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verano coronavirus© iStock

¿Podrá el calor disminuir el riesgo de contagio de coronavirus?

Muchos expertos así lo creen, pero insisten en que la responsabilidad individual es clave para combatir este virus


Actualizado 27 de mayo de 2020 - 20:36 CEST

Una de nuestras esperanzas es que el calor acabe con el coronavirus o, al menos, reduzca tanto su carga viral que la posibilidad de infección sea mínima. Esto, sumado a las medidas de protección y la responsabilidad individual contribuirán a que superemos las fases y podamos disfrutar de un verano más tranquilo. Además, quién sabe, quizá todo ello permita impedir nuevos brotes en otoño. El doctor Eduardo Junco, colaborador de ¡HOLA! nos explica cómo influye el calor en los virus respiratorios, como es el SARS-CoV-2, responsable de la Covid-19

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¿Cómo afecta el calor a los virus?

El clima, el ambiente y el entorno donde vivimos y nos desenvolvemos incide de forma trascendente en muchos aspectos de nuestra salud y puede ser un factor determinante en el origen de diferentes enfermedades.

La temperatura, la presión atmosférica, la altitud, la humedad y los diferentes meteoros, radiaciones solares, lluvia y vientos tienen enorme influencia sobre la salud y, en muchas ocasiones, actúan como factores desencadenantes, favoreciendo o agravando determinadas enfermedades y, entre ellas, de manera importante, en las de origen infeccioso, ya sean producidas por bacterias o por virus.

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¿Por qué el frío aumenta las infecciones víricas?

Los meses fríos constituyen la temporada en la que que más se manifiestan las enfermedades víricas. Una vez iniciado el otoño es cuando las infecciones víricas respiratorias comienzan a generar infecciones gracias a los cambios en los hábitos de vida (más convivencia en locales cerrados, inicio de guarderías y colegios, calefacciones) y gracias también al descenso de las temperaturas.

En general los virus se desarrollan mejor a temperaturas inferiores a los 24 grados centígrados. Está comprobado que las altas temperaturas y la elevada humedad reducen significativamente la trasmisión de la gripe y que por cada grado que se eleva la temperatura ambiente, los casos nuevos de gripe disminuyen en un 4%.

Factores clave en la infección y la propagación

  • Ambiente atmosférico. Los inviernos fríos y secos favorecen el desarrollo de los virus, su diseminación y su contagio. Las altas temperaturas lo dificultan. Las “gotitas” del vaho respiratorio, con el frío, se mantienen más tiempo suspendidas en el aire.
  • Hábitos de vida. La vuelta al trabajo, los espacios cerrados, los colegios y guarderías, los transportes públicos, las calefacciones, el hacinamiento y la escasa vida al aire libre favorecen la diseminación y el contagio de los virus.
  • Inmunidad individual. La inmunidad individual está levemente disminuida en los meses de invierno debido a los cambios metabólicos y hormonales. Radiaciones solares, melatonina y vitamina D3 son más escasas.
  • Inmunidad de grupo. Cuando la población ha tenido experiencias previas de su contacto con determinados virus, existen muchos individuos con anticuerpos, que cuando superan al 55% de esa población, procuran una inmunidad de grupo y dificultan la diseminación y el crecimiento de las epidemias.

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Chica con mascarilla en la playa© iStock

El calor, ¿frenará la Covid-19?

En teoría, temperaturas superiores a los 25-26 grados deberían ser situaciones ambientales que dificulten la supervivencia del SARS-CoV-2 y disminuyan su vitalidad y su virulencia. Al aumentar estas cifras sus posibilidades de infectar seguirían disminuyendo y en plena canícula, sus posibilidades deberían ser mucho menores.

Sin embargo, numerosos autores avisan de que, hasta la fecha, se desconoce el comportamiento de este virus en diferentes condiciones climáticas, pues ha provocado graves epidemias en múltiples países con climas y en estaciones muy diferentes. Estos expertos insinúan que en países con climas más fríos y secos como Corea, Japón o Irán se registraron brotes más severos que en países más cálidos y húmedos, como Tailandia, Singapur o Malasia.

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Datos para la esperanza

Las temperaturas óptimas para el desarrollo y la supervivencia del coronavirus se encuentran entre los 13 y los 24 grados centígrados. El aire caliente, las radiaciones solares y las altas temperaturas ayudan a debilitarlo.

Se sabe, por otros coronavirus, que cuando están fuera de las células pierden vitalidad y capacidad de infectar. Todos aquellos virus presentes en diferentes superficies y que están a la intemperie, pueden debilitarse y perder su agresividad, su virulencia y su capacidad para infectar, pues al estar expuestos al calor y a las radiaciones solares se secan y se inactivan, circunstancia que disminuirá las infecciones por esta vía de trasmisión.

De ahí que se pueda tener la esperanza de que en verano la posibilidad de contagio disminuya.

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Radiaciones solares y radiaciones ultravioleta

Las radiaciones ultravioleta contenidas en la radiación solar puede ser un factor eficaz en el control de los coronavirus, pues estos virus, por su estructura molecular, son muy sensibles a la luz ultravioleta y a la radiación del sol y así ha sucedido con otros coronavirus de similares características.

La vida al aire libre en épocas de altas temperaturas y de alta radiación solar es casi seguro un factor trascendente para reducir la trasmisión del virus y evitar su propagación.

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Qué perspectivas hay de que disminuya el contagio y la mortalidad

El cambio de estación y el inicio del verano pueden ayudar pero es dudoso que el cambio climatológico solo sea capaz de frenar y/o detener la trasmisión.

La mayoría de los expertos se inclinan a pensar que habrá una reducción notable de la capacidad de progresión del virus, pero que su potencial de infección, aunque disminuya, no desaparecerá, y además sospechan que, con la entrada del próximo otoño, pueda brotar de nuevo.

Las experiencias previas, el conocimiento y el uso de los medios para defendernos de su contagio, las normas a seguir dictadas por las autoridades sanitarias, la acción defensiva de la inmunidad de grupo y, sobre todo, la responsabilidad individual de cada uno para luchar contra la progresión del virus, serán de gran ayuda en los tiempos venideros.

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