Largas jornadas laborales, agendas repletas de compromisos, tareas domésticas, mensajes y más mensajes… En un mundo en constante movimiento y en el que el ritmo acelerado marca la pauta, puede ser complicado mantener la calma y exigirnos tranquilidad. Necesitamos obtener aquello que esperamos lo más rápido posible, casi de forma inmediata. Las esperas nos generan ansiedad, pareciéndonos mucho más largas de lo que realmente son, y no sabemos esperar al momento adecuado. Sin embargo, la mayoría de metas importantes a las que aspiramos, en todos los aspectos de nuestra vida, requieren de tiempo. Tener paciencia, ahora más que nunca, es una gran virtud. Afortunadamente, desarrollar esta capacidad de saber esperar con calma y tranquilidad no es fácil, pero tampoco imposible.
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¿Qué te hace perder la paciencia?
Para enfrentarse a un problema, el primer paso es diagnosticarlo. Autoanalízate y busca tiempo para conocerte interiormente. ¿Cómo actúas ante situaciones inesperadas? ¿Qué personas te hacen perder los nervios y por qué? ¿Qué te provoca actuar de forma impulsiva? Si detectamos las causas que nos generan impaciencia, tendremos más herramientas para poder actuar.
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Aprende a frenar
Si miramos a nuestro alrededor, parece imposible bajar la velocidad. Sin embargo, aunque el mundo nos grite 'inmediatez', no debemos olvidar que nosotros somos los que conducimos nuestra propia vida y tenemos la libertad de elegir el ritmo al que deseamos vivirla. Antes de actuar de forma impulsiva, debemos mantener la calma, respirar unos segundos y decidir qué actitud es la correcta para hacer frente a una determinada circustancia. A veces la diferencia entre una buena o mala acción, solo es un momento de espera.
Respira
El estrés y la ansiedad son los principales enemigos de la paciencia. Además de realizar ejercicio físico de forma habitual, una herramienta idónea para disminuir los niveles de ansiedad, controlar la respiración es fundamental para aprender a relajarnos y a trabajar la paciencia. Respirar de forma consciente nos ayuda a gestionar mejor los impulsos, a reaccionar ante una situación conflictiva y a pensar antes de actuar. La meditación y las técnicas de relajación nos permiten desconectar del mundo, conectar con nosotros mismos y liberar emociones sanas.
Atención al momento presente
Tantas prisas nos impiden disfrutar del momento presente. A veces es 'obligatorio' correr, pero no siempre es así. Aprende a disfrutar de lo que estás haciendo en ese preciso instante, como una comida con amigos, una conversación con compañeros o un rato de lectura, sin pensar en lo que vendrá después o en lo que podríamos estar haciendo.
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Reforzar el autoestima
Somos impacientes por naturaleza, lo que provoca que a veces dejemos de confiar en los procesos y en nosotros mismos. Perdemos la paciencia y dejamos de persistir, proyectando nuestros pensamientos negativos en la realidad. Mantener una actitud positiva frente a la vida también contribuirá a que la paciencia esté de nuestro lado. Saber esperar no solo es fundamental para perseverar y alcanzar nuestras metas profesionales, sino también para lograr un bienestar emocional y y mantener unas relaciones sanas con los demás. Recuerda que lo bueno se hace esperar.