30g de hidratos de carbono de rápida absorción, excepto si se realizan ejercicios de muy corta duración y alta intensidad, ya que este tipo de ejercicio puede incrementar los niveles de glucemia.

▪ Glucemia entre 90 y 150mg/dl. Es el intervalo de glucemia ideal para iniciar la actividad, pero siempre tomando hidratos de carbono extras antes de iniciar el ejercicio para prevenir la hipoglucemia durante la actividad.

▪ Glucemia ente 150 y 250mg/dl. Se puede iniciar el ejercicio con normalidad, si bien se debe retrasar el aporte de hidratos de carbono hasta que los niveles de glucemia estén de nuevo por debajo de 150mg/dl.

▪ Glucemia por encima de 250mg/dl. En este caso se deberían medir los niveles de cuerpos cetónicos en sangre o en orina. Si el resultado es negativo, se podría iniciar el ejercicio físico, pero evitando los ejercicios de alta intensidad, que ya de por sí pueden provocar mayores aumentos de los niveles de glucemia. Si los cuerpos cetónicos son elevados, se debe evitar el ejercicio físico hasta que la situación se haya normalizado.

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Dieta y ejercicio en pacientes diabéticos

La dieta debe ir acorde a la actividad física que se vaya a realizar, siendo indispensable aplicar las correcciones necesarias en la alimentación y la dosis de insulina. Es muy importante que los deportistas conozcan sus niveles de glucosa antes de realizar el ejercicio y adapten la ingesta necesaria de hidratos de carbono para corregir cualquier desviación, tanto previamente, como durante (en casos de que la actividad dure más de 30 minutos y sea especialmente intensa) y después de la práctica de deporte (para evitar la hipoglucemia y la hipoglucemia tardía, que pueden aparecer entre las 6 y 10 horas posteriores). También hay que tener en cuenta que no es recomendable hacer deporte después de las comidas: se aconseja esperar entre 2 y 3 horas

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¿Qué deportes pueden suponer un riesgo?

Una de las complicaciones asociadas a la diabetes es la retinopatía diabética. Para entender que es esta enfermedad podemos imaginarnos conduciendo un coche por una carretera y con el parabrisas lleno de barro o si todo lo que vemos tiene un gran agujero negro en el centro. La retinopatía diabética es una de las mayores causas de ceguera en todo el mundo. Se desarrolla cuando los diminutos vasos sanguíneos de la retina se rompen o estallan debido a la falta de oxígeno y sangre. Estos vasos mueren y forman un tejido cicatrizante. En algunos casos, se puede producir un desprendimiento de retina, causando ceguera. Todo esto puede ocurrir si la diabetes no se controla.

El ejercicio puede controlar esta situación y evitar que se produzca el trastorno. Ahora bien, ¿qué pasa cuando ya se sufre retinopatía diabética? ¿Puede el ejercicio físico empeorarla? En este sentido, determinados deportes sí podrían suponer un riesgo. En concreto, aquellos que aumentan la presión sanguínea y pueden provocar una rotura y posterior hemorragia de los vasos sanguíneos, señala el manual ‘Ejercicio físico para mejorar la salud’ (Ed. Pirámide). Los siguientes pueden causar aumentos repentinos del flujo sanguíneo a los ojos y de la presión de los ojos y detrás de ellos. Todo ello provoca que la presión en los vasos aumente:

  • Levantamiento de pesas

  • Esquí

  • Submarinismo

  • Paracaidismo

Por otro lado, hay deportes que, por el riesgo de golpes o movimientos rápidos de la cabeza, también suponen un riesgo añadido en aquellos pacientes que ya sufren retinopatía diabética. Estos son:

  • Baloncesto

  • Fútbol

  • Rugby

De ahí que los expertos sugieran ponerse en contacto con el médico para que sea él quien realice las recomendaciones pertinentes en el caso de sufrir esta enfermedad.

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