Asaltar la nevera a horas poco prudentes es una acción que ha sacudido la dieta habitual de muchas personas. Ese pequeño picoteo que, realizado varias veces al día, acaba por suponer un paso más hacia el sobrepeso o la obesidad. La sensación de tener hambre a todas horas tiene varias explicaciones y depende mucho del caso personal de quien lo sufra. Desde aspectos físicos de la persona como, en distintos grados, por propios problemas psicológicos de estrés o ansiedad. En principio, no es necesario comer fuera de horas si el resto de comidas importantes del día se han efectuado de manera correcta, por lo que podría dar lugar a la conocida como hambre psicológica, la que viene a nuestra mente a través de algún tipo de sentimiento o sensación.
Dieta insuficiente
Aunque pueda parecer una obviedad, la sensación de apetito constante es, a veces, ocasionada por la falta de comida necesaria a lo largo del día. Personas que hayan cortado drásticamente su ingesta de calorías diarias, ya sea por continuar un nuevo modelo de dieta o por otro motivo, sentirá hambre constante ya que su cuerpo no entenderá el porqué. Lo ideal en este caso es ir paso a paso, sustituyendo alimentos de nuestra dieta habitual por otros más sanos, y reducirlos en pequeñas cantidades para que el organismo se acostumbre.
Estrés, ansiedad y otras emociones
Cuando nuestra alimentación es suficiente y óptima, es decir, incluye la ingesta necesaria de nutrientes para satisfacer y hacer funcionar a nuestro cuerpo correctamente, la sensación de hambre a deshoras podría estar provocada por motivos psicológicos. El estrés y la ansiedad suelen ser dos estados por los que se come más de la cuenta. Al llevar el cuerpo al límite, la mente busca despejarse y comer como una válvula de escape. Tristeza o estados depresivos también pueden provocar este tipo de apetito voraz.
Es muy difícil calmar esta hambre, más en personas con poca fuerza de voluntad. Una manera de sobrellevar estos picoteos de más será no caer en alimentos ultraprocesados (bollería industrial, fritos etc). Fruta fresca o frutos secos bajos en sal y no fritos son una opción saludable que no aportará excesivas calorías vacías a nuestro cuerpo y que nos permitirá avanzar hasta alcanzar la dieta ideal para el organismo sin necesidad de hambre constante.
Falta de descanso
Poca gente puede cumplir con el ciclo de sueño ideal de dormir ocho horas al día. El estilo de vida, horarios de trabajo y el tiempo en familia son aspectos que hacen casi imposible esta cifra. Al no descansar bien, nuestro cuerpo se sentirá cada vez más agotado. La falta de sueño provocará un descenso de la saciedad en nuestra dieta habitual, por lo que buscaremos entre horas picar de aquellos alimentos más calóricos como aquellos con alta cantidad de azúcar. Complementar una dieta rica en nutrientes y baja en grasas poliinsaturadas acompañado de un descanso adecuado y un ejercicio diario son las claves para evitar esas visitas a la nevera.
Si se pasa por cualquiera de estos motivos, estresarse más de la cuenta no ayudará a resolver el problema. La tranquilidad y ser conscientes de que no se puede continuar con ese ritmo de comidas diarias nos permitirán introducir alimentos saludables en estos picoteos hasta, poco a poco, hacerlos desaparecer.